POR JOSÉ ANTONIO RAMOS RUBIO, CRONISTA OFICIAL DE TRUJILLO (CÁCERES)
Es difícil hablar de una ciudad a sus propios habitantes, cuando esa ciudad es, precisamente, lo que ellos han querido que sea, la impronta característica de aquello que se ha hecho a compás de la Historia.
A menudo el éxito y el fracaso asoman la cabeza por la rendija de la inspiración y te susurran al oído qué debes y qué no debes hacer. Ante tal situación he decidido que escribiera la letra la pluma más pura que conozco: el alma. El autor solo escribe la mitad de una obra, de la otra mitad debe ocuparse quien la recibe. Muy de vez en cuando, la vida nos obsequia con pequeños paréntesis en nuestra rutina, un oasis de libertad literaria, como es la investigación, tomar el pulso a la calle. No hay momento más mágico e íntimo que los instantes en los que un escritor se sitúa delante de un papel con la pluma en la mano y escribe la realidad con sentimiento. A poco fatalistas que seamos, creo que podemos estar de acuerdo en que en toda profesión y en toda afición está implicado en medida variable el destino, siempre y cuando admitamos que consiste en una imprecisa entelequia que sólo adquiere precisión cuando no tiene remedio. Me temo que llega un momento en que todo escritor acaba haciéndose una pregunta tan rara como inútil: “¿Por qué escribo?”….” ¿Y por qué no?”.
De Trujillo es difícil decir, concretamente, en qué consiste su belleza. Carece de lo que ya es común en muchas ciudades, no tiene calles modernas, bulevares, edificios modernos ampulosos; pero conserva una arquitectura medieval y renacentista majestuosa, que tanto satisface a los turistas. Trujillo logra su perfección con lo irregular, se hace querer por lo imponderable y lo indecible. Está su atmósfera, hecha de paz, de blandura y de tibieza. Su cielo limpio. No hay ninguna calle idéntica, en los alrededores de la zona monumental y en este espacio villano son calles tortuosas, estrechas, como de fantasía. No obedecen a ninguna lógica, no se someten a ninguna razón de urbanismo moderno; arrancan de cualquier lado y van a donde se les antoja.
Creo que para comprender en toda su dimensión universal la gloriosa historia de Trujillo, no estorba el conocimiento de la ciudad en que se vive, antes bien, si deseamos alcanzar la meta de un largo viaje es necesario apoyar el pie con firmeza en el punto de partida. Lograr o no el resultado apetecido, nada empañará la nobleza del propósito, ni el fervor que he puesto al escribir. Los lectores que lean este libro gustarán de ese pasado luminoso y de ese presente optimista y creador, amarán ese trozo de su tierra, que el destino designó históricamente, y arrastrados por la influencia secreta de sus heroísmos y sus bellezas se sentirán movidos a ser mejores.
Trujillo es una ciudad de excepción, porque hay en ella una rara armonía, de clima, de ambiente, de arte y de costumbres, por cuya virtud la historia se funde con el presente, sin que éste anule con exceso a la historia. Una ciudad gana, conquista, atrae, tiene una posición en el mundo por su brío, por su belleza o por su antigüedad. En el alma de Trujillo está ya todo esto y vamos a nivelar esas fuerzas. Lo primero que tenemos que hacer es respetar lo que nos legaron nuestros padres: puertas, palacios, castillo. Y sólo sacrificarlo en nombre de intereses comunes y muy importantes. Porque ninguna de esas cosas que destruyamos nadie nos las devolverá. Nos conviene que Trujillo no pierda su estilo, su noble empaque, para no caer en una ciudad donde todos vivamos peor. Si Trujillo tiene señorío, el vecino más modesto gozará de ese señorío. Trujillo quiere respeto a su gracia cultural. A su cordialidad. Ahora no es momento de hablar de sus monumentos a los que tantas y tantas páginas hemos dedicado en otros libros, ni de sus descubridores, conquistadores o evangelizadores que han llenado de gloria los libros de Historia. Ahora toca el turno del Trujillo más cercano, el que hemos vivido, y por el que hemos trabajado durante estos últimos veinticinco años.
Cuando nació “Comarca de Trujillo” en el mes de septiembre de 1982 bajo la dirección de don José Solís Álvarez y como redactor don Ángel M. Guerra, España estaba en vías de campaña electoral. En octubre de 1982, Calvo Sotelo convocó elecciones. El PSOE consiguió un triunfo arrollador con más de diez millones de votos y mayoría absoluta en el Congreso de los Diputados. El proyecto de «cambio» de don Felipe González había arrollado a una UCD que casi desapareció en las elecciones y fue sustituida por la Alianza Popular de don Manuel Fraga como el principal partido de la derecha. En la primera legislatura socialista (1982-1986), el gobierno de González tuvo que hacer frente a una difícil situación económica. El gabinete socialista aprobó un estricto plan de estabilización económica que implicó un proceso de reconversión industrial que llevó al cierre de muchas industrias obsoletas. Estas medidas provocaron el desconcierto entre las centrales sindicales, pero permitieron sanear la economía y prepararla para la recuperación.
Cuando reflexiono desde estas líneas sobre el país que la generación de la democracia, mi generación, ha heredado, lo hago desde el privilegio y la oportunidad de encontrarme entre representantes que conoció el proceso de transición. Desde esta perspectiva, no puedo evitar pensar lo mucho que ha cambiado este país. Hago esta reflexión desde la óptica de alguien que ha desarrollado su conciencia en la democracia y de amar profundamente las libertades. Nos permite, por tanto, escritos diferentes para una España diferente. Sin embargo, siempre he pensado también que no es positivo obviar el pasado. Soy de los que piensa que es necesario hablar de la historia, escuchar a quienes la protagonizaron, porque debemos ser conscientes del país que hemos heredado, conscientes de que la vida que podemos disfrutar hoy es fruto del esfuerzo, la lucha y la sensatez de miles de españoles/as que lo hicieron posible. Es por todo ello que quiero apelar a mi generación, para que nunca olvide su pasado, para que mire al futuro valorando lo que tiene y a las personas que hicieron posible la España de hoy, pues rememorando la historia se aprende mucho. El pensamiento es a menudo una carga pesada, y en la mente, en la que reinó un día la certidumbre, se desliza surepticiamente la duda de escribir un trabajo como este o de obviarlo. Y, sin embargo, aún ahora la llamada de la acción me conmueve en lo más hondo e incluso, a veces, se enfrente con el pensamiento. Me gusta sentir la vuelta hacia el riesgo y el peligro. Trato de vivir la vida, aunque a veces levanten en torno a mí barreras invisibles; pero ese mismo deseo me impulsa a jugar con ella, a intentar atisbar más allá de sus confines, para que ella y yo podamos respetarnos mutuamente.
Para nuestra generación, la revista “Comarca de Trujillo” representa mucho, buscó un camino que aún mantiene, al tiempo que encontraba sus raíces en las publicaciones que ya eran historia lejana, pero que mantenía viva su vocación literaria, poética e informativa y podía iluminar, con la luz siempre vigente de la auténtica tradición. Aquellos años de mi juventud parecen ahora muy lejanos, comenzaba a estudiar la carrera de Filosofía y Letras (Geografía e Historia) en Cáceres. La antigua exuberancia se ha atenuado mucho, los impulsos casi incontrolados se han templado, y el sentimiento está más a raya. Quizá no sea más que la edad, o el talante común de nuestro tiempo. Nada es ya lo mismo. Súbitamente, el estado dulce de nuestra juventud desapareció como las burbujas de jabón de un sumidero. La risueña llama de la euforia se perdió. Pero la ciudad sigue ahí, en complicidad eterna con todo el que haga oídos sordos, ofreciendo sus cálidas arterias a todo aquel que persevere en su derecho a ser libre, a sentir intensamente lo que le rodea, a reírse del día y de la noche, del pasado y del futuro.
Este repaso a la colección de “Comarca de Trujillo” en sus veinticinco primaveras, me ha hecho pasar extraordinarios ratos lo mismo en el recuerdo, que en la esperanza siempre viva que ha representado la edición tan prolongada y vigorosa de la revista, gracias al esfuerzo de un equipo redactor que altruistamente ha conseguido este fin tan loable.
En este libro conmemorativo de los veinticinco años de la revista se hace como una antología del camino recorrido. Los frutos hablan por sí solos y denotan en su individualidad la gran riqueza del conjunto. No es necesario mayor comentario y me limito a señalar que la aventura estupenda que me ha encargado la redacción de “Comarca de Trujillo” ha comenzado. Desde mi sentimiento de ayer y de hoy, estoy seguro que a nadie podrá extrañarle mi aplauso encendido y entrañable en este cumpleaños significativo de la publicación. Desde aquí pido al equipo de redacción que sigan adelante siempre como remeros del entusiasmo y la palabra. La revista desde sus inicios ha tenido una vital importancia en todas sus páginas, no tan sólo por la reconocida valía de los articulistas que plasmaron en ellas sus sentimientos, sino además por la significación histórica de muchas de esas colaboraciones. Estas páginas iniciales son el epílogo de una juventud, todavía ensimismada, derritiéndose ya, fluyendo mientras bebe, preparando la aceptación. Están escritas hoja a hoja al paso de los días retratados. El hombre ya maduro que las reúne ha roto la muralla de cristal –que acaso era otra vez un seno materno- y publica con ellas su gratitud a esta ciudad de la que ha salido con mucho corazón hacia los afanes del mundo, para tomar su parte –ahora voluntariamente- en él. Aquí he vivido, trabajado, durante una larga tregua cuando la fuerza me retenía sólo en el tiempo que no hace historia y mi corazón no necesitaba otra cosa.
