POR MANUEL GONZÁLEZ RAMÍREZ, CRONISTA OFICIAL DE ZACATECAS (MÉXICO).
A propósito de que hoy, 17 de abril de 2021 se conmemora el aniversario luctuoso de sor Juana Inés de la Cruz, gloria de las letras mexicanas. Les comparto una singular anécdota.
Así como nunca me canso de visitar el fabuloso Museo de Guadalupe, Zacatecas (considerado como parte del Patrimonio Cultural de la Humanidad desde 2010).
También, cada vez que puedo, visito El Monasterio de El Escorial (Patrimonio Cultural de la Humanidad desde 1984). Está ubicado a pocos kilómetros de Madrid y fue en ese recinto donde pasó sus últimos meses de vida el rey Felipe II, el mismo donde lugar también firmó el Título de <Muy Noble y Leal> para la Ciudad de Nuestra Señora de los Zacatecas, el 20 de julio de 1588.
En la misma fecha y lugar signó la real provisión por la que otorgaba Escudo de Armas a Zacatecas.
En una de las últimas visitas a El Escorial, y al deambular por la impresionante Biblioteca de Felipe II, la curiosidad me impulsó a cruzar una puerta que estaba entreabierta y que no era parte del recorrido.
Al cruzar el umbral, me encontré en un pequeño claustro. Muy sobrio y pintado de blanco. Eso resaltaba la presencia de unos retratos pintados al óleo sobre tela y que correspondían a las glorias de la literatura española y… ¡Oh, sorpresa! ¡Ahí estaba un autorretrato de la décima musa, gloria de las letras mexicanas, nuestra sor Juana Inés de la Cruz! Me emocioné al contemplarla y, al saber que una mujer y además mexicana, estuviera en esa galería de honor. De hecho, es el único retrato de una mujer. Todos los demás, entre ellos, Cervantes y Lope de Vega, son puros varones. Fue un encuentro inesperado e inolvidable…
Otra cosa interesante es que no era sabido eso de que sor Juana, además de otros talentos también pintara. Todo parece indicar que ella hizo su propio retrato y se lo obsequió a su amiga María Luisa Manrique de Lara, quien había sido virreina de Nueva España entre 1680 y 1686, pero se quedó a vivir en México después de su mandato, aplazando su regreso a España hasta 1688.
A España se trajo un retrato de Sor Juana Inés de la Cruz y también los manuscritos de los dos primeros tomos de las Obras completas de la ya célebre escritora novohispana, cuya fama contribuyó a consolidar en Europa y América.
Al llegar a España, la Condesa de Paredes se ocupó personalmente de publicar los dos primeros tomos en Madrid (el primero, en diciembre de 1689) y en Sevilla (el segundo, en 1691), depositando después los manuscritos en la Biblioteca del Monasterio de San Lorenzo de El Escorial. Y con los años, el retrato también fue a parar ahí, a decir de la investigadora de la Universidad de Barcelona, María-Milagros Rivera Garretas. Lo cual no me extraña mucho, ya que sor Juana era de la orden monacal de las jerónimas. El Escorial era un monasterio de los jerónimos.
Ilustración :Sor Juana Inés de la Cruz. Autorretrato. Óleo sobre lienzo; dimensiones: 104 x 84 cm.
México, 1680-1686. Tesoro artístico del Real monasterio de los monjes jerónimos de El Escorial, Madrid, España.