POR JOSÉ ANTONIO FIDALGO SÁNCHEZ, CRONISTA OFICIAL DE COLUNGA (ASTURIAS)
Un servidor, viendo-escuchando ayer un debate político entre un maleducado-faltón y un temeroso-insultado, ambos candidatos a presidir un Gobierno de España, optó por votar (es decir, por elegir) a lo más positivo desde el punto de vista económico, y a lo más social desde una óptica de igualdad.
Me planteé un programa político realista, popular y democrático, para mi CENA DE NOCHEBUENA.
Dejando a un lado los clásicos platillos de «entradas», que muchos dicen entremeses, enfoqué un proyecto de PRIMER PLATO, olvidando besugos y similares que están a precio de «mírame y no me toques».
Me decidí, tras votación libre, directa y secreta (es decir, después de proponérselo a mi mujer) por una CONCHAS DE VIEIRA RELLENAS DE MARISQUÍN.
Lo de la «concha de vieira», símbolo del peregrinaje jacobeo, tiene su aquel de leyenda y su mucho de practicidad de caminante. Cuéntase que Venus, diosa del amor, emergió de los fondos del mar flotando sobre una concha de vieira; que el «viernes» toma ese nombre por ser día dedicado al amor (dies veneris = día de Venus) y que la vieira, a modo de mano abierta, es símbolo del amor y de la caridad que todo peregrino a Santiago debe ofrecer a sus hermanos en la fe.
Yo, inclinándome por lo de la «practicidad», entiendo que esa concha era llevada por los peregrinos para que les sirviera de escudilla (plato) donde poder colocar comida o como vaso para beber en las fuentes y manantiales del camino.
Como ven, una interpretación » de poca fe», pero que tiene su lógica razonada y razonable.
Y ahora… ¡a cocinar!
Preparen, según sea su costumbre, un pisto con cebolla, ajo, pimiento verde, pimiento rojo y tomate; procurando que les resulte espesito. Añádanle un toque de fino andaluz y dejen que de unos hervores.
Agreguen después, rehogando con el pisto, corales («huévares») de oricios (erizos de mar) y colas de langostinos (peladas y troceadas). Con porciones de esa mezcla se van rellenando las conchas de viera y se cubren con una salsa bechamel previamente elaborada.
Poco antes de ofrecerlas a los comensales, gratinan en horno para que superficialmente la bechamel tome un atractivo color dorado.
¡Que ustedes lo voten bien (el guiso de estas vieiras, se entiende)!