POR MIGUEL GALLEGO ZAPATA, CRONISTA OFICIAL DE SAN JAVIER (MURCIA)
“Es un memorial dulcísimo, sacrosanto y saludable en el cual renovamos nuestra gratitud por nuestra redención, nos alejamos del mal, nos afianzamos en el bien y progresamos en la adquisición de las virtudes y de la gracia, nos confortamos por la presencia corporal de nuestro mismo Salvador, pues en esta conmemoración sacramental de Cristo está presente El en medio de nosotros. Con una forma distinta, pero en su verdadera sustancia”.
San Javier que celebra desde tiempo inmemorial ésta fiesta tan entrañable, sacando por las calles y plazas la custodia bajo palio, ha confeccionado una artística alfombra de sal en diversos colores que ha llamado la atención de cuantos han tenido la suerte de contemplar tan singular obra.
Como todos los años, mis hijos han montado un altar en la puerta de mi casa para lo que no han escatimado esfuerzo trayendo sus mejores bordados y adornos florales, sacando a la calle antiguas imágenes heredadas de sus antepasados, poniendo a contribución todo el fervor eucarístico tradicional en nuestra familia.
Cuando en el altar fue depositada la custodia y desde allí se impartió la bendición sufrí una emoción que es muy difícil narrar, pues como otros años sentí la sensación de que “Dios había venido a mi casa”