POR FRANCISCO JOSÉ ROZADA MARTÍNEZ, CRONISTA OFICIAL DE PARRES-ARRIONDAS (ASTURIAS)
(Virgen de Juan Samsó y Lengly de la Basílica de Santa María la Real de Covadonga)
A punto de concluir las obras de fábrica de la Basílica de Covadonga al inicio del siglo XX (1877-1901) comenzó a programarse el amueblamiento interno de la misma.
Imprescindible era que una imagen de la Virgen presidiese el altar mayor, pero no debería ser una reproducción de la que se veneraba en la cercana Cueva, no fuese a parecer una duplicidad que le restase protagonismo a la imagen tradicional.
Al iniciarse el año 1900 el encargo de la imagen se le hizo al escultor catalán Juan Samsó y Lengly.
El obispo Martínez Vigil -que había entregado las obras de la basílica al arquitecto Federico Aparici y Soriano- cuidó bien de que la talla que se iba a colocar en el altar mayor expresase el genio artístico y la sincera piedad de Juan Samsó.
Además, Samsó había realizado ya algunos encargos para la Casa Real Española, tan ligada a Covadonga desde sus orígenes.
Cuenta Gerardo Díaz Quirós (doctor por la Universidad de Oviedo en Historia del Arte) en “Covadonga, iconografía de una devoción” que la reina regente María Cristina se había ofrecido para costear esta imagen, pero que no llegó a materializarse, dado que en el Cabildo de Covadonga se trató del pago de la obra el día 16 de mayo de 1909.
El escultor catalán Juan Samsó había recibido premios y menciones honoríficas por otras obras suyas, obtuvo la plaza de profesor Escultor Anatómico de la Universidad de Barcelona y fue nombrado profesor de Modelado de lo Antiguo y Ropajes de la Escuela Especial de Escultura, Pintura y Grabado, e ingresó en 1888 en la madrileña Real Academia de Bellas Artes de San Fernando.
Pedro Madrazo dijo de Samsó que -manejando el lápiz, el punzón y el martillo, tanto como estatutario, pintor, cincelador, dorador y orífice- triunfó en su parangón con las estatuas antiguas mejor decoradas.
Señala el antes mencionado doctor Díaz Quirós que el escultor encargó a su discípulo Juan Riera la madera de cedro que deseaba utilizar para tallar la imagen que presidiría la Basílica del Cueto (que así la llamaban algunos, por haber sido elegido el cerro de ese nombre para su construcción).
Como si fuese una obra inspirada en las pinturas del gran Rafael Sanzio (1483-1520) la imagen ha captado la atención de decenas de miles de fieles a lo largo de los ciento trece años que lleva presidiendo el presbiterio de la Real Basílica.
Primero estuvo colocada en el templete que coronaba el altar mayor, después de retirado éste la imagen fue situada en la parte alta del ábside, ante la vidriera central de las cinco que tiene el presbiterio y sobre el sitial central de la sillería.
Desde hace poco más de dos décadas se colocó sobre un pedestal pétreo rosáceo al lado de la Epístola, donde arranca el arco de entrada al presbiterio, de forma que quedó muy accesible a los fieles que visitan la Real Basílica de San María de Covadonga.
La elegante talla muestra ropajes de notable realismo y el tocado de la Virgen que cae sobre sus hombros realza su delicado rostro.
En la imagen sedente María rodea con su brazo izquierdo al Niño que sostiene sobre su regazo, mientras su mano derecha posa sobre su pierna derecha.
La Virgen inclina muy levemente la cabeza con la mirada baja, mientras su Hijo da la bendición mirando al frente.
La pedrería y perlas a lo largo de toda la cenefa que recorre los bordes de la capa y de la túnica del niño son muy destacables.
Parece que la talla tenía en sus orígenes un broche metálico con pedrería engastada en el cierre de la capa de la Virgen, sobre su pecho, sin que se sepa qué fue del mismo.
El trono sobre el que se asienta presenta en la parte trasera del respaldo una interesante decoración, con la pintura de un ángel orante en el cuerpo superior.
Juan Samsó concluyó la imagen a mediados de 1908 y -antes de acudir a entregarla en Covadonga- falleció el día 14 de diciembre de ese mismo año.
De forma que la magnífica talla en madera de cedro, policromía, estofado y dorado, con aplicaciones metálicas, engaste de perlas y pedrería, se entregó al santuario de Covadonga en el año 1909 por los herederos de Samsó, el cual no llegó a verla entronizada.
— Francisco José Rozada Martínez, 12 de septiembre de 2022 —
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