CON OLOR A CELINDAS
May 10 2020

POR JOSÉ MANUEL JEREZ LINDE, CRONISTA OFICIAL DE GUADAJIRA (BADAJOZ)

Fig. 1 – Procesión del Corpus Christi a su paso por las calles La Luna y San José, con el sacerdote D. Francisco Movilla Montero (1963).

La festividad del día del Corpus Christi, coincidiendo con el mes de Junio, nos trae a la memoria estampas verdaderamente entrañables de esta celebración cristiana. Aunque conviene recordar, no obstante, la existencia de algunos recordatorios de primera comunión en los que la fecha es muy variable (Octubre 1965, Mayo 1967-1975-1976-1989, o Agosto 1969), imaginamos que dependiendo tanto del número de niños como de las necesidades del momento.

Tras los actos en el interior del templo, tenía lugar la tradicional procesión por las calles de la localidad. El recorrido de la misma incorporaba un determinado número de altares callejeros en cuya confección participaban vecinas de la misma calle. Desde bien temprano se barría la calle y se alfombraba con varios manojos de juncia, traída de las orillas del río, y esparcida en el asfalto procurando cubrir la mayor superficie posible. Sobre el centro se instalaba una mesita vestida con sábanas antiguas de profusos bordados y cubierta de algún tapete con encajes, que previamente, había sido almidonado y planchado a conciencia. Varias mujeres se ocupaban de centrar mantel y tapete, siendo necesario el uso de varios alfileres hasta dar al conjunto la altura y vistosidad adecuadas. Las macetas a ambos lados del altar requería la incorporación de distintos maceteros de madera y hierro dotando al conjunto de distintas alturas.

Fig. 2 – Altar para el Corpus Christi en la calle San José en la que aparecen las vecinas (de izquierda a derecha): Ignacia Álvarez, Virtudes Noriega, Carmen Martínez y Severiana Domínguez.
Fig. 3 – El mismo altar visto anteriormente con Dª Severiana Domínguez. El frente del altar está adornado con una cruz de celindas sujetas con alfileres.

En aquellos años, en los que el único “comercio” de plantas naturales eran los esquejes o tallos de una vecina a otra, se puede afirmar que casi todos los corrales tenían las mismas variedades vegetales y casi idénticas macetas. Eran comunes y de fácil cuidado las cintas (Chlorophytum comosum), las esparragueras (Asparagus densiflorus), y Adpidistras y Aureolas, como plantas de interior más frecuentes. Sobre la mesa se distribuían los floreros buscando una deliberada simetría y procurando la duplicidad en la elección de los jarrones e incluso las flores reunidas. En este particular se echaba mano de los rosales y algunos otros arbustos en floración de nuestros jardines, el guarda encargado de la vigilancia de estos, tampoco era especialmente estricto al respecto.

Fig. 4 – Mujeres arrodillándose al paso de la custodia.
Fig. 5 – Altar adornado en la calle San Andrés (2010).

Pero si había un olor característico en estos altares, este era el de la flor del celindo (Philadelphus coronarius L.), arbusto ornamental presente en varios jardines de la localidad, cuya floración dota a las ramas de varios racimos de flores blancas (celindas) de olor dulce y persistente. La combinación de algunas varas de azucena, junto con las celindas y rosas de los vasos otorgaba a esa mañana, casi siempre soleada, aromas que difícilmente se pueden olvidar. Hermosa tradición que, a duras penas, ha sobrevivido dependiendo siempre del número de niños que van a tomar su primera comunión, factor determinante en la celebración de esta procesión, y por tanto de la realización de los propios altares en la calle.

Pero sobre todo hay un recuerdo que perdura en mi memoria, que hoy valoro más que nunca, y es el de la colaboración de cada vecino en su pequeña y valiosa aportación por el embellecimiento de su calle. Nadie dudaba a la hora de trasladar sus mejores macetas, aportando floreros, palmatorias o el propio crucifijo que presidía la mesa, sus enseres en definitiva, más humildes y preciados. A todos ellos va mi recuerdo en este mes de Mayo en el que las celindas de mi patio vuelven a preñar el aire de este inigualable aroma.

Fig. 6 – Floración de la celinda.

Mi gratitud por la aportación de fotografías:

1 – Familia Martínez Doncel.

2 – Familia Martínez Cruz.

3 – Familia Cuenda Torrado.

4 – Familia Romero Morato.

5 y 6 fotos del autor.

 

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