POR AGUSTÍN DE LAS HERAS MARTÍNEZ, CRONISTA OFICIAL DE VALDEPIELAGOS (MADRID).
La tarde fría de la Inmaculada Concepción, fiesta nacional, me permite tener tiempo.
Tiempo para dejarme la vista en legajos de Valdepiélagos. No todo van a ser crónicas de nuestro presente incierto. La labor de cronista me lleva a investigar el pasado de los valdepielagueños. Y sabed que disfruto averiguando quienes éramos, para que nadie lo olvide.
Y escudriñando la vista en el Libro 3 de bautismo de Valdepiélagos (1633-1702) legajo 3(88) encuentro que, el año del nacimiento de ilustres personajes de la historia como, el filósofo enciclopedista Montesquieu (18 de enero) y nuestro insigne almirante Blas de Lezo y Olavarrieta (3 de febrero), azote de Vernon, el inglés que no pudo vencerle en Cartagena de Indias mandando ciento ochenta barcos y más de treinta mil combatientes contra tres mil españoles, fue un año donde en Valdepiélagos también ocurrieron historias.
El 4 de diciembre de 1689, nos visitó un afamado obispo, el ilustrísimo señor Don Diego Evelino Hurtado, llamado de Compostela por su origen gallego. Y quién era este ilustrísimo, pues, ni más ni menos, el obispo de la Iglesia Catedral de Santiago de Cuba, obispo en La Habana, y en la comarca y provincias de La Florida, reinos de la nueva España en las Indias Occidentales. Y que vino a nuestra iglesia parroquial de Valdepiélagos a administrar a los jóvenes el Santísimo Sacramento de la Confirmación. Acompañado del arzobispo de Toledo Luis Manuel Fernández Portocarrero y Guzmán, regente de los Austrias tras la muerte de Carlos II, y defensor de la candidatura austriaca en la Guerra de Sucesión, que empezaría doce años despues, en 1701 y donde España perdió Gibraltar y «ganó» los borbones.
Pero esta es la historia pequeña para mí, la que podéis encontrar en cualquier libro de historia pero la Historia que no interesa a los de Valdepiélagos es, quienes fueron confirmados aquel día, porque algún apellido os sonará.
Pues entre aquellos niños y jovenes estaban, entre lo legible del legajo:
Francisco Lozano, Lorenzo Moreno, María y Manuel Gutiérrez, Tomasa de la Cruz de la Puerta, Isidro y María López, Maria hija de Nicolás, Francisco y Ángela Garcia, Mariana Frutos, José Moreno, Francisco y Sebastián Esteban, Francisco y Sebastián Rodríguez, y muchos más que se perdieron en el legajo que os adjunto.
Y gracias a todos los que hicieron posible que estas hojas maltratadas por el tiempo y por algunas almas llegaran hasta nuestros días, este cronista puede dar fe que un día hace 334 años nos visitaron el obispo de Santiago de Cuba, acompañado por el arzobispo de Toledo, y lo más importante, conocemos el nombre de algunas de nuestras heptabuelas y heptabuelos.
@agustindelasheras
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