POR MANUEL GONZÁLEZ RAMÍREZ, CRONISTA DE ZACATECAS (MÉXICO).
El solsticio de invierno coincide con el día más corto del año en el hemisferio norte, además de la temporada de frío. La fiesta del Sol invicto. Un culto venido de Oriente.
La fiesta de Sol Invicto, cuyo nombre oficial era Nativitas Solis Invicti o “nacimiento del Sol invicto”, era una celebración dedicada a una deidad solar que se celebraba el 25 de diciembre. ¿Pero quién era este dios? “No lo sabemos muy bien. No era uno muy predominante dentro del catálogo de divinidades romanas”, explicó a BBC Mundo el historiador y biblista español Javier Alonso.
Por su parte, el profesor de Historia Antigua de la Universidad de León, España, Santiago Castellanos, agregó que esta deidad “no era una de las más presentes en la praxis política romana, al menos no estaba al nivel de Júpiter y Marte, quienes tuvieron mayor implantación en cuanto a templos y estatuas”.
Como ocurrió con el cristianismo, el culto de este dios llegó a Roma desde el Oriente, en particular de lo que hoy es Siria; y lo hizo de la mano del emperador Marco Aurelio Antonino Augusto, mejor conocido hoy como Heliogábalo. El soberano, quien apenas reinó cuatro años (218-222 d.C.), desplazó a Júpiter de la cabeza del panteón romano; y, en su lugar, colocó a El-Gabal, una divinidad solar que él era adoraba y de la que era sumo sacerdote en su natal Emesa (la actual ciudad siria de Homs).
Para facilitar el cambio religioso, el dios fue rebautizado con el nombre latín de Deus Sol Invictus (Dios Sol Invicto). “Sol asumió todo el culto solar que en el mundo griego se había asociado a la figura de Helios y también su iconografía”, agregó Castellanos.
Cristianización de la fiesta del Sol invicto.
Una vez que el emperador Teodosio declara que el cristianismo es la religión oficial del Imperio (392 d.C.) surge en las autoridades civiles y eclesiásticas la urgencia de aclarar algunas dudas no resueltas en los evangelios, para así facilitar que los romanos abracen la nueva fe. Y entre ellas está cuándo nació su nuevo dios.
Los natalicios eran un asunto vetado para los judíos y los primeros cristianos.
«La ley no nos permite celebrar fiestas en el nacimiento de nuestros hijos, y por lo tanto darnos ocasión de beber en exceso», explica en uno de sus escritos el historiador judeorromano del siglo I, Flavio Josefo.
En cambio, para los romanos los cumpleaños en algunos casos eran un deber. Así, por ejemplo, desde el año 45 a.C. debían realizar sacrificios públicos en honor al natalicio de Julio César.
“Cuando el cristianismo comienza a ser una religión poderosa, ligada a los emperadores, se comienza a tener esa necesidad de fijar con certeza, otra cosa es que sea verdad o mentira, el nacimiento de su fundador. Necesitan por razones litúrgicas anclar esa fecha en el calendario”, explicó Castellanos, quien además de experto en el Imperio romano es novelista histórico y acaba de publicar “Rey de los Godos”.
Por su parte, Alonso indicó que la fiesta del Sol Invicto resultaba idónea para fijar allí el nacimiento de Jesús, por su significado para los romanos.
“El Papa Julio I decide que el nacimiento de Jesús sea el día de la fiesta del Sol, durante el solsticio de invierno, por la creencia de que el sol derrotaba a las tinieblas», explicó.
«Las celebraciones en las sociedades antiguas estaban atadas al calendario agrario y todo giraba alrededor del momento de la siembra y de la cosecha. En la antigüedad las fiestas se hacían en tiempo de cosechas o de vendimias y con el paso del tiempo le fuimos adhiriendo santos y santas, pero originalmente todo estaba relacionado con la agricultura”, agregó.
Comienza el invierno.
La estación de los hielos inicia; la nieve cubrirá los campos; las quintas y casas de recreo están huérfanas de sus habitantes; la puerta de las cabañas se abre más raramente; el labrador, rodeado de su familia, permanece inactivo cerca de la lumbre; los ricos se hallan reunidos en ciudades donde se multiplican para ellos los bailes, los espectáculos y las fiestas. Pero habrá quienes celebren la Navidad con auténtica devoción de acuerdo a sus creencias. Todas muy respetables.