POR FRANCISCO SALA ANIORTE, CRONISTA OFICIAL DE TORREVIEJA (ALICANTE).
Hace unos días escribía un artículo sobre los ‘costilleros’ en las salinas de Torrevieja. No era el único lugar donde existió esta explotación infantil; hoy hablo de los ‘costilleros’ en la sierra de Cazorla (Jaén), como otro ejemplo de la pobreza, la explotación y la barbarie que se cometía con los niños en un pasado no demasiado lejano.
El trabajo de leñador, además de peligroso, era agotador. Aunque existían caballerías para llevar la leña al pueblo, hasta los años 50 perduró en esta zona el oficio de ‘costillero’, que eran los leñadores, en muchas ocasiones niños, que llevaban al pueblo la leña agrupada en grandes haces sobre sus propias espaldas, a veces en distancias superiores a los 10 Km.
La demanda de leña por parte de las poblaciones serranas de Cazorla y la dificultad para transportarla hasta las mismas, tuvieron como consecuencia que la masa forestal cercana a éstas prácticamente fuera erradicada, a pesar de la vigilancia y control de la guardia forestal. En el caso que el resguardo cogiese al leñador ‘in fraganti’ cometiendo una infracción, solía requisarle el hacha, por contrario que en Torrevieja, que a los ‘costilleros’ al ser detenidos por los guardias del resguardo de las Reales Salinas eran ingresados en prisión.
Los ‘costilleros’ eran gente muy pobre, de cualquier edad, hombres o mujeres, generalmente niños, que acarreaban a sus espaldas enormes haces de leña de decenas de kilos de peso y que siempre a pie recorrían los senderos más escarpados para llevar su mercancía hasta los clientes.
En Cazorla todavía quedan vivas algunas personas mayores que trabajaron en su juventud en estas tareas forestales, guardan recuerdos o historias relacionadas, o fueron costilleros en su juventud, esfuerzo que hoy día es reconocido y valorado.