POR MANUEL GONZÁLEZ RAMÍREZ, CRONISTA DE ZACATECAS (MÉXICO).
Las pequeñas cosas de la vida… que ocurren en Zacatecas.
A principios del año me quedé sin vehículo y me movía en transporte público. A veces, amigos me apoyaban en ciertos desplazamientos.
Uno de esos días, una amiga me llevaba en su auto e íbamos hablando de accidentes. Me contó que hace unos 30 años, conducía su vehículo por el boulevard capitalino y a la altura de la gasolinera Servicio Colón, un señor se cruzó intempestivamente y lo impactó.
Llegó la policía y la detuvo, mientras la Cruz Roja trasladada al hombre al hospital del IMSS. Estuvo internado por un par de días y ahí declaró que él había tenido la culpa y pidió que liberaran a la conductora del carro.
Mi amiga, de la sede de la Policía Judicial se fue directo hacia el hospital para ver en qué condiciones se encontraba el señor.
Cuando estuvo ahí, él le dijo: “Mire señora, hace tiempo tuve una caída y perdí movilidad en una pierna y un brazo, y con el golpecito que usted me dio, ya casi se me compusieron. Ya puedo moverlos más… ¿por qué no me da otro golpecito para ver si ya quedo bien del todo?”. Ella sonrió nerviosamente y solo atinó a decir: “No, ya no…”
El hombre quedó muy agradecido con ella por haberlo atropellado. Eso le mejoró la vida en todos sentidos. Lo consideró un hecho milagroso.