POR JESÚS GARCÍA Y JIMÉNEZ, CRONISTA OFICIAL DE FUENTELCÉSPED (BURGOS)
Hace 288 años, mientras en Kensington (Reino Unido), fallece Isaac Newton, matemático, físico y astrónomo inglés, que con su ley de la caída de los cuerpos estableció las bases de su teoría general sobre la gravitación universal.
Consecuentemente en ese mismo año en la entonces villa segoviana de Fuentelcésped, se asentaba en el tejado de la torre de su iglesia un reloj monumental, que fue realizado en bronce, hierro y madera. El interés de hacer un nuevo reloj por parte del Concejo e Iglesia de Fuentelcésped surge en 1727 y se encuentra recogida en el acta siguiente, atesorada en uno de los Libros de acuerdos (1572-1729) depositados en el archivo municipal de Fuentelcésped:
«En la villa de Fuente El Césped a veintiséis días del mes de agosto del año de mil y setecientos y veinte y seis, estando en concejo cómo se sirven de uso y es costumbre de juntar especialmente de sus mercedes de los señores Martín García y Manuel Briongos alcaldes, José Pascual y Damián Antón regidores, y Agustín Bayo procurador general, Bartolomé Alonso, José Martín, Francisco de Rozas Martín Pascual, Fernando Santos y Carlos Serrano, todas las personas del Ayuntamiento y mayores ante dicho Concejo de cuyo escribano doy fe. = Y habiendo se les dicho los susodichos como el señor licenciado Don Lorenzo Rufo, cura, que así presentes el que convenir para los vecinos de la dicha villa el que se hiciese un relox y se pusiese en la torre de dicha villa reconociendo que era conveniente hacerlo el que se hiciese para lo cual se tomaron dichos y abriendo los con uno y con venirse a las personas de dichos vecinos el que se hiciese exceptuando nueve votos que se dieron uno con forma. Por cuya razón dicho Concejo justicia y Ayuntamiento con vinieron a que se sirviese dicho reloj y que para se hubiese ajustar se nombrase dicho Ayuntamiento junto con doce personas nombradas para que unos vecinos lo que determinen según lo mejor les conviene y así lo acordaron y firmaron de dichos señores de Ayuntamiento y personas nombrados que por no gastar prodigalidad es no se le expresaron los referidos vecinos, y así mismo su acordó con dicho señor cura que después de hecho dicho relox y el que se gobernarse y si se compusiere se habrá de pagar la Iglesia la mitad la otra mitad la villa y en conformidad se le eche en esta y dicho trato y firmó dicho señor cura junto dicho Ayuntamiento de los que supieron. Don Lorenzo Rufo. Manuel Garcia Briongos. José Pascual. Damián Zenón. Agustín Bayo. Bartolomé Alonso. José Martínez. Martin Garcia. Fernando Santos. Ante mí Pedro Garcia Torinos, secretario.»
Durante largos años, dicho reloj cumpliendo su función anduvo marcando segundo a segundo la vida de los fuentelcespenses, conoció los grandes avances y la bonanza ilustrada de el siglo de su creación, los coletazos de la revolución francesa que salpicaron la península con las ínfulas napoleónicas que dieron lugar a la “francesada”, las Cortes de Cádiz, la supresión de la Santa Inquisición, el cambio de titularidad provincial de Fuentelcésped (Se despidió de ser villa eximida de la provincia de Segovia), las Guerras Carlistas, pasando por el nefasto Fernando VII, su hija Isabel (la 2ª) , y todos los avatares del siglo XX, pasando igualmente por la tristeza de la Guerra Civil. Mientras dicho reloj seguía acompasadamente midiendo el tiempo en la villa.
Desconocemos el maestro relojero de la maquinaria, aunque no se descarta que el mismo pudiere proceder de alguna villa cercana, ya que en Burgos, Valladolid, Palencia, Segovia, Aranda de Duero, Peñafiel ó Burgo de Osma ya tenían maestros relojeros en aquellas épocas. Los más especializados residían en las capitales de provincia, a los que se acudían en la mayoría de las veces para el montaje de relojes nuevos.
