POR PEPE MONTESERÍN, CRONISTA OFICIAL DE PRAVIA (ASTURIAS)
¡Qué faena!, una rueda de mi Vespa pinchó y tuve que acercarme a Asturfuente, en General Elorza 27, debajo de la casa natal de la reina Letizia; mientras esperé a que la revisaran disfruté del anuncio de un cortacésped automático, en el que un matrimonio guapo merendaba en el jardín de su chalet mientras sus dos hijitos y el perro correteaban tras el robot que segaba a su aire, alrededor de la piscina. Envidié la paz que reflejaban aquellas imágenes, la importancia de crear un nido después de recorrer mil mares, de disfrutar de una mujer joven y guapa, riéndose y merendando eternamente. Estoy de acuerdo con Tolstoi, en el primer y famoso renglón de “Ana Karenina”, en que todas las familias felices se parecen, pero en este caso que cuento hay una sutil diferencia que no observé en la realidad ni en las novelas: el cortacésped. Al final, decidí llevarme uno, a cambio de mi Vespa.
Fuente: http://www.lne.es/