En los Festivales de 1982 –año en el que comienza el desarrollo de este libro- estuvimos representados por doña Mª de la Barca Corrales Romero, el Pregonero fue don Manuel Bermejo Fernández, y las actuaciones, además de la ya citada Rocío Durcal y sus mariachis, la Compañía Lírica Luisa Fernanda y la obra de Teatro «Los árboles mueren de pie» con don Luis Prendes y doña Luisa Salas. España se preparaba para recibir la visita oficial del Papa Juan Pablo II en el mes de noviembre.
Mientras tanto, los Coros y Danzas “Ntra Sra. del Rosario” –que habían surgido en enero de 1980- representaron a España en Portugal. Este grupo y Folk Altamirano, han sido los únicos que se han preocupado en estos veinticinco años de recuperar el folklore, la identidad de un pueblo. Aunque no hemos de olvidar los actos musicales celebrados en la ciudad en la década de los 80 y 90, con la Banda Municipal de Música y la coral “Troxiello”, sin olvidar las corales Juan Tena y Antiguos Cruzados Eucarísticos que tan buenos momentos nos han hecho pasar en sus importantes actuaciones.
Trujillo en 1982 era una ciudad activa de creación de Asociaciones (de Amas de Casa, Tiro al Plato, de Vecinos, de Pescadores Alta Extremadura, de Cazadores, el Club Ciclista Francisco Pizarro o la Asociación de Cabezas de Familia en Huertas de Animas), Comisiones (de Carnavales, etc..), de actividades y proyectos. Don Ramón Núñez nos ofrecía la noticia del traslado –por iniciativa del Patronato, Sociedad Cooperativa y Dirección del Colegio Santiago y Santa Margarita – de los restos de doña Margarita de Iturralde el 26 de septiembre desde el Asilo de Acianos de las Alberguerías -que ella fundara en 1924 y donde recibió cristiana sepultura- hasta su tumba en la iglesia de la Encarnación, perteneciente al Colegio Santiago y Santa Margarita que también fundó la preclara hija predilecta de Trujillo, que había nacido a mediados del siglo XIX en un pequeño lugar de la provincia de Santander, Gijaba, pero su afincamiento en Trujillo hizo de ella una trujillana de pro y en Trujillo entregó parte de su vida y de sus posibilidades económicas.
No se puede dudar de que la obra mimada de Doña Margarita fue «su Colegio» que en terrenos del antiguo Colegio Preparatorio Militar, creó para la educación de niños de Trujillo y su comarca. Funcionó este colegio sin estar debidamente reglamentado, ya que quiso adecuar los edificios y reparar la iglesia de la Encarnación que estaba completamente derrotada. Esta iglesia -que compró aparte del resto de terrenos y edificios- costó 30.500 ptas. El 20 de septiembre de 1920 se legaliza la escritura de fundación y reglamento para su funcionamiento, encargando la dirección a los padres Agustinos de El Escorial. El capital fundacional fue de 1.061.300 pesetas nominales en Deuda Perpetua Exterior 4%. En 4 de febrero de 1930 quiso aumentar este capital en 125.000 pesetas. Deseó que este colegio se denominase de Santiago y Santa Margarita, dotándoles además del capital fundacional, que en aquellos tiempos era de alguna importancia, con los edificios, iglesias y mobiliario, que tanto en el colegio como en la iglesia era valioso y de gran calidad, todavía pueden verse ornamentos sagrados, que demuestran la preocupación por darle y dotarle de los mejor que aquellos tiempos podía adquirirse. En otro orden de cosas, en 1982, el trujillano don Juanjo la Calle corría como copiloto de don Carlos Sainz en el equipo oficial SEAT, a bordo de un Panda Gr.2. Trabajó como manager del famoso piloto durante varios años en varias escuderías consiguiendo importantísimos campeonatos en más de trescientas carreras, de ellas 85 como manager de Sainz en el Campeonato del Mundo de Rallyes.
Mientras tanto, un pintor trujillano de fama universal don Antonio Vicente Poblador –de la dinastía de los Polanes-, era nombrado Pintor de Cámara en Arabia Saudita. En nuestra ciudad, un joven trujillano don Pablo Ramón Panadero, tras ordenarse en el Ministerio Sacerdotal, celebraba el día 9 de octubre su primera misa en la iglesia de San Francisco y el Criticón comenzaba a ofrecernos noticias de la activa Hermandad de la Virgen de la Victoria en Madrid y a expresarse en la revista de un modo sugerente y peculiar. Los primeros “Comarca” nos estimulaban con páginas y páginas repletas de numerosas noticias breves de deportes, crónica social y novedades literarias. Me acuso de tener conciencia de formar parte de un diálogo permanente con una inmensa herencia cultural precedente; de creer que toda obra de arte debe ser respetada y conservada. En estos años, por iniciativa de algunos párrocos, se llevó a cabo la restauración de algunas capillas y vírgenes (Virgen de la Guía, que gozó de un merecido artículo por el amigo don Juan Manuel Miguel bajo el título “Un recoleto rincón”), así como cuadros (Cristo de Medinaceli de la parroquia de San Martín), aconsejado don Ramón Núñez por don Salvador Andrés en los continuos viajes que realizaba a Trujillo con motivo de las investigaciones artísticas que estaba realizando, y esculturas (La Piedad de la parroquia de San Francisco). Muchos de ellos fueron acertadamente restaurados en el Taller que tenía establecido entonces en las antiguas escuelas nacionales de la Crtra de Plasencia don José Gómez. La iglesia de San Martín –tras haber estado tres años cerrada- abriría de nuevo sus puertas al culto en marzo de 1984 tras un largo período de restauración llevado a cabo por don Dionisio Hernández Gil, Director General de Contratación Monumental y por el entonces Arquitecto Municipal don Luis González Asensio. Dejaba don Ramón Núñez su cargo como párroco de la iglesia de San Martín desde su llegada a la ciudad el 11 de noviembre de 1960. Atrás quedaba una incesante labor, su amor por la ciudad, su vocación sacerdotal y su pasión: la iglesia de San Martín y el órgano parroquial restaurado por el prestigioso organero holandés don Gerard de Graaf. Para hacerse cargo del culto en la iglesia, llegó un nuevo sacerdote a nuestra ciudad, don Francisco García, hoy querido por todos. Al tiempo que algunos trujillanos que vivían en la diáspora, en ciudades como Madrid, comienzan a regresar a su ciudad natal y a destacar en la faceta artística. En un edificio cercano a la parroquia de San Martín, Don Manuel Rubio Luengo que a lo largo de estos años tantas y tantas excelentes muestras de su vocación artística nos ha legado a la ciudad, exponía treinta cuadros en el Parador de Turismo.
El 11 de octubre el entonces Alcalde don José A. Hueso Hueso (1979-1983), el Gobernador Civil y el Director Provincial del INSERSO el Sr. Rovira, inauguraban la sede de ASPYAM (Asociación de Padres y Amigos del Minusválido) que tantas alegrías ha proporcionado en estos veinticinco años a algunas familias de Trujillo y su comarca, siendo su primer Presidente don Miguel Paredes. Por su parte, don Guillermo Sánchez Valle escribía un lucido artículo apoyando a los vecinos de una barriada para que el Ayuntamiento diera título a su calle bajo el nombre de don Ildefonso Ramos Fuente que en los años 50 había construido un Sanatorio en la Ciudad en el que trabajó hasta su muerte el 12 de febrero de 1956, aprobándose en pleno el 9 de diciembre de 1982. Este artículo del buen amigo Guillermo y sobre todo el que escribió en el número 0 bajo el título “Lo que Trujillo no es hoy”, sobre los barrios y plazas de Trujillo, las festividades que se realizaban en ellos y que algunas se habían perdido en aquel momento -después se consiguieron recuperar algunas tradiciones como las fiestas de la barriada de la Piedad- considero que son los dos mejores escritos que nos ha dejado de su extensa labor periodística. A su vez, don Ángel Guerra, anunciaba en el número 3 de la revista su despedida como Redactor Jefe.
