POR PEPE MONTESERÍN, CRONISTA OFICIAL DE PRAVIA (ASTURIAS)
Lev Kuleshov, cineasta soviético, hacía una sola toma del rostro neutral de Iván Mozzhujin, actor ruso de cine mudo, y lo incorporaba en diferentes escenas al lado de un plato de sopa, un ataúd, una niña jugando…, de tal manera que el espectador percibía en cada secuencia un cambio en la expresión de Mozzhujin, acorde al contexto, aunque se trataba exactamente de la misma. Este “efecto Kuleshov” demuestra la importancia de la sintaxis fílmica. Pues bien, también existe una sintaxis psicológica: cambiemos el gesto adusto de nuestra boca por una sonrisa y nuestros ojos se iluminarán; si estamos compungidos, la cara refleja esa tristeza, pero si reímos, si forzamos el gesto, engañamos al espíritu, que termina por alegrarse sin motivo, y esa alegría trasciende fuera de nosotros, contagia al contexto. Por poco que elevemos las comisuras de la boca saltará esa chispa de alegría que nos alumbra y atrae a la felicidad.
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