POR ÁNGEL DEL RIO, CRONISTA OFICIAL DE MADRID Y GETAFE
Uno de los temas de debate político en los últimos días, es la propuesta de que sea alcalde el candidato más votado, y no el que reúna mayor número de apoyos entre concejales propios y ajenos, “abonando” a estos últimos la factura política correspondiente como contraprestación a su interesada adhesión inquebrantable.
Y ante esta propuesta, todos los partidos opinan en función de sus intereses. Al PP le conviene que sea alcalde el de la lista más votada, porque en caso de no conseguir mayorías absolutas, tiene muy complicado llegar a acuerdos, sobre todo en grandes ciudades. Al PSOE no le conviene, porque tiene muchas posibilidades de poder establecer pactos con IU para conseguir alcaldías con victorias sin mayorías absolutas, incluso sin haber ganado las elecciones.
La misma postura es la de IU, que puede obtener cotas de gobierno, aún en el caso de ser fuerza minoritaria, experiencia que no le es nueva y de la que ha sacado mucho provecho. Igualmente, UPyD tiene en su mano capacidad de decidir gobiernos cuando no haya mayorías absolutas. La lógica índica que debería ser alcalde el candidato que ha recibido más votos en las urnas, y no el que se sirve de estrategias de coalición para gobernar sin haber ganado, aunque sea democráticamente irreprochable.
Otra alternativa válida sería, una segunda vuelta para elegir al alcalde entre los dos candidatos más votados, en caso de que ninguno hubiera obtenido mayoría absoluta. Me temo que llegar a un acuerdo sobre la elección de alcalde va a ser una utopía.
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