CRÓNICA: VALDEPIÉLAGOS, FUERO, PASADO Y PRESENTE (IV y última)
Oct 19 2024

POR AGUSTÍN DE LA HERAS MARTÍNEZ, CRONISTA OFICIAL DE VALDEPIÉLAGOS (MADRID)

Fotografía de MariCarmen González

(Con esta crónica finaliza el trabajo que presenté en el congreso de Sigüenza)

Y el pasado aquel del Fuero se convirtió en la historia de una aldea que se hizo villa. Y como tal fue teniendo más crónicas y acontecimientos que este espacio solo puede registrar a modo de ejemplos. Nosotros también tuvimos a nuestro héroe en aquel desastre de finales de XIX. Julián González Frutos, un valdepielagueño que murió en la Guerra de Filipinas. No fue en el Sitio de Baler pero sí dejó su vida contagiado por enfermedades no conocidas donde nació. Y la secuencia de averiguar su historia es al menos curiosa. Un lunes de febrero Mari Carmen González, la anterior bibliotecaria, le preguntó a Miguel de las Heras, abacero del siglo XXI, por los datos de un valdepielagueño llamado Julián. Hace tiempo Miguel se había puesto en contacto con el historiador Miguel Ángel López de la Asunción, un erudito sobre la Guerra de Filipinas y autor del libro “El sitio de Baler.

La heroica gesta de los últimos de Filipinas”. Este gran investigador tiene infinidad de datos de los españoles enviados a esa contienda para defender el territorio de ultramar y le remitió el certificado de defunción de Julián. Aquel mozo se llamaba Julián González Frutos, era hijo de Felipe González de la Cruz y de Eugenia Frutos Moreno. Era hermano de Manuel, bisabuelo de Mari Carmen González y de Martín, bisabuelo de Miguel de las Heras. También era hermano de Pedro González Frutos, abuelo de Anatolio González, autor de una maqueta del pueblo realizada a ojo con los materiales que obtenía y que hoy día se puede visitar en la Casa de Cultura. La familia de nuestro soldado la formaban seis hermanos y dos hermanas.

Pero Julián, que fue a la guerra, nunca volvió. Murió en Manila en 1897. Nos consta que su padre y familiares, conociendo La ley de 10 de enero de 1877 y la de 28 de agosto de 1878, llamadas de Redención o Sustitución, intentaron librarle reuniendo ahorros. Estas leyes autorizaban redención (no ir a la guerra) en metálico, 2000 pesetas, siempre que el mozo acreditara que había terminado o ejerciera una carrera, profesión u oficio. Esto último lo cumplían todos dado que la escuela era corta y el trabajo temprano. Pero reunir 2000 pesetas era otra cosa. La familia y los amigos no pudieron. La guerra era el destino de los no pudientes, los pobres, los necesitados, mientras los ricos, burgueses y nobles, se libraban. Pero volvamos a ese lunes de febrero. Mi primo Miguel me envió un tweet reciente del historiador y me dijo que Mari Carmen esa misma mañana se había interesado por datos de Julián y me invitaba a que contactara con él. Le busqué en facebook y le encontré fácilmente. Utilicé messenger y le puse el siguiente mensaje al mediodía de ese lunes. “Buenas tardes, mi nombre es Agustín de las Heras y soy Cronista Oficial de Valdepiélagos. Creo que hace tiempo habló con mi primo Miguel de las Heras. Estoy buscando datos de un valdepielagueño que murió en Filipinas. No sé si usted nos puede ayudar. Su nombre era Julián González Frutos. Frutos es mi tercer apellido. No quiero hacerle perder tiempo, si tuviera alguna pista podría yo investigarla. Muchas gracias por su colaboración” A la media hora sonó mi teléfono, tenía una llamada desde messenger, era él. Me dijo que cuando me leyó sintió un escalofrío. Le gustaba los domingos investigar certificados sobre los datos de miles de soldados que fueron a luchar a Filipinas. Me preguntó que si creía en las casualidades. Ese mismo domingo, el día anterior, había tenido la partida de defunción de Julián González Frutos en sus manos. En esta vida suceden cosas que no tienen explicación. Esta no lo tiene. Miguel Ángel me envió el certificado de la defunción de Julián. En este documento se puede leer: “Como capellán del batallón de cazadores expedicionario número 1, extiendo y autorizo la presente partida de defunción del soldado de la octava compañía del expresado Julián González Frutos, soltero de veinte años, seis meses y veinticinco días de edad, de oficio labrador, natural de Valdepiélagos provincia de Madrid, hijo de Felipe y Engracia, falleció en el Hospital Militar de Manila, el 22 de agosto de 1897 a consecuencia de catarro intestinal. Recibió los Santos Sacramentos de la Penitencia y Extremaunción. No consta haya hecho testamento. Así resulta de la nota y media filiación remitidas de la Comandancia de Guadalupe. 11 de septiembre de 1897” Como dice que tenía 20 años cuando falleció estaba clara la fecha de su nacimiento. Yo le cuento a Miguel Ángel que es posible que tengamos el libro de bautismo de esa fecha y me pongo a buscar. Pues bien, el primer bautizado en 1877 fue Julián González Frutos. (Libro 8° de Bautismos 1871-1907). Sucedió el día primero de febrero de 1877. Había nacido el 28 de enero y era hijo de Felipe González y de Eugenia Frutos (no Engracia como dice su partida de defunción). Sus abuelos paternos fueron Vicente González, de Valdepiélagos, y Aquilina de la Cruz, de Torrelaguna. Sus abuelos maternos fueron Gregorio Frutos e Isidra Moreno, que casualmente fueron mis trastarabuelos, por parte de mi abuela Antonia Frutos Gil y trastarabuelos también por parte de mi abuelo Emigdio de las Heras. Fue la madrina María Moreno González, prima carnal del bautizado. Aquel mozo que con diecisiete y dieciocho años habría disfrutado de las fiestas de San Isidro en Valdepiélagos, que tenía hermanas y hermanos, amigos y amigas, que trabajaba como labrador de sol a sol conociendo la hora del día, con su sombra mirando al Cerro del Mediodía, fue llamado a filas con diecinueve años, enviado a una guerra a más de once mil kilómetros de donde nació, muriendo entre dolores, vómitos, calambres y fiebre, no pudiendo realizar ninguno de los sueños que sin duda tuvo. No sabemos por qué nos hemos puesto en contacto tantas personas a la vez para traer su memoria, pero una historia que no sale en los libros de historia, tiene que quedar escrita para su recuerdo y no olvido. Y aunque nos parezca un valdepielagueño lejano a nuestras familias, gracias al trabajo de Mari Carmen sabemos que quizás su genética esté más extendida que lo que creemos. Julián tenía más hermanas y hermanos.

Las líneas de investigación relacionadas con Valdepiélagos son muy amplias desde aquel fuero hasta nuestros días, porque la sangre de valdepielagueños ha corrido por ilustres personajes. Hasta la abuela del tenor Luis Mariano, por parte de padre, había nacido en nuestra villa.

Y desde este presente que se hace pasado cada segundo he querido dar unas pinceladas de cómo una aldea se convierte en villa. Y que su historia, mientras viva, será investigada, recordada y nunca olvidada. Desde el “gratia y amore” latino para que en definitiva Valdepiélagos sea puesto en los mapas y sea parte de un mundo más justo, social y solidario.

Muchas gracias.

@agustindelasheras

@cronistadevaldepielagos

@presidentecronistasmadrileños

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