POR AGUSTÍN DE LAS HERAS MARTÍNEZ, CRONISTA OFICIAL DE VALDEPIELAGOS (MADRID)
En la mañana fría de noviembre crucé el Jarama a lomos de mi corcel traído de las lejanas tierras de Cipango. Me gustaba coger el camino de Fuente el Saz y desde alli subir a la campiña. Tierras del Fuero, pero con otro gobernador distinto al de Magerit, pero bajo el mismo arzobispo.
Para dejar el valle del rio de la frontera o de nadie, como era llamado por algunos bereberes debía subir hacia las alturas. Las contrarias frente a las atalayas que quedaban al otro lado del rio.
Atravesaba y ascendía páramos de las tierras bajas de la aldea a la que me encaminaba y donde volaban cigüeñas y se escondían las avutardas.
Mas cuando me encontraba en un alto desde donde divisaba todo el valle, con el fondo de la sierra que dejaba la antigua frontera del Duero al otro lado, y dibujaba el cerro San Pedro, La Cabrera, la Peña de la Cabra, Somosierra y los pasos al norte, bajé de mi montura y vi la inmensidad de la lejanía. Y no sé si dormido en un sueño de mañana oi una voz:
– ¿Te gustan mis dominios? – preguntome una figura mitad clérigo mitad soldado.
-¿Quién eres? -le dije.
– Soy Rodrigo, el de la Rada, el que acompañó al soriano, el de las Navas. Y como sigas soñando en esta época, perderás tu alma. Anda y regresa al futuro, al menos viaja 800 años. Y celebra lo que has venido a celebrar y déjate de soñar lo que no has vivido.
Aún hacia frío junto a la biblioteca y el silo donde estaba aparcado mi Honda con la fibula del caballo arévaco y donde me había quedado dormido.
Bajé del coche. Me encaminé al origen de los actos. Una plaza de un auditorío, pasado un mercado medieval, donde nos habían emplazado. Y a ediles, corregidores, cronistas, archiveras, bibliotecarias y en definitiva amigas y amigos, he acompañado.
Y como en los días felices donde no sabes si se detiene el tiempo o al contrario te lo roba el mismo Cronos, todo ha sucedido.
Un teniente abanderado cortaba el aire con una bandera, música de los gaiteros del tio Kalicia, tambores, dulzainas, crotoreo de cigüeñas en el campanario y hasta cascos de caballos he escuchado. Luego ha sido todo acompasado en día que no debiera existir, no por la celebración del Fuero, sino por la lacra de la violencia. Un minuto de silencio nos ha recordado la fecha.
Y a continuación hemos llegado al Centro Municipal de Actividades. Y allí nuestra anfitriona Isabel nos ha arropado. Primero con sus palabras, luego el video, esa obra de arte que ha creado Alfonso y todo bajo el diseño de Ricardo. El Alcalde a puerta gayola, sin papeles, ha estado en su lugar agradeciendo y saludando. Inmaculada ha puesto el punto en la historia de esta aldea de la campiña que mira desde lo alto las tierras del arzobispo. Y después, los presentes y he de decir que el mío no lo esperaba porque si te he ayudado, Isabel, ha sido porque es imposible mirar a otro lado cuando se percibe la ilusión de querer realizar un proyecto como ha sido esta celebración. Y yo lo he hecho con mucho placer y cariño. El colofón lo ha creado la Rondalla Casareña. Nos ha hecho viajar en el tiempo entra cantigas y romances, y hasta música le han puesto a Cervantes. No miento si digo que es la mejor rondalla que he escuchado… en Guadalajara. Porque la mejor de Madrid ya tiene lugar, Valdepiélagos.
Las migas nos han quitado el hambre y a algún cronista hasta se la ha requitado. De entre la rondalla ha surgido nuestra maestra que nos ha enseñado desde la iglesia del Casar hasta el mirador del Calvario. Gracias Maria del Ángel. Y gracias a ese cura que abre las puertas de su iglesia para todas las almas. Ojalá hubiera más José Ignacios.
Y en este punto el trovador tira del narrador pero este se resiste. El primero quiere que el cronista haga una carta de candelas y cuente amagos de calvarios dentro de la iglesia, y hable de aldabas y la razón de las risas entre amigos y compañeros. Pero no debo.
Prefiero llevarme en el corazón este día que me ha regalado Isabel, todo su equipo, los recios casareños y las dulces casareñas, y sobre todo, esta gente del Fuero al que tengo la inmensa suerte de que me tengan entre ellos. Gracias El Casar. Gracias equipo.