POR ANTONIO ORTEGA SERRANO, CRONISTA OFICIAL DE LA VILLA DE HORNACHUELOS (CÓRDOBA)
El mes de mayo en Córdoba, es un mes muy especial, por qué desde el primer día de su comienzo se convierte en el mes de la belleza, en el mes en que en sus plazas, paseos, avenidas y calles, los naranjos perfuman su ambiente con el olor penetrante del azahar de sus naranjos. ‘Es el mes de las Flores’, ‘Es el mes de las Cruces’, ‘Es el mes de ‘Los Patios’, ‘Es el mes de la Feria’ ‘Es el mes de la alegría’ y ‘El mes de la Batalla de las Flores’.
En Córdoba, se saborea el deleite de una “Batalla”, pero que quede bien claro… de una batalla, en la que no existen trincheras, en la que no se tiran proyectiles, ni granadas de mano… ya de la mano de las bellísimas mujeres cordobesas, lo único que salen son Claveles, Clavellinas, Rosas y Nardos.
Los claveles blancos, rojos y espurreados de varios colores, hasta existen algunos con la bandera de Andalucía y la bandera de España. Porque amigos míos en Córdoba, tenemos los mejores jardineros de la tierra, que son personas que miman y crean verdaderos viveros, de mil variedades de prodigas y exuberantes fantasías; capaces de quitarles la importancias que tienen… los fastuosos jardines de Babilonia, en los que Nabucodonosor, quiso deslumbrar con ellos a su amada con la más gigantesca obra de unos jardines, que creyó que no se encontrarían en ninguna parte del Universo y por ende en la tierra, ¡¡pero se equivocaba!!, ya que él no podía imaginar nunca, los que existían en una de las ocho provincias de nuestra Andalucía. ¡¡Córdoba!!
Y aunque Córdoba, también es la ciudad de los dos extremos, ya que en ella podemos pasar, de lo que en ninguna parte del Universo es previsible, en ella saltamos del frío intenso, al calor, el mismo que hace en el desierto de Arizona en EE.UU., del calor desorbitado de este desierto, que como se puede comprobar en la fotografía que inserto, sólo se crían: aulagas, cactus, arácnidos, crótalos y toda clase de bichos venenosos… al intensísimo frío de la sabána rusa de Siberia, en la que se hielan hasta el propio aliento y las palabras o las voces que salen de nuestra gargantas, así como pasamos de la sequía más tremenda de nuestra extensa campiña a las tormentas más tremendas con abundante agua, granizo y aparato eléctrico, al mismo tiempo, con una naturalidad pasmosa, del ‘pesimismo’ a la ‘alegría’ más desbordante y bulliciosa.
En nuestra Córdoba, la ciudad milenaria por excelencia, la de los monumentos más representativos y simbólicos, donde se desarrollaron los hechos más notables de la tres culturas, la de la Mezquita Aljama, hoy Mezquita-Catedral de Córdoba; que antes de serlo, fue basílica de San Vicente, de la que el primer Califa Omeya, aprovechó sus cimientos para construir la su gran Mezquita, para fuese espejo naciente de la de Damasco.
La Mezquita-Catedral de Córdoba es el monumento más importante de todo el Occidente islámico y uno de los más asombrosos del mundo. Cada día sorprende, maravilla y extasía a quién la visita, sea aborigen o foráneo, ya que los cordobeses cada día encuentran algo nuevo en ella y los visitantes extranjeros que ya estuvieron en ella, se sorprenden al ver algún detalle nuevo que no vieron la primera vez.
En su historia podemos comprobar la huella de los ‘alarifes’ más cualificados y reconocidos del mundo y, al día de hoy, resumir la evolución completa del estilo omeya en España, además de los estilos gótico, renacentista y barroco de la construcción cristiana.
El lugar que hoy ocupa nuestra Mezquita-Catedral parece haber estado, desde antiguo, dedicada al culto de diferentes divinidades. Bajo dominación visigoda se construyó en este mismo solar, -como se ha dicho-, la basílica de San Vicente, sobre la que se edificó, tras el pago de parte del solar, la primitiva mezquita. Esta basílica, de planta rectangular fue compartida por musulmanes y cristianos durante un largo espacio de tiempo.
Durante la dominación musulmana fue creciendo progresivamente, hasta el momento de ser adquirida totalmente por Abderramán I y destruida para la definitiva construcción de la primera Mezquita Alhama o principal de la ciudad. En la actualidad algunos elementos constructivos del edificio visigodo se encuentran integrados en el primer tramo de ella.
La gran Mezquita consta de dos zonas diferenciadas, el patio o saha porticado, donde se levanta el alminar (bajo la torre renacentista), única intervención de Abd al- Rahman III, y la sala de oración o harán en el que crearán un interior de columnas y arcos sorprendente.
El espacio interior se dispone sobre un concierto de contrafuertes y arcadas bicolores de gran efecto cromático. Cinco son las zonas en las que se divide el recinto, correspondiendo cada una de ellas a las distintas ampliaciones llevadas a cabo por distintos soberanos, hasta llegar a la ampliación de Almanzor y las capillas cristianas.
Y sigue el mayo cordobés, a pesar de un frío desapacible, que se nos ha venido encima de esos que “raspan la geta” y que hacen volver, nada más y nada menos, ponernos las más invernales prendas de abrigo.
Pero la gente tiene ganas de calle y el domingo, para no coincidir una vez más, con la manifestación de 1º de Mayo, el paseo de La Victoria, volvió a montar el circuito donde las carrozas, la mayoría ocupadas por las peñas, y el público, autoridades incluidas, intercambiaron el más hermoso combate floral de la primavera.
Una vez más me sorprendió el primor con el que estaban adornadas las carrozas, así como la cantidad de ‘paparachis’, asiáticos que cámara en ristre, no perdieron detalle de todo lo que ocurría. Subdelegado del Gobierno, Autoridades Municipales y Representantes de Peñas Cordobesas en la batalla de las Flores ¡¡Ole y Ole a dos ancianos!!
Y así termina mi crónica de la Batalla de las Flores en Córdoba, esperando que les haya gustado a todos, pero les recomiendo que si se pasan por esta ciudad en estos días disfrutaran igual que como lo estamos haciendo, los que vivimos en ella. ¡¡Un fuerte abrazo a todos!!