En Aranda de Duero hay documentado un relojero, llamado Pedro Arbués de Mata, que lo fue a finales del siglo XIX y que colocó el de la iglesia parroquial de Vadocondes en 1884. Por ejemplo, en la iglesia de Pesquera de Duero (Valladolid), se conservaba un reloj similar al de Fuentelcésped que en 1731 fue llevado a Peñafiel para su reparación y rehecho. Aunque no hay muchas informaciones de relojeros en Peñafiel, se sabe la existencia de uno en el siglo XVIII llamado Francisco Cano, que reparó el reloj de Mambrilla de Castrejón en 1780. Otros relojeros Peñafielenses, como Mariano Andrés, también repararon relojes en principios del siglo XX, tanto los dos asentados en Peñafiel como el de Nava de Roa en el año de 1924. También una villa cercana, Cuéllar, tiene escritos que avalan la existencia de un reloj público desde al menos el principio del siglo XV, aunque parece que no existe en la actualidad.
Al caer el régimen de Franco y en los años ochenta, en muchas poblaciones se observa el deterioro patrimonial ocasionado por la desidia humana, y en muchos lugares se observa como inoperancia el seguir dando cuerda a los relojes públicos por el auge de sistemas electrónicos que sustituyen a los cuidados humanos casi diarios. En 1980, el fundidor de Campanas Quintana (Saldaña, Palencia) vino a la villa de Fuentelcésped para fundir la campana mayor, mucho más antigua pero que estaba rajada.
Para fundir una nueva, que es ahora la mayor, hubo que romper la antigua que había. A partir de entonces la distribución de las campanas en el campanario de la iglesia de San Miguel cambió. En el lado de la torre que mira a la plaza tiene dos arcos de piedra sobre los que se eleva superiormente la espadaña. Pues bien, en los arcos, a su derecha se encontraba la campana gorda, fundida nueva en 1980 y a su lado, en el arco de la izquierda se encontraban dos campanillos en la zona inferior y el reloj en la parte superior. Dentro de la Torre se albergaba otra campana también grande, que ahora está colocada al lado de la campana mayor, en donde estaba el reloj.
En la espadaña se colocó uno de los campanillos inferiores y la campana del reloj fue ubicada en la Sala de Campanas, en el arco que da hacia el sur. Por entonces, el reloj de la iglesia se conservó desmontado en el ruinoso edificio, cabe la Plaza de España, denominado “Casa del Cura”, junto con la esfera del reloj y la maquinaria. Las pesas de piedra siguieron conservándose en la torre de la iglesia. El estado de conservación del conjunto era de extremo estado de deterioro y oxidación, de esta pieza que tanto puede clasificarse de histórica como artística.
A finales del año 2014, enterado don Daniel Sanz Platero de que por parte de algún miembro del consistorio querían deshacerse de tal maquinaria, antes de “malvenderse al peso” a un chatarrero, donde el paradero de cierta máquina fuera con seguridad una fundición o similar: realizó una generosa oferta (200 Euros) adquiriendo para su restauración tal magnífica e histórica pieza, aunque se encontraba en un estado de conservación pésimo.
Este dinero, según noticias, fue a parar a los fondos de la iglesia como donativo, únicamente, sin repartir el 50% con el Ayuntamiento, que por derecho le correspondería. O si se hizo no hay constancia fidedigna de ello. (La pésima costumbre de hogaño en Fuentelcésped de no anotar en los libros, o al menos de meses atrás). Aunque se trata de algo realmente insignificante, no está nada claro dicho punto, según fuentes consultadas.
Una vez en manos del Sr. Sanz dicha maquinaria, la trasladó a la localidad de Peñafiel, donde poco a poco, y con un gran desembolso económico procedió a su restauración: Tuvo que someter al chorro de arena a todo el conjunto de piezas para librarlas del oxido y orín acumulado, causa de la mala conservación; construir alguna nueva pieza necesaria para la sustitución de otra similar deteriorada….
Actualmente, el Reloj en “plenas facultades” (Ver vídeo) y batiendo el segundo con precisión, ya cumple su cometido marcando el tiempo y podrá contemplarse en la Sacristía del Museo de Arte Sacro Comarcal situado en la iglesia de Santa María de Mediavilla de Peñafiel, en breve espacio de tiempo.
Al menos, nos queda el consuelo a todos, que dicha pieza tan añorada por unos y querida por todos, goza de estar en buenas manos y totalmente restaurado.
Una crónica Con la colaboración documental de Daniel Sanz Platero.