Esta tarde he acudido a San Agustín de Guadalix donde, en la Casa de Cultura, la Asociación Cultural Atalayas presentaba el número 1 de la revista Escritos de Atalayas.
He cogido ejemplares para la biblioteca de Valdepiélagos. Mi buen amigo Carlos González, de Pedrezuela, me había invitado a este acto.
Esta Asociación nació en el verano del 2019 con el objetivo de dar luz a la historia y las raices de dos pueblos que siempre han estado unidos, San Agustín de Guadalix y Pedrezuela.
Cuando era niño, San Agustín, tenía una imagen culinaria en mi recuerdo, donde mis padres y mis tíos, se reunían para comer cordero asado en el antiguo local donde estaban «Los Sepulvedanos». Los corderos eran servidos, según decían, desde Valdepiélagos. Uno de los proveedores era Nanete, hermano de mi tío Emilio González Gil. Pedrezuela era más de lo mismo, donde el cordero asado era sustituido por cabrito. En aquellas comidas, mis jóvenes oídos escuchaban que los De las Heras, generaciones atrás venían de Mesones. Y que los Frutos eran más antiguos en Valdepiélagos. Me daba igual, pensaba, llevaba la sangre de ambos. Pero había un error.
Esta tarde, Carlos me ha presentado a las personas que habían escrito los artículos y que luego nos han explicado. Y les ha dicho que yo era «él del libro de Valdepiélagos». Pero no me sentía distante. Me sentía entre gentes cercanas con mi mismo pasado.
Antes de las disertaciones han puesto un video. Y mientras veía las imágenes pensaba lo que había descubierto en los últimos meses. Que al igual que tenía trastarabuelos de Valdepiélagos, los tenía de Pedrezuela. Y aunque estaba en otra casa, en otro pueblo, no me sentía extraño…
Me quedo con un dato, la migración de gentes de Pedrezuela que tras el descalabro de la Batalla de Somosierra huyeron del pillaje de los gabachos, cruzaron el río Jarama, y se emparentaron con gentes de Valdepiélagos. Porque es parte de nuestra historia.
FUENTE:
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