SEGÚN LA HISTORIADORA MARGARITA TORRES, DOCTORA EN HISTORIA MEDIEVAL Y EXCRONISTA OFICIAL DE LA CIUDAD, ESTE ATAQUE PODRÍA SER TAMBIÉN EL ORIGEN DE LA RELACIÓN ENTRE LIMONADA Y LOS ATAQUES ANTISEMITAS
La provincia de León revive en estos días de la Semana Santa una de sus tradiciones culinarias paganas más populares a base de vino rebajado con limonada, agua, especias y azúcar y que se conoce como ‘Matar judíos’, una expresión políticamente incorrecta que en la actualidad se entiende como procesionar de bar en bar para beber limonada.
Aunque los establecimientos hosteleros de León y de otras localidades como Ponferrada, Astorga o Sahagún de Campos suelen servir la limonada unos días previos a la Semana Santa y también en días posteriores, el periodo oficial de esta tradición va desde el Viernes Santo hasta el Domingo de Resurrección.
Cada establecimiento tiene su propia receta si bien la más tradicional es la que tiene como ingredientes vino clarete, agua, canela y limón que se ponen en una tinaja de barro para dejar en reposo durante una semana. Otras recetas añaden naranjas, higos e, incluso, algún tipo de licor.
Los historiadores barajan varios orígenes de ‘Matar judíos’ como el que se remonta a la Edad Media en referencia a la relación que mantenían los judíos y los cristianos y a las artimañas de las autoridades civiles y eclesiásticas para evitar una matanza en las juderías de León que inicialmente estuvieron situadas en Puente Castro, en la antigüedad Castrum Iudeorum (‘Castro de los Judíos’), para trasladarse después a Santa Ana.
Al parecer, para evitar que los cristianos se vengaran de los hebreos, a los que consideraban responsables de la muerte de Cristo y a los que acusaban de envenenar el agua y de profanar las hostias sagradas durante las celebraciones del Viernes Santo, se optó por permitir en plena época de abstinencia y ayuno la ingesta de cierta bebida más suave que el vino de las ventas con el único objetivo de emborrachar a los fieles en las tabernas del Barrio Húmedo y evitar así que se cumplieran todas las amenazas de camino a la judería.
Según los historiadores, los abusos eran más frecuentes en la época de la Semana Santa cuando los judíos hasta evitaban salir de sus casas. Llegado el Viernes Santo y a la pregunta de quien mató a Dios Nuestro Señor los leoneses respondían al unísono: «Los judíos». Ese mismo día armados con palos, guadañas, hoces o espadas se dirigían calle abajo desde la catedral hasta Santa Ana para vengar la muerte de Cristo, lo que llevó a intervenir a las autoridades con ese permiso para tomar limonada, una bebida de capacidad relajante y tonificadora que mermaba la sed de venganza.
Otra versión distinta es que la suavidad de esa bebida conseguía emborrachar al más sereno por lo que en su estado de embriaguez los cristianos decidían tomarse la justicia por su mano y vengar la muerte de Cristo, por lo que tomar limonada paso a ser sinónimo de matar judíos.
El incidente más importante entre cristianos y hebreos en León está documentado y ocurrió en el contexto de un enfrentamiento del rey Juan II de Castilla con parte de la nobleza leonesa. Los ciudadanos judíos estaban protegidos por el monarca por lo que los leoneses consideraron que atacarles equivalía a afrentar e ignorar la autoridad real, como sucedió en la primavera de 1449 cuando Suero y Pedro de Quiñones saquearon la aljama con el vino como mejor aliado para enardecer los ánimos y celebrar el crimen.
Según la historiadora Margarita Torres, doctora en Historia medieval y excronista oficial de la ciudad, este ataque podría ser también el origen de la relación entre limonada y los ataques antisemitas.
Otra de las teorías del ‘Matar judíos’ hace referencia a las celebraciones de los cristianos tras el decreto dictado en 1609 por el rey Felipe III que dio lugar a la expulsión definitiva de los hebreos de León ya que el edicto de los Reyes Católicos no consiguió la expulsión de todos los judíos.
Dice la leyenda que al no tener judíos que expulsar, los leoneses conmemoraron esta «victoria» con visitas a las tabernas de modo que cada limonada que tomaban era un judío que mataban o expulsaban.
A este respecto, se atribuye a Fernando el Católico una frase cuando firmó el decreto de expulsión de los judíos en 1492: «Limonada que trasiego, judío que pulverizo», el dicho que ha evolucionado en la «limonada para matar judíos».
La judería o aljama de Puente Castro fue la más antigua e importante de la ciudad de León en la Edad Media y fue destruida por castellanos y aragoneses en el año 1196 lo que llevó a los judíos a abandonar la zona para instalarse en el barrio de Santa Ana, a las afueras de León.
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