En el mes de octubre de cada año celebra Huertas de Animas, con gran devoción y religiosi¬dad, sus Fiestas Patronales en honor a Nuestra Señora del Rosario. A la iglesia acuden mayores, jóvenes y niños, cual plegaria viva, entorno a su Madre. El arraigo de esta devoción en Huer¬tas se remonta a los últimos decenios del siglo XV. Fue allá por el año de 1466, cuando la Orden de los Dominicos deci¬dió levantar un humilde y pequeño con¬vento, en la llamada Huerta de Papana¬ranjas, bajo la advocación de Santa Cata¬lina de Siena. Hallábase este campestre lugar no muy lejos de otro paraje, llama¬do Valle de Valfermoso, que por su proximidad era frecuentado por los frai¬les dominicos de Papanaranjas, cruzan¬do el por entonces camino de Castilla (hoy carretera de Madrid), para enseñar la religión entre los habitantes de estas huertas e imprimiendo en ellos la cos¬tumbre y tradición del rezo del rosario, en su favor y en sufragio de las ánimas del Purgatorio, de donde se formaría posteriormente el nombre de «Huertas de Animas», pueblo que se extendió por el Valle de Valfermoso, con nutrido y abiga¬rrado caserío. Posteriormente, en 1489, el Convento de Santa Catalina sería trasladado a un lu¬gar más cercano de Trujillo, denominán¬dose ahora de La Encarnación, dejando por ello los dominicos de acudir a Valfer¬moso. Aunque, Huertas de Animas no abandonó la tradición del rezo del rosa¬rio; y así, desde estas fechas tempranas de finales del siglo XV, erigieron sus habitan¬tes una ermita dedicada a la Virgen del Ro¬sario; aunque su feligresía, no obstante, acudía a la que fuera Parroquia de Santo Domingo, construida en el estilo gótico tardío, a partir de 1566 por Alonso y Fran¬cisco Becerra, en los aledaños del Castillo de Trujillo, cuyo título fue tomado en re¬cuerdo del santo fundador de la Orden de los Dominicos (Orden difusora de la devo¬ción del Rosario), Santo Domingo de Guz¬mán (1170-1221). Pero a partir de 1803 tu¬vo Huertas de Animas parroquia propia, erigida sobre los muros de su antigua ermi¬ta de la Virgen del Rosario; debemos tener en cuenta que Huertas de la Magdalena y Belén no tuvieron parroquia propia hasta 1896. Esta recoleta ermita fue durante la primera mitad de nuestro siglo ampliada y adecentada artísticamente, si¬tuándose el bello camarín de su Patrona aprovechando el primer cuerpo de la torre.
Volviendo a nuestra redacción más cercana. En los ochenta se vivió de un modo particular la “movida”. La juventud se dedicó a trasnochar y proliferaron los bares y discotecas, sobre todo, en las vecinas Huertas de Ánimas y Madroñera. Se produjo un auge de la música y la actividad cultural. Podíamos disfrutar los jóvenes del momento de conciertos memorables como Asfalto, Obus o Barón Rojo en el Patio de Armas del Castillo, más cercanos a nosotros teníamos al grupo Altamirano que revivían el variado y rico folklore extremeño. La música Pop-rock contaba con grupos como Humo, Trial y, posteriormente, a Takun Q Takun, que llegaron a grabar un disco. Los talentos más creativos de la música y del cine aprovecharon los nuevos aires de libertad para adentrarse en terrenos hasta entonces vedados. Peñas y Asociaciones de Vecinos agrupados con la Comisión de Carnavales de Trujillo, recuperaron aquellas “Mascaradas” que durante la República tanta fama daría don Gregorio Rubio Goro el poeta trujillano con su famosas “Coplas de Saldo”. Trujillo, al igual que el resto de las poblaciones, no reivindicaba un Carnaval que desde la pasada Guerra había sido prohibido. Recobraba una tradición milenaria, fiel a su compromiso histórico de revivir viejas gestas heroicas y el respeto por el folklore popular y la antropología, aunque las “charangas” que tanto caracterizan el Carnaval en otras poblaciones no comenzaron a participar hasta el año 1990. El Carnaval tiene su origen en las Saturnales romanas, aunque se encuentran vestigios anteriores en diferentes culturas de la antigüedad que poblaron las tierras trujillanas. Allí se celebraban las Bacanales, las Saturnales y las Lupercales. Todas ellas con un denominador común: el paso de ser unas ceremonias de origen espiritual-religioso, sagrado-ritual a convertirse en fechas en que el desenfreno, la sátira y el desorden civil era la norma. Treinta días antes de las fiestas Saturnales, los soldados romanos escogían al más bello de ellos y lo proclamaban rey. Lo vestían como tal y le daban sus atributos. En ese período de tiempo, tenía todo el poder como rey sobre los soldados, pero el último día debía suicidarse ante el altar del dios Saturno al que representaba. Otra teoría es la institucionalización de la fiesta en Roma por Publius Hostillius dedicándola al primer santuario en honor a Saturno y cuya liturgia se estableció en el año 217 a.C. En aquellas calendas se celebraba durante un solo día el carnaval: el 17 de diciembre. Aunque el Carnaval como lo conocemos tiene su origen en la Edad Media. Algunos documentos oficiales afirman que a mediados del siglo XIII, en Venecia, ya se utilizaban máscaras en las semanas previas a Cuaresma como un accesorio más de la vestimenta que formaba parte de la celebración del Carnaval. Al Carnaval también se le conoce como la “fiesta de la carne” porque se consumía carne hasta hartarse ya que durante la Cuaresma no se podía comer.
Dejemos atrás el ambiente festivo y nos adentremos en el deportivo y cultural. Entre los años 1983 y 1984, el trujillano don Serafín Catalán Fiki o Garza militó en las filas del Cádiz C.F. de 1ª División, atrás quedaba una amplia carrera como deportista en el Trujillo, el Atlético de Madrid en los tiempos de Reina, Pacheco o Tirapu, el C.P. Cacereño, para finalizar su andadura como portero en el Don Benito y Villanovense.
El 1 de marzo de 1983, nacía en Cáceres la Hermandad de la Virgen de la Victoria, en el Salón de Actos de la Cámara de Comercio e Industria con el nombre de Hermandad de Trujillanos en Cáceres, bajo la presidencia de don Narciso Corrales. Sus fines quedaron inscritos en el Libro de Registro: Fomentar el amor a Trujillo y a su Patrona; promover la formación cultural y recreativa de sus asociados y el conocimiento mutuo de todos los trujillanos residentes en Cáceres, lo que ha de traducirse en una mejor ayuda entre ellos en aras de conseguir lo que en nuestro criterio debe ser una auténtica Hermandad. En este mismo mes comenzaron las obras de restauración del Palacio de Lorenzana como sede de la Real Academia de Extremadura de las Letras y las Artes con un presupuesto inicial de once millones de pesetas, bajo la dirección del Arquitecto don González Asensio. Como las obras de la Academia se retrasaban, doña Carmen de Salas tomó posesión de su plaza de número electa en el salón de la Fundación “Xavier de Salas”, que ella junto con su marido don Xavier de Salas habían construido en Trujillo. Ya había tomado posesión como Presidente de la Real Academia –en febrero de 1984- don Antonio Hernández Gil, al fallecer el Marqués de Sieteiglesias.
Ese mismo mes, doña Mary Sanguino presentaba en el Hotel Las Cigüeñas su libro “Yo escribo así”. En su obra nos deleita poéticamente con un amplio recorrido desde las murallas e iglesias de su ciudad natal hasta la Milagrosa en Madrid o Leganés, lugares en los que vivió esta apasionada trujillana que varios meses después junto con su marido don Marciano Domínguez, donarían las andas a la Stma. Virgen de la Victoria de Madrid (bendecidas el 6 de mayo de 1984). Una Hermandad que a lo largo de los años ha organizado sus Fiestas Patronales en dos intensos días saturados de actos en el mes de octubre, bajo las presidencias de don Juan Pedro Cruz Delgado (1976 a marzo de 1980), don Luis Pino Parrón (marzo de 1980 a marzo 1991), don Manuel Zaldívar (marzo 1991 a octubre de 1999), doña Guadalupe Carrasco (marzo de 2000 a enero de 2006) y en la actualidad doña María Pozo (desde marzo de 2006), exceptuando los dos últimos años que los festejos se han reducido a un día. En el mes de octubre, recuperando así las festividades patronales trujillanas que coincidían con el mes de la Coronación, se realizaban actos de hermandad en los salones de la Milagrosa en Madrid cuando la Camarera Mayor doña Luisa Porras portaba el estandarte de la Hermandad. El Presidente dirigía unas palabras de bienvenida y presentaba a la Reina y Damas de Honor, seguidamente el pregonero, algún elocuente orador, inauguraba el acto. En la Basílica de la Milagrosa se procedía al canto del Himno “Salve” y al besapiés. La Misa Solemne se celebraba al siguiente día, para dar paso de nuevo en el salón de actos a un festival lúdico-cultural. En 1988, siendo Presidente don Luis Pino, publicaron por primera vez una interesante y esmerada revista con dibujos de nuestro paisano don Manuel Luengo e interesantes artículos.
