POR AGUSTÍN DE LAS HERAS MARTÍNEZ, CRONISTA OFICIAL DE VALDEPIELAGOS (MADRID)
No seré Marco Antonio en la obra cumbre de Shakespeare donde dirigiéndose al pueblo dijo: «Amigos, romanos, compatriotas, prestadme atención! ¡Vengo a inhumar a César, no a ensalzarle! ¡El mal que hacen los hombres les sobrevive! ¡El bien queda frecuentemente sepultado con sus huesos!…» y así es. Y me niego.
Estuve en un tanatorio, junto a la M30, y vi el cuerpo inerte de una ilustre persona arropado por su familia. Una cohesión cristiana digna y respetada por el mayor de los agnósticos. Y a pesar de eso, envidiada, por tener el hilo conductor claro de lo que son sus vidas. Envidia agnóstica en el mayor de mis respetos.
Y dos días después del sepelio en un cementerio donde yacen mis abuelos y mis tatarabuelos siento pena y desidia por una sociedad insulsa, inhumana, ajena, egoísta…
La Almudena, el mismo día de la patrona, acoge el cuerpo de una insigne persona. Pero, nada.
Una vida plena en darnos conocimiento, en regalarnos su trabajo, es ignorada por una sociedad que es Incapaz de, ni siquiera, denominarse estado.
Ha fallecido Don Luis Miguel Aparisi Laporta y a muy pocos nos importa, académico correspondiente de la Real Academia de la Historia, Caballero de la Orden de San Fernando, Miembro del Instituto de Estudios Madrileños, Miembro de la Cofradía Internacional de Investigadores, Miembro de la Sociedad Filantrópica de Milicianos Nacionales Veteranos, Comendador de la Orden del Crucero del Sur, Premio de Investigación Histórica «Antonio Maura», Premio de Urbanismo (Investigación), autor de más de 200 publicaciones entre libros, artículos y conferencias.
Y me niego. Me rebelo a que una vida plena que nos ha regalado una obra sea un número más en una estadística de decesos.
Qué rabia, qué pena, qué desgracia… Aunque no sea más que una llama agnóstica tengo la visión justa de lo que es justo. Y justo es un no olvido.
Pan y circo pensáis muchos. Y no sabéis que la riqueza cultural la labran otros. Y vosotros, anodinos de vuestras vidas, debéis tanto a tan ilustres personajes, a los que nunca llegaréis a sua pisadas, pero que tanto han hecho por vosotros. Me niego a que sea parte del limbo del olvido. Me niego a ser parte de los necios…