POR AGUSTÍN DE LAS HERAS MARTÍNEZ, CRONISTA OFICIAL DE VALDEPIELAGOS (MADRID)
Durante más de cuarenta años se han recopilado en la Comunidad de Madrid romances tradicionales yendo de pueblo en pueblo.
Jose Manuel Fraile Gil he recorrido caminos para encontrar la poesía popular que no merece ser olvidada.
Esta obra «ROMANCES TRADICIONALES Y CANCIONES NARRATIVAS DE MADRID Y SU PROVINCIA» contiene 1494 entradas y 476 audios recopilados en una tarjeta USB.
Entre las coplas hay varias recogidas en Valdepiélagos.
Una es un fragmento de un mayo cantado la noche víspera de San Isidro del 14 al 15, que recordaba Maria Isabel, el 27 de mayo de 1994.
Otra es sobre la Virgen cantada por Antonina Sanz González el 28 de septiembre de 1990. Tenía 90 años.
La más antigua letra que figura en el libro fue cantada por Andrés Calleja Barrios el 30 de julio de 1945. Tenía en aquella fecha 36 años de edad. Y la recogió para la posteridad Manuel García Matos.
Jose Manuel estuvo en Valdepiélagos el 26 de febrero de 2020 e inmortalizó la angelical voz de Angelina González Pérez en dos canciones. Una de las letras era esta:
«- Madre a la puerta hay un niño
más hermoso que el sol bello
y dice que tiene frío:
el pobrecito está en cueros.
— Anda dile que entre
se calentará
porque en esta tierra
ya no hay caridad.
ni nunca la ha habido
ni nunca la habrá.
Entra el niño muy cortés
a la lumbre a la cocina
y estándose calentando
las lágrimas le caían.
La patrona dice
– No llores muchacho,
Si lloras de frío
te irás calentando.
Niño si quieres cenar
se te compondrá la mesa
se te guisará al contado
como un niño regalado.
Y el niño responde:
– Eso no, señora,
que yo me mantengo
con la gracia sola.
– Hazle la cama a este niño
en la alcoba y con primor.
– Señora no quiero cama,
que mi cama es un rincón.
Mi cama es el suelo
desde que nací
y hasta que me muera
ha de ser así.
Al amanecer el alba
el niño se levantó
y a la patrona le dice :
– Señora quede con Dios.
Yo me voy al templo
porque allí es mi casa
y allí vendrán todos
a darme las gracias.
La Madre buscando al Niño
por caminos y veredas
y a todo el que se encontraba
por su hijo preguntaba.
– ¿Ha visto usté al niño,
al rey de los soles,
al que nos alumbra,
con sus resplandores?
Ya encontró la Madre al Niño
y le dice: ¿Dónde estabas?
¿dónde has pasado la noche?
Tu madre no te encontraba.
Y el niño responde
un tanto suspenso:
– ¡Si viera usted Madre,
qué cama me han puesto!
Unas sabanillas
y un colchón de lienzo.»