Volviendo a Trujillo. Tras haber evaluado las necesidades de las nuevas actividades empresariales que demanda la ciudad, se dotaba a la misma de un gran área de expansión industrial-ganadera, el Polígono Ganadero con sesenta millones de pesetas en la finca La Dehesilla de propiedad municipal, con la iniciativa de AGROTSA, Sociedad Ganadera de Trujillo. Todas las infraestructuras realizadas hasta la fecha se resumen en la propuesta presentada por un grupo municipal de «potenciar la imagen de Trujillo como nudo estratégico de comunicaciones, con atractivo para el desarrollo industrial y de servicios. Ante ello creemos que es importante definir, antes de continuar planificando su futuro urbanístico, lo que queremos que sea el pueblo en el futuro, el desarrollo y las características que queremos que tenga”. Así presentaron los ediles del momento el proyecto en el Pleno celebrado en aquella fecha. Hoy día, el polígono industrial en La Dehesilla se ha convertido en un potente foco empresarial. La tradición agrícola-ganadera de Trujillo y su comarca se concretaría con el impulso se dio desde el Ayuntamiento, durante la Alcaldía de don Benigno Fernández Rubio (1983-1993), con la instauración de una gran feria agroganadera –en el Mercado Regional de Ganados que se había inaugurado en 1979- cuyos frutos hemos recogido actualmente. El 1º Concurso nacional de ganado merino en Trujillo tuvo lugar en 1984 durante la legislatura de don Benigno Fernández. Los concursos de équidos que tanto público atrae en la actualidad comenzaron a celebrarse en el certamen de la Agroganadera del año 1990, siendo Alcalde don José Antonio Redondo, con una exhibición de caballos de pura raza española de doma a la vaquera y otra de alta escuela. No en vano, ya se había celebrado en Trujillo en el año 1988 el I Congreso Internacional del Caballo de Pura Raza Española.
La revista “Comarca de Trujillo”, fiel a su imparcialidad, ofrecía en el año 1983 tribuna a los grupos políticos que aspiraban a regir los destinos de la ciudad ante las próximas elecciones municipales. No tiene desperdicio leer las listas de los candidatos de los distintos grupos. La historia juzga. Cada uno de los partidos –aunque no todos- nos ofrecían su programa de trabajo. En las elecciones municipales ganó el PSOE con don Benigno Fernández Rubio como Alcalde, consiguiendo siete concejales con los que formará equipo de Gobierno, don Pedro Fernández Bravo, don Antonio Fernández Sánchez, don José Barrado Simón, doña Victoria Molano Rubio, don Manuel Jiménez Donaire y don Manuel Rubio Andrada.
El PSOE se propuso “conseguir que Trujillo se convirtiera en la Ciudad que por capacidad se merece. Hacer un Trujillo más solidario, más justo, potenciando a los barrios y zonas que siempre habían estado más marginadas”, según las palabras del nuevo Alcalde. Los primeros plenos estuvieron envueltos en la polémica por los enfrentamientos entre los diversos grupos políticos. Conforme el hombre va madurando, menos está acaparado y satisfecho por el mundo objetivo y exterior; busca también algún significado interior y satisfacciones psicológicas y físicas. Con los pueblos, a medida que crecen, ocurre lo mismo. Cada municipio muestra esa corriente paralela de vida interior y exterior. En los puntos de vecindad y convergencia de ambas residen el equilibrio y la estabilidad. Cuando divergen surgen conflictos y con ello las crisis que atormentan la mente y el espíritu humano. Vivimos en la misma ciudad, pero no en el mismo mundo.
El equipo de gobierno desde 1983, fiel a su programa comenzó a realizar obras de acondicionamiento y facilitar el acceso al castillo, y obras públicas de remodelación en calles, paseos, parques y jardines, poniendo en marcha la redacción del Plan de Normas Subsidiarias en conexión con el Plan de Rehabilitación social de la zona monumental; y a solucionar el problema del agua en Trujillo mediante un trayecto paralelo al existente con los fondos conseguidos de la Confederación Hidrográfica del Tajo y la Subdirección General de Obras y Proyectos de la Dirección General de Obras Hidráulicas.
En el Festival de Música del año 1983, con motivo de las Fiestas Patronales, celebrado en el recinto del Castillo de Trujillo, nos representó como Reina de las Fiestas doña Silvia Antona Rubio, el Pregonero fue nuestro Premio Nobel de Literatura don Camilo José Cela. Con las actuaciones de Grupo Sudamericano Los Calchakis; el Teatro «Antígona» de Sófocles, con don Fernando Delgado y doña Ana Marzoa; y como colofón, el Ballet Español de Madrid. La Fiesta religiosa se organizó –como todos los años- en el espacio placero, en la iglesia de San Martín, donde los trujillanos participamos en la novena y en la Misa Mayor del Domingo, antes de subir a la Patrona a su morada del Castillo. Desde sus orígenes hasta hoy, la fiesta “festiva por excelencia”, como es la dedicada a la Virgen de la Victoria, ha estado ligada a lo sagrado. Porque ha sido la dimensión trascendente del hombre la que se ha expresado en ella a lo largo de los siglos, insertándose como un interludio y, a la vez, como un enaltecimiento de lo cotidiano. Atrás quedaron otras festividades que en estos años comenzarán a adquirir un nuevo protagonismo, como la fiesta de la Asunción. En los albores de la historia se configuró la institución festiva como un intervalo de sacralidad en el transcurrir de todos los días; como una pausa en los afanes y labores, para dirigir la mirada hacia lo alto; como una manera de medir el tiempo y, a la vez, como un trascender de lo cotidiano; como una transformación creadora del mundo mediante el arte, bajo la inspiración del paradigma sagrado; como una donación, una ofrenda de bienes y pertenencias para entregarlos a los hombres y a la divinidad, y como una catarsis depuradora que llevaba al reencuentro del hombre con Dios y con la Virgen, con los demás y consigo mismo.
En 1983, nació aquella famosa Radio Comarca de Trujillo, que fundarían don Joaquín Rodríguez y don Carlos Suero; que a lo largo de los años, contaría con otros conocidos trujillanos como don Guillermo Sánchez Valle, don Javier Catalán, don Ángel Guerra, y los colaboradores don Pedro Ramos, don Francisco Cabanillas, don Luis Fernando Flores, don Carlos Murillo y la recordada doña Toya Molina, con las tertulias de las ya consagradas en estos medios como son doña Consuelo Soriano y doña María del Carmen Moreno (por los años 80, hasta su clausura en abril de 1989). Radio Trujillo, emisora que vendría a sustituir a la desaparecida Radio Comarca de Trujillo y que había aparecido en antena por primera vez en febrero de 1984.
En noviembre de 1983 el ministro de Turismo, Transportes y Comunicaciones don Enrique Barón inauguraba el Parador Nacional de Turismo en el edificio que durante siglos había acogido a la Comunidad de religiosas de Santa Beatriz de Silva. Comenzaron las obras de restauración de la ermita de San Lázaro, que desde el año 1927, fecha en la que Charles Baruteau decorase la misma con frescos, hasta la fecha, no había sido objeto de reparaciones importantes. Los artistas locales don José A. Dejea Monchi y don Tomás Calderón, fueron los encargados de restaurar sus frescos.
Además, en los primeros años de la década de los 80, ya comenzamos a observar los trujillanos el numeroso turismo que día a día visitaba el castillo y la Oficina de Turismo, incluso se lanzó la idea de establecer un convenio con la Hermandad de la Virgen de la Victoria para instalar una caseta en la entrada del recinto y vender estampas y medallas de la Virgen, además de mantener la vigilancia en el edificio castrense, pues se habían producido en los meses anteriores desperfectos en el mismo por los gamberros que entraban libremente. El mismo don Juan Moreno Lázaro, director de la Oficina de Turismo desde hacía quince años y que recibiría la Medalla de Bronce al Mérito Turístico en 1984, pensó en la posibilidad de crear un Consejo local de turismo, para cooperar todos los entes implicados en el sector en cooperar al fomento del turismo en Trujillo. Otro trujillano don Manuel Luengo se quejaba –en 1984- de la oscuridad existente en la Plaza Mayor, lo que son las cosas, hemos tenido que esperar al 2000 para hacer realidad estas reivindicaciones. Eran años de homenajes y merecidas medallas. Don Isidro Fernández recibía la Medalla de Oro –2 de abril de 1985- el día Mundial de las Telecomunicaciones, por los años que estuvo desempeñando el cargo de Jefe de Telégrafos en Trujillo; doña Concepción Álvarez Sánchez con su fonda La Troya (fundada en 1923) recibía la Medalla de Plata, como mérito al trabajo –en 1998 recibían en Madrid la Insignia de Oro de la Hermandad de la Virgen de la Victoria y en el mes de agosto de 2006 recibía otro merecido galardón, la Medalla de Extremadura, precisamente una semana antes de fallecer en Trujillo a los 84 años de edad-. En 1984, la iglesia de San Martín y Trujillo recibían un duro golpe al robarles una parte importante de su Patrimonio valorado en más de siete millones de pesetas, destacando entre las piezas robadas una tabla que representaba el Descendimiento, obra flamenca del siglo XV.
