POR ANTONIO LUIS GALIANO PÉREZ, CRONISTA OFICIAL DE ORIHUELA
Soy consciente de los trágicos momentos que estamos viviendo, de las personas fallecidas, del dolor de los familiares al no poderse despedir de ellos, de aquellos que están luchando por sobrevivir a este virus que nos corroe, de la encomiable dedicación, trabajo y profesionalidad de todos aquellos que a costa de su propia salud están protegiéndonos, incluso podría ser reflexivo con las actuaciones que se han ido o puedan tomarse, de lo que no es momentos de hablar. Con sensatez, es de poner de nuestra parte para actuar solidariamente para el bien de todos. Luego ya habrá tiempo para analizarlo todo con responsabilidad. Mientras, hay que mantenerse firmes y luchar, desconectar de vez en cuando sobre la situación catastrófica que estamos soportando, y no cebar nuestro cerebro sobre la misma, intentando buscar otras alternativas que pudieran servirnos para desdramatizar.
Por ello, haciendo gala de aquella canción del Dúo Dinámico, titulada «Resistiré»: resistiremos. Y lo haremos «cuando se rebelen los recuerdos», sin embargo, hay veces que dejando a un lado las malas sensaciones, otras más benévolas nos ayudan a rememorar y nos auxilian a mantener la continuidad. Ahora, cuando nuestras letras resultan a veces inaccesibles al papel, hay que recurrir al mundo digital.
Así que, dando continuidad a «la riá», ponemos nuestros ojos en este artículo en un hecho urbanístico acaecido en nuestra ciudad, en los años ochenta del pasado siglo XX.
Sucedió el 17 de enero de 1986, con la inauguración de la Plaza de la Anunciación, que dejaba con una mejor vista la puerta conocida como de «los Perdones», en cuya portada, según el franciscano Agustín Nieto, Juan Inglés en los años 1588-1590 dejó su impronta renacentista en la catedral de Orihuela, y en la que el carpintero Baltasar Masquefa y el campanero murciano Pedro Sánchez Segovia dejaron su huella en madera y latón, en 1741-1742.
Aquél día en que se festejaba al Santo eremita, se debió de celebrar la romería anual, no así los nombramientos de la Orden de San Antón, ya que se había acordado en noviembre del año anterior, no llevarlos a cabo.
En aquella fecha, era alcalde de Orihuela Vicente Escudero Esquer y a las siete de la tarde, se llevó a cabo la citada inauguración de la Plaza de la Anunciación, en la que se descubrió una estatua que la presidiría del sacerdote Don Antonio Roda López, fallecido el 26 de marzo de 1984, y que había sido sufragada por la Asociación de Antiguos Alumnos del Oratorio Festivo, y que fue realizada por la Escuela de Artes Aplicadas y Oficios Artísticos de nuestra ciudad, bajo la dirección de Atanasio Martínez, y con un peso de aproximadamente de cuatrocientos kilos, que fue fundida en bronce, en los talleres «Bravo Aguilar» de Valencia en 1985, a los que fue trasladada a mitad de ese año, la escultura que serviría de base para la fundición definitiva.
En la nueva Plaza de instalaron cinco columnas de mármol, con sus capiteles y basas procedentes de un primitivo claustro de la Universidad de mitad del siglo XVI, y que al fabricarse el nuevo fueron enterradas, apareciendo en 1960 con motivo de las obras para la pavimentación acharolada de dicho patio. En aquel año, un servidor cursaba quinto de Bachillerato en el Colegio Diocesano Santo Domingo, en unas de las aulas del citado patio de la Universidad, siendo testigo de aquellas obras. Durante años, las columnas rescatadas fueron depositadas en una oquedad existente en el Patio de Lourdes del citado Colegio. En diciembre de 1985 fueron cedidas al Ayuntamiento para ser incorporadas a la Plaza de la Anunciación y, posteriormente, en el año 2000, al remodelarse dicha Plaza, las columnas fueron retiradas y depositadas con sus capiteles y basas en los almacenes municipales, excepto dos de los primeros y una de las segundas que pasaron al Museo Comarcal Arqueológico de Orihuela ubicado en el Museo de San Juan de Dios.
A los dos años de inaugurada la Plaza de la Anunciación, como otras veces, Juan Bellod Solé tomo la iniciativa de promover un homenaje al poeta Joaquín Más Nieves, consistente en ubicar en la misma un panel cerámico en el que se reprodujera su poema «La Puerta de la Anunciación», publicado en 1979, en su poemario «Canto a Orihuela». A fin de financiar la obra, Juan Bellod comenzó una campaña recaudatoria entre los amigos, y cuando ya estaba la cantidad cubierta, en el mes de noviembre de 1987, una nueva riada devoró a Orihuela.
Entonces el promotor y el poeta decidieron destinar dicha cantidad recaudada, del orden de ciento sesenta mil pesetas (961,65 euros de ahora), a Cáritas Interparroquial a fin de auxiliar a las familias damnificadas de más necesidad. Tras ello, se pospuso la iniciativa y, por fin, el 28 de marzo del año siguiente, los versos de Más Nieves se incorporaron a la Plaza de la Anunciación, inaugurándose en un acto que contó con la presencia del alcalde Luis Fernando Cartagena Travesedo, del presidente del Consejo Rector de la Caja Rural Central Miguel Mazón Gilabert, y la intervención del Coro Mixto de la Catedral de Orihuela.
Espero que estos recuerdos se hayan rebelado positivamente, y que sirvan para, como se dice ahora, cambiar el «chip» en estos momentos en que todo lo que está sucediendo nos hace sufrir.