POR GABRIEL SEGURA HERRERO, CRONISTA OFICIAL DE ELDA (ALICANTE).
La música es una cualidad estrictamente humana. La música expresa y produce un sinfín de sentimientos como alegría, dolor, tensión, miedo, pena, paz, emoción y otros muchos. Pero la música también es fiesta, por eso sin música no habría fiesta de Moros y Cristianos. Y dentro de esta fiesta tan de nuestra tierra, hay un selecto grupo de compositores que por su innegable aportación forman parte del Olimpo musical festero. Sin demérito de unos u otros para no herir susceptibilidades locales, hoy conmemoramos el 28º aniversario del fallecimiento de uno de ellos grandes: el maestro Villar.
Miguel Villar González nació un 10 de abril de 1913 y falleció un 17 de octubre de 1996, hoy hace 24 años. Como ya ha manifestó el historiador Alberto Ochoa Miguel Villar nació por y para la música.
Largo es el elenco de poblaciones valencianas donde el maestro Villar dejó indeleble huella musical, desde su Sagunto natal hasta su última morada en Gandía, pasando por poblaciones como Fuente la Higuera, Cullera, Bañeres de Mariola, Navajas, Carcaixent, Llaurí, Xeresa, Xeraco, Albaida, Rótova, Sax, Petrer y Elda; e incluso algunas más alejadas caso de Barcelona, Cardona y Alagón.
Su estancia en Sax durante 12 años (1966-1978) al frente de la Sociedad Unión Musical y Artística permitió que su obra y su figura se extendiera a población vecinas, caso de Elda y Petrer, a las que dotó de los himnos de la Fiesta; que constituidos en parte indisoluble de la Fiesta, hoy en día forman parte de las señas de identidad de ambas poblaciones: los pasodobles Idella y Petrer, respectivamente.
Tras su jubilación, que no retiro de las labores musicales, se instaló en Gandía, haciéndose cargo de la dirección de la banda de Xeresa y de la Sociedad Musical de Rótova.
Su vínculo profesional, personal y afectivo fue tan grande con Sax, que a su fallecimiento dejó dispuesto la donación de toda su obra y recuerdos a la población sajeña donde desarrolló gran parte de su carrera compositiva. En Sax se guarda todo su legado: un total de 676 objetos entre cuadros, placas, medallas, esculturas, pergaminos, fotografías, las partituras, su biblioteca musical o sus cartas y documentos personales.
Sirvan estas líneas de recuerdo y homenaje de Elda a la figura del maestro Villar, cuya obra le hace merecedor de un reconocido homenaje perenne en las calles eldenses. Ni los jóvenes festeros ni los adultos ni tan siquiera los decanos de la fiesta conciben las fiestas de Moros y Cristianos de Elda sin el inicio oficial de las mismas a los sones del pasodoble Idella. ¡Elda está en deuda con el maestro Villar!.
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