Por estos años, una de las principales preocupaciones del equipo de gobierno de Trujillo era que se celebrasen múltiples actos con motivo del V Centenario del Descubrimiento de América, incluso invitamos a visitar la zona monumental a don Luis Yáñez, Presidente del Instituto de Cooperación Iberoamericana. Con este acto se pretendía un acercamiento y relanzamiento de lo que debía de ser al final del siglo XX una Comunidad Iberoamericana de naciones, más integradas, más unidas de lo que lo habían estado en el pasado. Defender las raíces de nuestra identidad, proyectar un futuro mejor para los pueblos iberoamericanos a través de la cooperación cultural, científica, tecnológica y económica. Durante los actos previos a la celebración del 492 aniversario del Descubrimiento de América se realizaron varios actos en la Ciudad como la Cocina del Descubrimiento; el sorteo televisado de la Lotería Nacional el 11 de octubre de 1986 donde se repartieron siete mil millones de pesetas; el rodaje de una película sobre Colón, rodada por una empresa italiana, y la convocatoria de dos congresos celebrados en la Ciudad; sin olvidar que en octubre de 1984 se celebró un magno festival en la Plaza Mayor con motivo del Día de la Hispanidad, organizado por el Comité Regional del V Centenario del Descubrimiento de América. Extremadura y América se unieron en Trujillo, en su alocución el entonces Alcalde don Benigno Fernández pedía para Trujillo el título de ciudad de la Hispanidad “como mejor forma para hermanar los Trujillo de Hispanoamérica con el Trujillo de Extremadura, y para dejar de hablar de pueblo conquistador y pueblos conquistados”.
Fue un acierto elegir Trujillo como asiento de los actos que se llevaron a cabo durante años, porque esta ciudad fue realmente el punto de arranque del descubrimiento, conquista y civilización y donde se organizaron las más importantes expediciones. Todo el que conoce América por sus lados más genuinos o más exentos todavía del confucionismo inmigratorio y cosmopolita, ha podido observar que lo que hay allí de integral, de característico en usos, en arquitectura, en el acento idiomático, hasta en supersticiones y en modos de vida sociales, trae su origen de la Alta Extremadura que tiene a Trujillo como cabeza natural e histórica en este sentido. Un acto memorable en el que estuvieron representados los municipios extremeños con sus alcaldes y los embajadores de Iberoamérica. Trujillo destacó, a partir de esta aurora brillante de los descubrimientos, fundaciones; al enraizarse en los paisajes fértiles de antiguas civilizaciones las singularidades raciales de los descubridores y de los evangelizadores, origen de nueva sociedad. Por ello, Trujillo se llama la ciudad fundada en 1534, -un año antes que Lima-, en el valle del río Moche, capital del Departamento peruano de la Libertad que fuera gran centro de la Cultura pre-Inca, de los Chimús y los Mochicas; Trujillo se denomina al Estado existente en la región occidental de la república de Venezuela cuya capital, del mismo nombre, fundara Diego García de Paredes en el año 1557; Trujillo dieron de nombre al pueblo y puerto en bahía de Honduras, donde llegó Colón en su cuarto viaje, por volunt¬ad fundadora de Francisco de Las Ca¬sas en el año 1525; Trujillo es también testimonio y evocación permanente de la ciudad extremeña en Colombia, México, Puerto Rico y en bahía de Chile e islas de Santo Domingo y de Cuba cuyas puntas del litoral son como un empeño de la naturaleza para enviar y rec¬ibir con las olas y las brisas, a través de los mares, el constante y triunfal canto de amor de tierras y ciudades honradas por el mismo título, celebradas por sus aportaciones a la historia común. Trujillo constituye parte importante de la hispanidad abierta, generosa, creadora, afectiva y universal nacida como consecuencia de epopeyas grandiosas, al margen de convencionalismos políticos, de fraseología anodina y de falta de lealtad a la verdad histórica.
Trujillo siguió celebrando sus Carnavales, en estos primeros años de los ochenta, con gran entusiasmo y participación. Pero, si nuestra Ciudad recibe visitantes a lo largo del año, la cifra se triplica en la Semana de Pasión. Lo sagrado –en la Semana Santa- y lo profano –en los Carnavales- constituyen dos modalidades de estar en el mundo, dos situaciones existenciales asumidas por el hombre a lo largo de su historia. El hombre de las sociedades tradicionales fue un homo religiosus, y aunque no existe un único comportamiento para expresar lo sagrado, pues éste ha variado de acuerdo a la temporalidad, la experiencia religiosa tiene unos rasgos y unas dimensiones específicas, estrechamente relacionadas con la institución festiva, que ha constituido su más señalada expresión. La fiesta tuvo, pues, su origen en la vivencia colectiva y social de lo sagrado. Mientras la experiencia religiosa individual deviene generalmente un proceso de interiorización de lo sagrado, la experiencia religiosa colectiva es en esencia exteriorización a través de la dramatización. Así se ha expresado la conciencia sagrada en el comportamiento colectivo durante el curso de los siglos.
Trujillo, como otras tantas ciudades y pueblos de España se repliega así mismo durante los días que, comenzando el victorioso y alegre Domingo de Ramos, termina el doloroso Viernes Santo con la procesión del Santo Entierro… Durante estos días, Trujillo recoge las velas de sus luces y colores, apaga su marea mundana y pone el oído atento al eco espiritual de sus tradiciones y de su fe para disponerse a vivir con toda intensidad, estas jornadas dolorosas, con fervor y con piedad. Porque llega la Semana Santa que es fuente de verdad, fuente de vida, fuente de arte, y nuestra ciudad cambia de perfil. Se tiñe de morado y de grana, se abre como una rosa de pasión y ofrenda la exquisitez de su alegre primavera, siempre florida y luminosa, en el jardín penitencial de la cuaresma. Todo florece como un gran rosario en sus misterios dolorosos, meditando y rezando al pie de la Cruz, símbolo vivificador de gloria y redención.
Semana Santa en Trujillo…La ciudad entera se dispone a ser un sorbo de Dios, empujón de anhelos hacia las alturas, dándose por entero a su Semana Santa, que es, en líneas generales, austera, recoleta, sencilla, transida de dolor y de amargura, aunque no le falten también esos toques o pinceladas coloristas eso que alguien ha dado en llamar folklore-religioso en el desfile de sus procesiones, donde los pasos, las flores, los nazarenos con sus variados tonos de túnicas y capas, que van desde el blanco impoluto al morado melancólico y soñador, pasando por el rojo amapola, hasta el fúnebre negro que nos hace pensar en la Pasión y Muerte de Cristo, son motivos de atracción para los no creyentes y símbolos de devoción profunda para los que, ante las imágenes de sus cofradías, están ungidos de auténtico fervor religioso. Los templos marcan la pauta a seguir. Las cofradías dan los últimos toques a esos «galeones» que semejan las andas que han de portar las figuras, las imágenes del Cristo del Perdón, el Nazareno con la Cruz a cuestas o la hermosa y bella Virgen de la Soledad que suele cerrar los desfiles de cada Cofradía, donde cofrades, hombres y mujeres, han rivalizado para conseguir el más bello conjunto artístico, combinando, velas encendidas, flores, jarrones plateados y atributos diversos que sean la admiración del pueblo.
En los años ochenta se inicia una recuperación de cofradías y desfiles. En el año 1984 se funda la Cofradía de San Juan y un año después se actualizaría la Hermandad del Cristo del Perdón con la renovación de sus estatutos (fundada en el año 1952). En el corto espacio de dos años irán surgiendo nuevas cofradías en Trujillo que se sumarán con sus hermanos de paso y luz, imágenes, estandartes y bandas de música, a los desfiles procesionales. De esa recuperación fueron protagonistas un buen número de personas jóvenes que se incorporaron a las tareas cofradieras. Al mismo tiempo que se alejaba el miedo, vivido en los setenta, de tener que dejar en el templo, por falta de hermanos de carga, alguna imagen.
A lo largo de los años, Trujillo ha vivido intensamente su Semana Santa con múltiples actos religiosos: misas, celebraciones penitenciales, vía crucis, santos oficios, vigilia pascual y, sobre todo, desfiles procesionales, donde se ha volcado toda la ciudad durante varios años en restaurar imágenes, adquirir andas y objetos litúrgicos para engalanar los diferentes pasos, como ya he explicado anteriormente, desde que en 1984 salieran por primera vez en procesión vestidos con traje de nazareno y cubiertos con capirote cargando con la imagen de San Juan un grupo de jóvenes a los que se sumaron en años sucesivos otros que fundaron Cofradías y Hermandades Penitenciales. Mientras que el paso de la Pasión a la alegría de la Resurrección se ha visto cada año impregnado de júbilo y alegría, con la plaza llena de trujillanos y foráneos que nos acompañan bailando y entonando las letras del popular Goro con música del grupo Claveles y, por la tarde, el festival folklórico que comenzó a organizar la agrupación de coros y danzas Virgen del Rosario de Trujillo desde 1983, y que a lo largo de los años ha adquirido un enorme prestigio, contando con grupos que llegan de los más diferentes y alejados rincones de la geografía, llenando así con sus desfiles, bailes y canciones, las tardes festivas del Domingo de Resurrección.
