POR PEPE MONTESERÍN, CRONISTA OFICIAL DE PRAVIA (ASTURIAS)
La industria del cine debe un homenaje a los conductos de aire acondicionado; muchísimas escenas y conflictos acontecen y se resuelven dentro de ellos, mayormente entre habitaciones de hotel. Todo actor o actriz que se precie ha reptado por alguno de esos conductos de aluminio, después de desatornillar la rendija de acceso; la historia moderna del cine podría recorrerse sin salir de esos laberintos de refrigeración asfixiantes, instalados por el guionista para el escamoteo; una especie de “Deus ex machina” colgado del cielo raso en auxilio de la agonía del Bruce Willis de turno. Aún hoy sería más creíble que, en la película “Los diez mandamientos”, Charlton Heston hubiera acaudillado la salida de Egipto, atravesado el desierto de Sinaí y el propio mar Rojo, por los tubos de aire acondicionado, y acaso hubiera llegado antes a la Tierra Prometida.
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