POR JOSÉ SALVADOR MURGUI, CRONISTA OFICIAL DE CASINOS (VALENCIA)
«Mi pálida frente, la acaricie el aura fresca,
perfumada por las flores de los campos de mi tierra.»
Escribo ésta crónica el último día de abril del año 2020. En menos de doce horas entramos en mayo. Mayo ha sido siempre el mes de los acontecimientos, además del refrán aquel que nos hablaba de los bautizos, bodas y comuniones, mayo es el mes duro de los estudiantes, mes en el que se festejan muchos acontecimientos, y un mes interesante para cargar energías y afrontar el final de la primavera y vivir el verano.
En la crónica de ayer, hablaba de los Cursos que el PPO, realizó en Casinos en 1970, citando la edad de los alumnos que asistían a las clases. En las últimas líneas del texto, hablaba de ese sentido homenaje que merecían nuestro agricultores por lo que supuso adaptarse a ese cambio y poder a conducir, a la vez que pudieron disfrutar del aprendizaje de este cursillo y de otros que se impartieron para modernizar y actualizar la agricultura.
Ese curso concreto se impartió en el «Cine de Pons», la parte que queda de la Casa Diezmera, convertida hace años en cine y que es continuación del edificio del Ayuntamiento de Casinos. Al finalizar el Curso, el día del reparto de los diplomas, fue una jornada de convivencia con la presencia de Autoridades, y un alumno: Verísimo Esteban Pons, que en aquellos años contaba con 56 años, escribió y recito una poesía como broche de oro de aquella experiencia vivida:
¡Viva la promoción profesional obrera!
La verdad puesta en razón, puede que a mí me conmueva
si el examen me comprueba, que soy digno de admisión.
En esta porción de amigos, donde impera la ilusión
no caben ya más testigos, que los de la promoción.
Tres meses consecutivos de sufrimiento y desvelos,
al rojo están los cerebros y nuestros propios sentidos.
De este modo con razón, la promoción adelanta
y su dignidad es tanta, que afirma la cuenta exacta
en su propio corazón.
Contentos podéis estar de nuestro Alcalde querido
que como jefe y amigo, nos ha querido ayudar.
¡Hurra pues podéis gritar! que si no es mucho pedir
Jefatura os ha de dar, Carnet para conducir.
Casinos pueblo ideal, que por sin igual valor
podrás cantar tus estrofas, ¡al sonido del tractor!
Gracias a los Monitores, por su constancia y desvelo
pues olvidarlos no puedo y les rindo mis honores.
Esta Promoción Obrera, con toda sinceridad
felicita muy de veras, al Jefe de esta hermandad.
No sé si podré expresar las emociones que siento
en este feliz momento, que nunca podré olvidar.
¡Casinos rincón de amor, cuna de lindas mujeres
que con sus dulces sonrisas, recogen todas las brisas
de nuestros propios quereres!
¡Casinos de mi ilusión, si yo volverá a nacer
de Casinos y español, quisiera volver a ser!
Una cordial despedida para las Autoridades
en esta misión cumplida que afecta a nuestros hogares.
Altamente agradecidos mis compañeros y yo
damos una ¡Viva al Sr. Alcalde, y otro viva al PPO!
El aplausi y abrazo general, cerificó aquel éxito. Verísimo era hijo Carmen y Francisco, murió con 86 años, en el año 2000, fue un hombre del campo, dedicó toda su vida a la agricultura, y una de sus principales aficiones era la música, formando parte de las filas de la Unión musical Casinense, siendo un virtuoso del trombón. Un hombre ilustrado de aquella época al que se le puede calificar como un erudito. Su facilidad para escribir poesías le hacía acreedor de ese título.
Hombre de trato afable y verbo fácil, siempre recuerdo mi época de estudiante que pasaba todos los días por la puerta de su casa para coger la Chelvana que nos llevaba de Casinos al INB de Llíria, y él estaba preparándose para ir al campo, yo, por educación siempre saludaba a cualquier persona que me cruzaba por la calle, pero era parada obligada al llegar a su casa y verlo junto a su tractor Barreiros, dedicarle el saludo matutino, al siempre respondía con un sonoro y simpático ¡-Bon día! que te cargaba las pilas para afrontar la nueva jornada.
Para despedir el mes de abril y como homenaje a nuestro poeta, dejo constancia de una poesía escrita de su mano en 1965 y que lleva por título:
Canto a mi tierra
Declina el sol mansamente, con esa augusta grandeza
melancólica y suave, de los campos de mi tierra.
Las aves por despedida, modulan castas endechas,
como mística plegaria, que de sus pechuelos vuela.
Mientras arriba en el cielo las nubes amarillean
cual si al morir de la tarde, muriesen también de pena.
Del valle las pobres flores, que en la mies se abre modestas
puras al padre del día, tácita oración ofrendan.
El aura que sopla leve, con amor las balancea,
y sus corolas inclinan, que el sol moribundo besa.
¡Es la más fiel, la más honda, la más religiosa y tierna,
esta plegaria silente, que en el crepúsculo reza,
las nevadas margaritas, las amapolas sangrientas.
En la altura las campanas de la torre de mi iglesia
dulcemente va diciendo, con su voz pausada y lenta
que hay un algo por encima, de los riscos de la sierra,
de las nubes, de los aires, de la luz de las estrellas.
Y entonces la carne calla, y entonces el alma reina,
y se siente la nostalgia de la patria verdadera,
que se encuentra allá muy lejos donde el espíritu sueña.
Se escucha un canto de amores, que suspiran con sus quejas,
noble corazón herido, que esperando desespera.
En la quietud de la hora, se oye pura la cadencia
de la trova delicada que a salmo cristiano suena.
¡Oh que casta, que tranquila, que religiosa, cuan bella
la tristísima hermosura de los campos de mi tierra!
¡Señor que todo lo puedes, Señor que todo lo creas,
dale también a mi vida, un ocaso que aparezca
la muerte de aquesta tarde, tranquila, pura, serena.
Quiero que por la honda herida, de mi corazón se viertan,
los mensajes divinales, en que tu amor se recrea.
Quiero escuchar las campanas, de la torre de mi iglesia,
y que mi pálida frente, la acaricie el aura fresca
perfumada por las flores de los campos de mi tierra.
Verísimo Esteban 1965./i>