El día 26 de agosto recibía, en manos del Presidente Nacional, don Antonio Ramos Ciudad la Medalla de Oro por sus cincuenta años al servicio de la O.N.C.E., organización que fundó junto con don Jesús Albéniz en el año 1938. Doña Josefa Rubio recibía la Medalla de Plata por sus cuarenta años como Auxiliar de la misma.
En septiembre, desde hace más de treinta años vienen celebrándose en nuestra ciudad los “Coloquios Históricos de Extremadura”, organizados por el Centro de Iniciativas Turísticas de la ciudad (fundado en 1968) en el Palacio de Santa Marta (sede del actual Hotel NH) y en 1983 comenzaron a celebrarse en la Fundación Xavier de Salas. Atrás quedan en el recuerdo los nombres que fueron alma de este certamen histórico y literario, como don Francisco Fernández Serrano, don Juan Moreno Lázaro, don Valentín Soria Sánchez (fundadores), don José María Muñoz Claro, don Luis Andrada y don Juan Antonio de la Cruz Moreno, entre otros. Destacando a don Juan Moreno Lázaro y a don Pedro García Pérez, pues ellos son los que firman la solicitud que se hizo en el verano de 1968 al Gobernador Provincial solicitando la creación de un Centro de Iniciativas Turísticas que sería uno de los más antiguos de Extremadura. Muchos han sido los miembros de las distintas directivas que han circulado por el C.I.T. en estos últimos años, pero los aquí nombrados merecen un homenaje porque ellos fueron los verdaderos impulsores de los Coloquios y, esto lo ratifica un servidor que perteneció a la directiva durante doce años. Don Juan Moreno fue pionero en el ensalzamiento turístico de la ciudad, falleció lamentablemente a los 76 años de edad el 25 de octubre de 1988.
Un acontecimiento singular que se celebró durante varios años en Trujillo fue el Día de Extremadura. La localidad elegida para acoger a todos los extremeños en el año 1983 fue Guadalupe, en esta localidad se encuentra la Virgen del mismo nombre, Patrona de la región. Esta concentración multitudinaria de extremeños cambió su escenario en 1985 por Trujillo, aunque se el acto religioso continúo celebrándose en Guadalupe. Extremadura, al igual que otras Comunidades Autónomas, sentía la necesidad de reivindicar un día en el que todos los extremeños estuvieran unidos por un mismo fin: su tierra, su origen; y no como habían estado hasta este momento, cada provincia «por su lado». No existía entonces el sentimiento regionalista en Extremadura porque era una Comunidad bastante joven. No era una Comunidad Autónoma tradicional, ya que –históricamente- había sido una parte de Castilla. La fecha elegida para esta celebración de identidad regional fue el 8 de septiembre, festividad de la Virgen de Guadalupe, considerada ésta la patrona de Extremadura. La nueva localidad de acogida será Trujillo, ya que es más fácil acceder a ella y de acoger a la masiva población que se ausenta de sus residencias habituales y se traslada a festejar el día de su Comunidad. A través de la televisión (regional, nacional), la prensa (Diario Hoy, Diario Extremadura) y la publicidad exterior, se va inculcando en los extremeños el sentimiento de una Comunidad conjunta y no la división anterior. Durante varios años miles de extremeños llenarán las calles de la ciudad para participar en actos culturales, deportivos y lúdicos con actuaciones folklóricas y memorables intervenciones de cantantes como Monserrat Caballet, Victor Manuel y Ana Belén, José Carreras o Julio Iglesias.
En los Festivales organizados con motivo de las Fiestas Patronales del año 1984, estuvimos representados por la Reina de las Fiestas doña Mª Luisa Porras Tamayo. El pregón corrió a cargo de don Fernando Quiñones y las actuaciones del Ballet Folklórico de Bulgaria, la Compañía de Mario Maya Amargo, la Compañía Lírica «El Barberillo de Lavapies». Este año se completaron con las actuaciones Bertín Osborne, concierto de Obús y la puesta en escena de la obra de teatro «El amor empieza a medianoche».
En el año 1984, varios vecinos de Huertas de Ánimas se reúnen para elaborar unos Estatutos con el fin de crear la Asociación de Vecinos de Huertas de Animas, la idea surge en la participación de unas Jornadas sobre Asociaciones de Vecinos.
Comienza el año 1985, un año marcado en el panorama mundial por acontecimientos políticos y grandes catástrofes. España reabre la verja de Gibraltar que había estado cerrada durante dieciséis años. Comienzan a comercializarse los primeros móviles en EEUU, aún tendríamos que esperar en España para poder distribuirlos. El 29 de mayo sufríamos ante los medios de comunicación la tragedia del estadio Heysel de Bruselas, durante la final de la Copa de Europa de fútbol: 41 personas murieron y 350 resultaron heridas ante la actitud salvaje de los hinchas británicos. Al mes siguiente, se produjo el secuestro aéreo del vuelo de la TWA de Atenas a Roma por la Yihad Islámica, asesinando a un pasajero. España firmó el tratado de adhesión a la Comunidad Económica Europea en el mes de junio y, en septiembre, un terremoto de intensidad 8,5 en la escala de Richter destruía la ciudad de México con un balance de 2000 muertos.
Pero en estos días, donde contemplamos cómo el mundo se ve minado por crisis mayores, Trujillo logra preservar su identidad esencial, su vida, su cultura, cada vez más densas crecen, a veces incluso se desborda celebrando sus Carnavales, en estos primeros años de los ochenta participando un gran número de ciudadanos. Pero, lo que realmente da sentido al ciudadano de a pie a lo largo del año es su tradición religiosa. Siempre creí en la respuesta generosa de los barrios y las calles, y prueba evidente de cuanto escribo la ofreció hace ya bastante tiempo la gente sencilla que a lo largo de los últimos veinte años han formado parte incesante en las procesiones de la Semana Santa trujillana. Y, hablando de calles, fue precisamente la del Paso la cuna de la nueva devoción, no por vieja, siempre actual, dedicada a Jesús Cautivo, pues los trujillanos de los ochenta no se contentaban con rendir culto a su imagen en el silencio, sino que abriendo caminos, en este Trujillo a estirones de los setenta, a la vera de las murallas, en la calle del Paso, se asentó esta nueva devoción, de gente trabajadora, sencilla, y con una especial predisposición hacia el cautiverio de Cristo.
De más antiguo le viene a la calle su aspiración cofrade y su espíritu corporativo, de ahí su nombre, con los altibajos consiguientes. No sólo se pretendía dar culto a la imagen de Jesús Cautivo. Sus cofrades fueron más ambiciosos, y entre sus proyectos estaba el sacar procesionalmente a Cristo por las calles de Trujillo para volver a la historia una procesión tradicional que había quedado sumida en el olvido, una utopía no lograda hasta entonces. Y fue su mecenas don Enrique Elías, el que canalizando como «pastor» las aspiraciones cofrades de sus vecinos y amigos, consiguió tal aspiración.
Por aquella época, el que suscribe, se encontraba organizando con otro grupo de amigos otra Cofradía, bajo la advocación de San Juan, el amado discípulo de Cristo, y propagando esta devoción entre sus hermanos cofrades, de ahí que un año más tarde, y en sucesivas ediciones, la salida del Cautivo y de San Juan se hicieran realidad unidos bajo una misma Cofradía, y por primera vez en la historia semanasantera de la ciudad, salimos con túnica de nazarenos, con el rostro cubierto, modalidad seguida posteriormente por el resto de las cofradías y hermandades que forman el cortejo de los desfiles procesionales en Trujillo.
Y todo Trujillo, en pleno, toda la calle del Paso sí que supieron arropar a aquella cofradía-barrio, que había tenido la valentía de dar una manifestación de amor y culto a la representación del Cautivo y San Juan, en dos imágenes que estaban olvidadas del culto y de los desfiles procesionales. Para el cristiano practicante, sencillo, sin alardes, sin erudiciones bíblicas, la imagen de Jesús Cautivo es el prototipo del Jesús que nos enseñaron en las escuelas y en las catequesis, un Cristo humano y divino al mismo tiempo, padre comprensivo, que se deja inmolar por nuestros pecados. Un Jesús, varón de dolores, de manos maniatadas, por el que el pueblo sencillo siente una devoción especial. Y, desde entonces, el Jueves Santo en Trujillo, sale el Cautivo por nuestros pecados, sobre los hombros de sus jóvenes cofrades, como un mar que mecida por sus costaleros mitiga el dolor que presiente ya cercano.
