POR ÁNGEL DEL RÍO, CRONISTA OFICIAL DE MADRID Y GETAFE
Los okupas de nuevas generación, tienen vocación de ser una casta. Pretenden optar a privilegios que no tienen otros colectivos; tienen el afán de disfrutar de inmuebles y locales gratis total, sin otro mérito que formar parte de la nueva moda amparada por la radicalidad de la izquierda gobernante.
A finales de los años setenta, se puso en boga el fenómeno de la “patada a la puerta”, que consistía en la ocupación por la fuerza de viviendas de promoción pública, que no estaban habitadas por sus adjudicatarios por razones distintas, entre ellas haberse trasladado a trabajar fuera del lugar, incluso al extranjero. Los ocupantes solían ser familias necesitadas, sin techo, apoyadas por asociaciones de vecinos.
En algunos casos se llegó a regularizar su situación, y se convirtieron en adjudicatarios de las casas ocupadas (entonces sin “k”). Cesó el fenómeno, aunque nunca han dejado de producirse casos aislados.
El nuevo sistema de “patada a la puerta”, no es de una familia que necesita un piso y no tiene posibilidades económicas de acceso al mismo, sino de colectivos, generalmente de ideología o conveniencia radical, que han hecho de los okupas una casta que invade todo aquello que se encuentre vacío, y que ahora se ve alentado por la política del gobierno de Manuela Carmena, dispuesta no sólo a cederles de forma gratuita locales o edificios municipales, sino a regularizar situaciones de okupación por la fuerza, lo que está produciendo ya un efecto llamada, que empieza a extenderse por varios municipios de nuestra Comunidad.