POR JOSÉ ANTONIO FIDALGO SÁNCHEZ, CRONISTA OFICIAL DE COLUNGA (ASTURIAS)
Fue el jesuita P. Manuel de Villegas, misionero en Sudamérica, quien en 1610 dio una interpretación cristiana a la preciosa flor de una planta trepadora, tipo enredadera, a la que dio el nombre de FLOR DE LA PASIÓN o PASIONARIA MORADA.
Pasado el tiempo los botánicos asignaron a la plantá el nombre científico de PASSIFLORA CAERULEA L. y también P. Edulis L.
Su fruto es el maracuyá, muy rico en vitamina C.
¿Por qué «flor de la pasión»?
Son varios los aspectos que el P. Villegas esgrime para relacionar esta flor con la pasión y muerte de Jesús. Estos son los más destacados:
A) La planta es resistente a terrenos difíciles y climas diversos. Es una planta símbolo de FORTALEZA y LEALTAD, como así fue la pasión y muerte de Jesús.
B) El propio color de la flor, morado, es a su vez el propio de la Semana Santa católica.
C) Los filamentos de colores que acompañan a los pétalos simbolizan la corona de espinas que ciñeron a la frente de Cristo como burla de su reino celestial.
D) Los cinco estambres (blancos en la foto) representan las 5 dolorosas heridas de Jesús en su muerte (dos en las manos, dos en los pies y una en el costado).
E) Los tres estigmas (en negro) se relacionan con los tres clavos de la Crucifixión.
F) Los diez pétalos simbolizan a María, San Juan y otros fieles que acompañaron a Jesús al lado de la Cruz.
Ayer estuve en Cangas de Onís, primera capital del Reino de Asturias, y en Cangas de Onís observé emocionado esta FLOR DE LA PASIÓN en una enredadera que hacía muro en una huerta. Hice la foto y recordé en ella todos los detalles que en el siglo XVII contaba el Padre Villegas SJ. No les extrañe mi sorpresa porque yo fui alumno de jesuitas y profesor en un colegio de jesuitas.
Y pensé en Covadonga, lugar de peregrinación donde la gente que sufre va a pedir ayuda, los devotos a visitar a la Santina y los no creyentes a disfrutar de un paisaje y de una historia inigualables.
En Covadonga, en estos días de novenario mariano, hay visitas de Obispos y de Cardenales, con sus capisayos morados (fucsias) y rojos y su orgullo de ser Príncipes de la Iglesia, olvidándose de ser «servi servorum Dei». Y hay sacerdotes que sufren las erróneas decisiones episcopales en orden a su vida pastoral. Y las sufren con LEALTAD al mandato de Jesús («ut dilicatis invicen sicut dilexi vos») como nos enseña LA FLOR DE LA PASIÓN.
Son curas que regalan amor, enseñanza, servicio… tolerando heridas de espinas, de clavos y de lanzas.
Y es que como decía Sor Juana de la Cruz, una de las últimas personas canonizadas por Juan Pablo II, «en cuestiones de amor y servicio a los demás siempre conviene pasarse un poquiyo».
Era andaluza.
Covadonga en fiestas y en devociones marianas. Y en ellas y con ellas, muchas FLORES DE PASIÓN.
La Virgen, que sabe de milagros y de favores a quienes sufren, me entiende perfectamente.