En el verano de 1985 don José Solís dejó su cargo de director de “Comarca de Trujillo” y Presidente de la Hermandad de la Virgen de la Victoria, siendo sustituido por don Manuel Mateos Leo. En Huertas de Ánimas, se creaba una activa Gestora ante la falta de directiva en la Asociación de Vecinos. Se solicitó una sede al Ayuntamiento y se les concedió el piso de arriba de las Escuelas del Reloj. Se debaten con el Ayuntamiento temas de Parques y Jardines y la instalación de una Pista Polideportiva en los terrenos de la parroquia. Las negociaciones no llegaron a buen puerto. Se organiza una campaña al pueblo sobre la creación de la Asociación de Vecinos. Se hacen panfletos, se informa casa por casa. El Gobierno Civil aprueba los Estatutos y la Diputación Provincial concede 70.000 pts. Se organizan unas jornadas culturales (teatro, exposición de pintura, etc.). Se forma una Junta Directiva nombrando como Presidenta a doña Teresa Muñoz Pérez; Vicepresidenta, doña Ana Mª Sánchez Bravo; Secretaria, doña Antonia Miguel Melo; Tesorero, don J. Antonio Jiménez Moreno. Se formaliza la Directiva (Libros de Acta, etc.) y se crean diversas secciones: Urbanismo, Cultura, Sanidad, Deporte, Consumo, Asuntos Sociales y Ocio. Dimite la Presidenta por razones personales (edad). Comienza la Asociación una intensa actividad planteando al Ayuntamiento diversos temas: Consultorio Médico, limpieza de calles, construcción de viviendas en Huertas, Parque de la Plaza, parados del pueblo, carboneras, Polideportivo y piscina y Cuartel de la Guardia Civil. Se organiza por primera vez la fiesta del Emigrante. Se acometen diversos problemas derivados del Instituto de F. Profesional: autobús para los chicos, salida peligrosa a la Ctra de Madrid. También se consigue la gratuidad del autobús para los chicos de Huertas ya que los de Trujillo así lo reciben.
En los Festivales del año 1985, nuestra Reina de las Fiestas fue doña Carmen Maria Paredes Lucas. El Pregonero don Andrés Ruiz Tarazona. Con las actuaciones del Grupo Quilapayun de Chile; el Ballet Nacional de Cuba y el Teatro de Danza Español culminaban unas Fiestas Patronales con un apretado calendario repleto de actos religiosos y lúdicos.
Este mismo año se crea la Asociación de Vecinos de Huertas de Ánimas. Y en octubre del siguiente año la Escuela-Taller de Trujillo, la segunda que se creaba en Extremadura, tras Plasencia (fundada en septiembre). A lo largo de los años, entre las obras que ejecutó la Escuela Taller en los diferentes módulos, hemos de destacar el ajardinamiento en la calle dedicada a don Manuel Pardo; organización de espacio lúdico y deportivo en las cercanías del estanque de San Lázaro; la rehabilitación y adecuación de la casa de Francisco Pizarro de Vargas para Museo didáctico de antropología e historia; la restauración de la iglesia de Santiago; obras en el Arco y Calle de Sillerías; zona ajardinada en la Plaza de la Vera Cruz; y una de las obras más señera de todas en las que ha intervenido la Escuela Taller, consistente en la recuperación y rehabilitación de la primitiva iglesia del Convento de San Francisco, una auténtica labor arqueológica con interesantes resultados. La obra denominada de manera genérica “ajardinamiento”, se llevó a cabo en la calle dedicada a don Manuel Pardo; se encuentra ésta inserta en una zona de reciente expansión urbana de Trujillo, siguiendo el eje de comunicación Madrid-Badajoz y queda conformada como una amplia avenida, con circulación en ambos sentidos, separados por una mediana de extensión regular, arbolada y rústicamente ajardinada. No debemos pasar por alto el hacer referencia a la denominación de la calle y su dedicatoria a don Manuel Pardo; en una localidad como la nuestra, en la que el callejero se encuentra plagado de referencia a ilustres conquistadores, ciudadanos de pro, figuras de veneración religiosa, etc., es de destacar la significación institucional y popular alcanzada por este ingeniero hidráulico del siglo XIX. Entre sus haberes profesionales se encuentra la redacción, en el año 1876, del proyecto de traída de agua potable desde la Garganta de Santa Lucía, en la Sierra de las Villuercas, hasta Trujillo, sobre un recorrido de aproximadamente cuarenta y ocho kilómetros.
Esta obra se enmarca dentro del desarrollo urbanístico experimentado en esta localidad en la segunda mitad del siglo XIX y que conllevó el planteamiento y proyección de numerosas ideas y obras para dotar a la ciudad en desarrollo de una red de servicios e infraestructuras adecuadas a su ritmo de crecimiento; la «traída de aguas» comenzó a gestarse en 1864 y concluyó con el fin de ejecución de sus obras a principios del siglo XX. Los artífices de este proyecto, considerado innovador desde el ámbito técnico, y en su ejecución como una conquista social por el servicio que aportaba a la ciudadanía, fueron la municipalía trujillana y el mencionado ingeniero don Manuel Pardo, para el que la memoria histórica de Trujillo ha hecho un hueco en su callejero.
La obra de ajardinamiento referida se encuentra entre las numerosas de este tipo que ha acometido la Escuela Taller desde su creación y que pueden ser agrupadas bajo el epígrafe de «Escena urbana». En ella intervino la dotación del Taller de Jardinería de este Centro y se han materializado los objetivos planteados en principio: por un lado, los alumnos-trabajadores del citado taller han enriquecido su formación socio-profesional con la realización de un proyecto de ajardinamiento en la mediana de esa vía urbana, consistente en la limpieza de las malas hierbas existentes, preparación del terreno, diseño de un nuevo modelo de jardín y su ejecución con la plantación de distintas especies de plantas con flores y arbusto, y su posterior mantenimiento. Por otro lado, se ha conseguido una adecuada valoración estética en una zona de amplia concurrencia vecinal y se ha logrado que sea el propio vecindario el que estime en todos sus términos la intervención practicada, cumpliéndose por tanto en un alto grado el objetivo primero y básico del proyecto: la revalorización de un entorno urbano y la asunción positiva del mismo por sus legítimos «disfrutadores»: los vecinos.
En el estanque de San Lázaro e inmediaciones, se llevaron tareas de organización de espacios lúdico-recreativos. Siguiendo una estrategia prefijada, en este proyecto se resumen tres obras ejecutadas por la Escuela Taller en torno al estanque de aguas pluviales denominado «San Lázaro», con el fin de adecuarlo como zona lúdico-festiva y de recreo para el ciudadano de Trujillo, escaso de espacios para el esparcimiento. Su origen se remonta al siglo XVI y su primera utilidad fue la de lavadero público; posteriormente, ha pasado por ser abrevadero de ganados y criadero de tencas, hechos todos ellos reflejados en la abundante documentación referida a legislación de usos de este espacio contenida en los fondos del Archivo Municipal de Trujillo. Asimismo, de su importancia nos da noticia también la construcción en sus orillas de una Casa de Guarda con huerto anejo y la defensa a ultranza que en todo momento empleó el Ayuntamiento trujillano para evitar los intentos de venta del estanque como bien desamortizado o como propios de la Mesta, por encontrarse en terrenos de la Cañada Real. Actualmente está destinado a la práctica de la pesca de tenca, corriendo su gestión y mantenimiento, en este sentido, a una Sociedad de Pescadores local. Próxima al estanque y de la que toma su nombre, se encuentra la Ermita de San Lázaro, de estilo gótico y pequeño atrio de acceso en su parte frontal, que, según la documentación conservada es obra de finales del siglo XV.
Tomando en consideración estos antecedentes y valorándolos en su justa medida, se han ejecutado en dicho entorno tres proyectos, asumidos por la Escuela Taller, con el fin de adecentarlo y adecuarlo a zona de esparcimiento de los trujillanos. El primero de ellos consistió en el diseño y ejecución de un Circuito Natural, con pista para la práctica de ejercicios deportivos de mantenimiento a los largo de kilómetro y medio; intervinieron en esta obra los Talleres de Jardinería, Albañilería y Carpintería que desarrollaron los siguientes trabajos: desbroce y limpieza del espacio a ocupar con el Circuito, diseño y planificación de la pista de ejercicios, ejecución de la misma con encintado de piedra en ambos laterales, colocación de carteles explicativos del uso adecuado del recorrido, plantación de arboleda, instalación de sistema de drenaje y situación de bancos en madera para el descanso. Con todo ello se superó un ciclo del plan formativo en que se encontraban insertos los alumnos-trabajadores de los citados Talleres en sus inicios, contribuyéndose además a la dotación para Trujillo de una infraestructura necesaria en cualquier sociedad moderna y que cada día más se constituye en demanda social: la creación de espacios en los que desarrollar vida comunitaria y emplear parte del tiempo libre del que disponen los ciudadanos.
En esta misma línea caminaban las dos obras restantes de este proyecto: la plantación de arboleda en torno al estanque de San Lázaro y la ejecución de un parque-merendero del mismo nombre en este espacio común. Respecto a la primera obra consistió en la limpieza de las orillas del estanque y la plantación de abundante arboleda que proporcionase, por un lado, belleza al lugar, y por otro, fresca sombra a los visitantes y pescadores en los meses más tórridos de nuestro verano. En estas labores intervino el Taller de jardinería de este Centro. El Parque-merendero nació de la misma filosofía social que las anteriores y se ocuparon de su ejecución los Talleres de jardinería, carpintería y cantería; la idea consistía en la adecuación de un espacio para la comida campestre y el descanso consiguiente; dicho espacio se ha organizado en dos zonas: merendero de verano, con abundante sombra, y de invierno, como espacio abierto, amén de contar con dotación por un lado de infraestructura necesaria para la práctica gastronómica y por otro, para el descanso. Los trabajos realizados han consistido en limpieza del entorno, diseño y ejecución de jardín, instalación de bancos y mesas, limpieza de una cruz de granito existente en el lugar e implantación de césped.
