POR AGUSTIN DE LAS HERAS, CRONISTA OFICIAL DE VALDEPIÉLAGOS (MADRID)
Pero claro, de qué os puede informar un Cronista.
La primera pega es que debéis viajar al pasado. La segunda es que 1827 no fue un buen año para los Pascual de Valdepiélagos.
En este año, unos días después de este anuncio ocurrió el drama en el paraje Los Vasallos donde Toribio Pascual tenía un melonar y donde murió su hijo Casto ahogado mientras él araba en La Valbuena. Pedro no pudo hacer nada. Estaba cerca de su hermano Casto y en un descuido sucedió el accidente. Tenía seis años. A Casto le amortajaron con una camisa de lienzo remendada, con un lazo encarnado atado a cada brazo y otros cinco en lo demás del cuerpo y sus calcetas. Sus manos estaban atadas con una cinta amarilla. Y fue enterrado en la Iglesia de la Asunción de Nuestra Señora en Valdepiélagos, junto a la escalera que sube al coro. Y hubo auto judicial, que todavía guardamos, que levantó un enviado del juzgado. Pero esta es otra historia que aunque quien lee estas palabras puede considerar lejana, el cronista os la hará muy cercana.
Toribio Pascual, de Valdepiélagos, y Clotilde Fernández, que era de El Molar, perdieron a Casto, pero un año después tuvieron a Manuel.
Manuel Pascual Fernández se casó el 8 de febrero de 1856 con Higinia Frutos Moreno, hija de Gregorio Frutos e Isidra Petra Moreno. Manuel e Higinia fueron los padres de Rufino, Catalino Dionisio, Maria de los Santos, Manuel Crisanto, Abraham Julián, Aniceto, Doroteo y Ceferina Pascual Frutos. Todos bisabuelos y bisabuelas de Mariceli, Pepi y Fuentesanta de Talamanca. Y de Alicia y AnaMaria de las Heras, Miguel de las Heras y hasta este Cronista, por ejemplo, además de muchas de vuestras abuelas y abuelos.
Vaya, el cronista se volvió a ir por el Cerro San Pedro. Mil perdones.
Corred a la dirección donde dan razones antes que se lo vendan a otros.
El anuncio dice:
«A voluntad de su dueño se venden en el término del lugar de Valdepiélagos, provincia de Guadalajara, las tierras y fincas siguientes: 100 fanegas de tierra de pan de primera, segunda y tercera clase, incluso en ellas su casa de labor, en medio de dichas tierras se halla una de primera clase con 31 pies de olivo: dichas tierras tienen el privilegio de los pastos del término de ejido, abrevaderos, entradas y salidas, aguas estantes, corrientes y manantes, y contiguo a dicha casa su correspondiente era, tasado todo en 17. 015 reales. La persona que quiera tratar de ajuste acuda a la calle del Infante, núm. 12, cuarto bajo, donde darán razón del dueño con quien se ha de tratar».
Diario de Avisos de Madrid, 18-4-1827.
Página 3. «
¿Y si se tratara de El Coto San Benito?