POR AGUSTÍN DE LAS HERAS MARTÍNEZ, CRONISTA OFICIAL DE VALDEPIELAGOS (MADRID).
Cuando se habla en público existen dos tipos de oradores. Unos se miran al ombligo de su intelecto y otros son capaces de transmitir no sólo su conocimiento sino también sus sentimientos.
Luis fue el primer pregonero en Brazacorta hace años. Precursor de una idea que presenta unas fiestas e intenta revolver en nuestras almas aquello que no sólo es fiesta.
Dicen que el primer pregón fue largo y extenso pero es obvio cuando nadie lo había hecho antes. No tuve el placer de escucharle. Trabajaba los agostos en aquella época.
Luis tiene más antigüedad que yo en Brazacorta pero comparto con él el sentimiento de que aún no habiendo nacido en esta tierra la sentimos muy nuestra.
He hablado con él antes del evento y tenía muy claro el mensaje.
Pero previamente han venido croquetas de cuyo concurso tengo a mi sobrino de finalista. Y un entrañable reconocimiento a los mayores.
Antes del pregón hablaba con Luis acerca de la riqueza que tenemos y que se pierde cuando perdemos a nuestros mayores. Una simple letra de canción, un recuerdo, un suceso, una fiesta de quienes ya no están pero gracias a ellos somos quien somos.
Esa Historia con mayúsculas. La que no sale en los libros de historia pero que sin quererlo nos ha hecho ser lo que somos.
En el homenaje a nuestras centenarias Domi Parra ha recordado a Macaria Lozano. Ella la miraba emocionada cuando la recordaba otros tiempos. Aquellos pueblos de Castilla donde sólo había un teléfono, en una tienda, donde la medida monetaria y de mercado era la peseta. Pueblos de teleclub y tiendas donde encontrabas de todo. Y donde personas como Macaria le daban vida a las gentes y a los niños. Época dónde las noticias llegaban por el mismo teléfono y donde el amor de enamorados se medían por un tarificador. Los niños de ahora buscan sus héroes en lugares irreales. Los de entonces, como Domi y sus amigas, los buscaban en personas como Macaria. Daba igual que fuera un polo de fanta en cubitera con un palillo, o una aspirina. O fuera el lugar de recogida cuando se venía de fiesta. Y las deudas se apuntaban en un cuaderno, hasta que se pudiera.
Después el homenaje se ha dirigido a Ángeles Parra, donde sus nietos, Rocio y Goyo, han recogido la placa. La distancia no ha sido impedimento para sentirla con nosotros.
Y luego he escuchado a Luis.
El pregonero ha vencido. Como el que toca un arpa de sentidos le ha llegado al corazón a mucha gente.
Su experiencia ha sabido dar valor a lo que tenemos. Y qué tenemos diríamos todos, pues valor humano.
Reconocer que somos lo que somos gracias a los que nos han predecido. Y hacer entender a los jóvenes el valor de lo que tienen.
Los menores de quince años se ha aproximado a la llamada del pregonero y este les ha recordado lo que han de cuidar: el río, los níscalos, el escenario que les han dejado y sobre todo el conocimiento del saber de sus mayores. Yo pensaba en mi silencio que entre ellos se encontraban las próximas pregoneras y pregoneros.
Y luego nuevamente Luis ha tocado la fibra del sentimiento. Ha recordado a los que no están. Ahí ha dado de lleno. Nadie está muerto mientras no sea olvidado. Y hoy han estado entre nosotros.
Gracias Luis. De pregonero aspirante a su maestro. De cronista en vísperas a un orador oportuno que ha medido y dado valor a las palabras llegando a cada uno de los presentes.
Viva el pregonero!!!
Viva Brazacorta!!!
Disfrutad de las fiestas!!!