En resumen, partiendo de un espacio preexistente se ha actuado organizándolo para un nuevo y atractivo uso, y cumpliendo, además los objetivos referidos más arriba: formación socio-laboral de alumnos-trabajadores de esta Escuela y equipamiento social para el disfrute del tiempo libre, mantenimiento físico, comida campestre, de los trujillanos. Bajo la denominación de Casa-Museo Pizarro, se encuentra uno de los proyectos de obras más interesantes de cuantos ha acometido la Escuela Taller en su historia, consistente en la rehabilitación y adecuación de la casa de Francisco Pizarro de Vargas para Museo didáctico de antropología e historia. La mencionada casa se encuentra enclavada en la Villa. Se trata, de una noble mansión con portada de traza ojival lancetada, coronada por el escudo de los Pizarro, con pequeñas aspas en la bordura. En este proyecto intervinieron de manera preponderante los Talleres de Albañilería y Cantería, llevándose a cabo tareas tendentes a consolidar la estructura de la casa y evitar su deterioro. Hubo que reponer en su totalidad la techumbre, trazar arcos y bóvedas con ladrillo macizo tradicional, así como al asentamiento de piezas de granito en las escaleras de acceso a la segunda planta de la vivienda, vierteaguas de ventanas, etc., labores estas últimas realizadas por los canteros. Finalmente fue amueblada con mobiliario tradicional ejecutado siguiendo modelos y técnicas también tradicionales por el Taller de Ebanistería del Centro. En todo momento, se utilizaron criterios de rehabilitación tendentes a no modificar ni la estructura espacial y arquitectónica original, ni el «aire» señorial que envuelve a la construcción, y en los casos en que ha habido que restituir o sustituir elementos se ha tenido en cuenta que las técnicas constructivas y los materiales respondiesen a modelos locales y de la vivienda intervenida. Todo ello ha ido precedido de un estudio histórico-artístico que ha permitido un conocimiento profundo sobre materiales, técnicas constructivas, y utilización del espacio; y ha facilitado las tareas antes descritas, no sólo desde el punto de vista de la economía de ejecución sino también en cuanto al acabado de los trabajos. Desde el punto de vista formativo ha sido un proyecto muy provechoso para la capacitación profesional de los alumnos-trabajadores que han intervenido en la misma, así como para el fomento entre ellos de un mejor entendimiento de la importancia de conservar convenientemente el patrimonio artístico y monumental de Trujillo; sin duda esta obra encierra un ambicioso proyecto cultural que a lo largo de los años, como hemos podido comprobar, a favorecido la revitalización del entorno de la Villa trujillana al canalizarse hacia ella una mayor afluencia turística, y ha constituido un buen «escaparate» para que el foráneo visitador aprecie la riqueza histórico-monumental de la misma.
Con la restauración de la iglesia de Santiago se vino a poner remedio al lamentable estado y amenaza de ruina en que se encontraba. Enclavada en la entrada principal de la Villa de Trujillo y en una de las vías de acceso al Castillo. Se trata por tanto de una obra de consolidación y rehabilitación, que cumple a la perfección con la filosofía que guió la apertura de la Escuela Taller: poner en valor y conservar el patrimonio histórico-artístico de esta localidad. La Iglesia de Santiago conserva claramente rasgos sencillos pero marcados que sitúan su origen en el románico, aunque un tanto desvaído por las modificaciones sufridas en épocas posteriores. Este proyecto se inició con un estudio histórico-artístico que puso de relieve la riqueza patrimonial del edificio y permitió marcar las directrices básicas de la intervención; en ella trabajaron los Talleres de Albañilería, Cantería y Pintura de esta Escuela, realizándose las siguientes labores: ejecución de una nueva cubierta que impida el proceso de degeneración a que el agua de lluvia sometía a la iglesia, apertura y rehabilitación de vanos originales tapiados, consolidación e inicio de restitución en los esgrafiados en algunos de sus muros y limpieza general del interior de la edificación. Estas obras han permitido evitar un deterioro definitivo en el monumento y han posibilitado el que, una vez concluido el proyecto, vuelva a ser visitado por turistas.
En el proyecto de ejecución de obras en el Arco y calle de Sillerías, se pretendía intervenir en aquellos elementos y espacios urbanos, acotados y concretos, generalmente poco cuidados, no excesivamente valorados y que, en cambio, en su estado actual provocan un deterioro estético y urbanístico de conjunto, de escena; además, a través de estas intervenciones rápidas, no excesivamente costosas desde el punto de vista del material empleado, aunque si por la cantidad y calidad de la mano de obra utilizada, se conseguía un vínculo de unión muy positivo entre Escuela Taller y sociedad trujillana. Esta obra fue realizada por el Taller de Cantería de la Escuela, y los trabajos que se ejecutaron fueron los siguientes: limpieza del granito del arco y bóveda, sustitución de elementos irrecuperables, junteado en cemento de sillares y solado con el mismo material de la calle. Ha sido un proyecto muy enriquecedor desde el punto de vista formativo y también urbanístico: en el primero de los casos los alumnos han perfeccionado los conocimientos teórico y técnicos de intervención en el patrimonio, y por lo que se refiere al segundo aspecto, se ha devuelto a la Plaza Mayor la belleza ocultada por el tiempo y su deterioro de un magnífico Arco y una de sus calles de acceso más representativas.
El jardín de la Vera Cruz fue un proyecto ejecutado por la Escuela Taller en estos años, consistente en la configuración de una zona ajardinada en la plaza del mismo nombre, enclavada en la Villa de Trujillo y también conocida como Plaza del Cementerio, por encontrarse éste en su perímetro. Toma su nombre de una parroquia preexistente, construida en el siglo XIII y extinguida en 1870, el Ayuntamiento terminó la construcción del Cementerio Católico, y dentro de su recinto quedó la iglesia, de la que aún se conserva algún arco y portada románicos, como corresponde al estilo imperante en el momento de su edificación. La actuación llevada a cabo en la Plaza de la Vera Cruz o Cementerio consistió en el diseño y ejecución de un nuevo jardín, encintado en granito de la superficie prevista para ajardinar, preparación de tierra, siembra de plantas y flores, y posterior mantenimiento. En esta obra intervinieron los talleres de Jardinería y Cantería, que realizaron los trabajos que les son propios, y los alumnos-trabajadores integrados en los mismos recibieron la formación que implica este tipo de actuaciones.
Los trabajos realizados en la iglesia primitiva del Convento de San Francisco, consistieron en la recuperación y rehabilitación de la primitiva iglesia, actual sede de la Escuela Taller. Este convento es el resultado de un largo proceso constructivo, que se inicia en la primera década del siglo XVI, a partir de la desamortización del edificio y posterior exclaustración de los frailes fue destinado para nuevos usos. A lo largo de este dilatado periodo de tiempo lo que nos ha llegado es un edificio íntimamente ligado a ciudad de Trujillo, a su evolución y a las distintas mentalidades constructivas que a los largo del tiempo han ido actuando sobre él: Instituto de Segunda Enseñanza en época republicana; durante la guerra civil fue cuartel de tropa; también se le ha utilizado para cuadra de caballos sementales del Ejército y en los años cincuenta se instaló un Centro de Enseñanzas Media y Profesional. Todos estos usos han generado variaciones arquitectónicas, añadidos, modificaciones espaciales, etc., en la primitiva estructura del edificio. La Escuela Taller inició el proyecto de recuperación de los elementos originales ocultos por las distintas utilizaciones ya referidas del Convento. Se consiguió la recuperación patrimonial en sentido estricto, la rehabilitación de ese espacio para su adecuación posterior como auditorio, sala de conferencias y exposiciones, infraestructuras cada vez más necesarias en Trujillo para una explotación racional de sus recursos patrimoniales, científicos y turísticos. Este proyecto fue precedido de un completo estudio histórico-artístico, posteriormente ampliado con un sondeo arqueológico que ha permitido detectar elementos originales ocultos, niveles de suelo y usos. En esta obra intervinieron los talleres de cantería y albañilería, que asumieron el vaciado de los distintos niveles de suelo, descubrimiento y rehabilitación de los elementos originales ocultos, restauración y restitución de la línea de imposta. Todo ello ha redundado en un mejor adiestramiento de los alumnos-trabajadores en técnicas de rehabilitación patrimonial y también en la dotación para Trujillo de un nuevo ámbito de uso múltiple, desde el punto de vista de cultura local.
Aunque no podemos olvidar otras obras realizadas por la Escuela Taller como la restauración de las pinturas que decoran el salón de actos del Ayuntamiento; el parque del castillo o el Templete de la música. Por ejemplo, el diseño y ejecución de un parque cercano al Castillo, se encuadra dentro de las obras acometidas por la Escuela
Taller bajo la denominación de «escena urbana» y ornato público.