POR AGUSTÍN DE LAS HERAS MARTÍNEZ, CRONISTA OFICIAL DE VALDEPIELAGOS (MADRID) 

Es en la paz de mirar a lo lejos cuando el recuerdo de personajes que existieron me hace imaginar escenas.

Hoy volveré a pasar por donde indican Quintanilla. Y hace ochocientos cincuenta años bien pudiera haber visto esta escena.

El halcón sobrevolaba el río en un paisaje de carrascales y pinos a lo lejos, ruido de manantiales y todo mecido por el viento que saneaba cuerpos y almas.

De su morral sacó un trozo de carne que enseñó al cielo mientras hacía sonar los cascabeles. Elevó su brazo izquiedo protegido con la lúa, y la rapaz vino con su dueño.

En la paz que daba la vega del Pilde, vista desde un alto pico, una dama y un caballero recordaron un pasado, camino de su villa.

Ella se llamaba Elvira, Gónzalez de Lara, hija de Gonzalo II Núñez de Lara, gobernador de Lara y Osma, Tercer Conde de Lara, Teniente señor por ser repoblador de las difíciles tierras de Osma. Y además de Señor de la Casa de Lara, lo era de las villas de Covalera y Duruelo.

El caballero era Pedro Nuñez Fernández, II Señor de Fuente Almexir y de San Esteban de Gormaz y Teniente señor de Osma, en varias ocasiones, como su suegro.

Ella escuchaba aquella historia que había oido decenas de veces de boca de su amado pero que siempre aceleraba su corazón y le azulaba más el iris de sus ojos.

El joven rey castellano, y soriano, era perseguido por las tropas leonesas. Los Infantes de Castro se le echaban encima.

Unos dias antes, en 1162, el entonces regente de Castilla el conde Manrique Pérez de Lara se dispuso a negociar con Fernando II de León, ansioso por hacerse con la tutoría de su sobrino, motivo por el cual ambas partes decidieron reunirse en Soria. En el momento del encuentro el pequeño Alfonso VIII estaba bajo la protección del Concejo de la ciudad y, en tales circunstancias, el conde ordenó a Pedro Núñez de Fuentearmegil que, mientras él trataba con los allí reunidos, se llevara al Rey niño. Así lo hizo, cabalgaron hasta el castillo de San Esteban de Gormaz, donde esperaba el conde Nuño Pérez de Lara, hermano del regente, para continuar el camino hacia Atienza.

Tras alcanzar ese pueblo estuvieron alojados varios días en él pero la guardia del rey de León llegó con la intención de registrar todas las casas y apoderarse del niño. Dicen que los arrieros del pueblo decidieron organizar una fiesta y salir todos en mula o a caballo en procesión para despistar a los enemigos. Mientras los guardias dudaron, don Pedro Nuño salió a caballo con el niño en brazos camino de Avila, donde el rey permaneció seguro hasta los catorce años.

Dicho rey fue el vencedor de la Batalla de las Navas de Tolosa, en 1212.

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