ROBERTO F. OSORIO Y CELSO PEYROUX, NARRADORES OFICIALES DE QUIRÓS Y TEVERGA, SUBEN HASTA LA CIMA DE LA MONTAÑA QUIROSANA PARA CONTARSE SUS REFLEXIONES Y SUS ESPERANZAS
Los cronistas oficiales de Quirós y de Teverga, Roberto F. Osorio y Celso Peyroux, ambos colaboradores de LA NUEVA ESPAÑA, ascendieron en un hermoso día de otoño a la cumbre de Peña Rueda. En todo lo alto de la roca sagrada ambos viajeros hablaron de lo divino y de lo humano, de sus convicciones y temores, y los dos coincidieron en que un mundo mejor y más justo es posible. La narración es de Celso Peyroux.
Peña Rueda (Quirós)
Los puertos de Agüeria y la braña de Ricabo van quedando a nuestros pies. Los dos amigos, junto a Sonia -compañera de Osorio- subimos lentamente la ladera mientras algún grácil rebeco brinca de risco en risco. A nuestras espaldas el macizo de Ubiña y Las Babias bajo un sol otoñal. Al fin, tras el esfuerzo, la naturaleza se abre de par en par y nos sentimos empequeñecidos ante tanta grandeza. El don de la palabra nos sale al encuentro y, mientras Sonia se queda extasiada, aprovechamos para dialogar.
-Roberto: ¿Dónde estás?
-Celso: Soñando en una nube cerca del cielo.
-R: No, no. Más profundo.
-C: Soy polvo de una estrella llamada Deneb que no sabe ni de dónde viene ni hacia dónde va.
-R: Pero algo me dirás de la cuarta dimensión.
-C: Lo mismo que Quevedo: «soy un fue, un será y un es cansado».
-R: Pienso, luego existo.
-C: Mejor: Amo, luego existo, porque al final de la vida te examinarán de amor. O también, existo, así que puedo meditar. Es decir, hablar conmigo mismo.
-R: Intentan suprimir la filosofía de los estudios secundarios.
-C: Un craso error porque en ella está la sabiduría y al igual que en la poesía, la verdad de la vida. Su desaparición sería acabar con la esencia del hombre.
-R: Novelista, poeta o periodista?
-C: Ante todo escritor. Pero la poesía me hizo indisciplinado, díscolo y dotado de un sentido poco común entre los humanos. Digamos que la intuición que tiene la mujer. El periodismo lo llevo en las venas desde el mismo momento en que me nacieron. La novela vino después.
-R: ¿Y la mujer en tu vida?
-C: Un hermoso espécimen sagrado y misterioso. De ellas llega la vida y por ello hay que mimarlas, respetarlas y defenderlas. A las mujeres no hay que entenderlas, hay que quererlas y sacar tarjeta roja contra los maltratadores.
-R: Siempre tienes a la música cerca de ti.
-C: Sí, imprescindible en mi vida. El silbo del viento, la balada de una fuente, la palabra sabia de un anciano, Haendel, Jacques Brel, mi guitarra y la gaita de Manolo Quirós.
-R: Una lectura…
-C: Varias. La poesía de León Felipe, Claudio Rodríguez, Pablo G. Baena y Ch. Baudelaire y como novelas: «Memorias de Adriano», «La vieja Sirena» y La Biblia.
-R: Una frase memorable.
-C: Más de una: «Solo sé que no sé nada» (Sócrates), «Sinite pueris venire ad me» (Cristo), «Avanzar mirando hacia atrás» (Saramago), «Homo homini lupus» (Plauto): Auschwitz, Hiroshima, los naufragos del Mare Nostrum.
-R: ¿Los males del mundo?
-C: Violencia, avaricia, envidia, falsedad.
-R: ¿Se puede hacer un mundo mejor?
-C: Sí, volviendo a los valores del Renacimiento y de la Ilustración: Tolerancia, respeto, autocrítica, honestidad, implicación, la paz perpetua, lealtad, compasión («Paz, piedad, perdón»).
-R: Y a todas éstas, ¿Dios por dónde anda?
-C: Dios pasó por aquí para dejar esta belleza, pero luego permitió que un primate se hiciera hombre y fue la perdición.
El sol está en todo lo alto y el panorama, a pesar de la calima, es espléndido. Sonia Acaba de levantarse y, extendiendo un mantel, nos llama para degustar las ricas viandas que ha traído: empanada de cecina, tortilla, chorizo de casa y fruta. Nos sentamos sobre las piedras de las trincheras bélicas y continuamos el diálogo.
-Celso: ¿Crees que quien tiene la palabra tiene el poder?
-Roberto: Quien tiene el dinero tiene el poder. Todo lo compra, o lo modera, o lo hunde o lo suprime. Es complicado ser independiente en este mundo de hoy. La palabra tenía más valor antes.
-C: ¿Qué sentimiento albergas cuando escribes?
-R: Satisfacción y orgullo de contar cosas a los demás. Noticias de actualidad o viejas historias que pasarán a generaciones futuras son un acicate para seguir escribiendo. Como decía Plinio, «nulla dies sine línea», ningún día sin escribir.
-C: ¿Cuál es la verdadera labor de un cronista?
-R: Recoger, rescatar y poner en valor las pequeñas historias que forman la gran historia de un pueblo. Difundir las costumbres, tradiciones y saber de los vecinos presentes y pasados para que lleguen al futuro.
-C: Al margen de la humana envidia, ¿tienes enemistades por ello?
-R: De momento creo que no. Pero todo en esta vida llegará. Que el honor de ser cronista no lleve consigo sueldo ni otras ventajas ayuda a no tener enemigos. Ser cronista nos cuesta tiempo y dinero y todo ello sin remuneración alguna.
-C: ¿Qué libro leerías en esta cumbre?
-R: Hay muchos, pero me quedo con «La Casa de Quirós» (1958), de mi paisano Vicente G. García, que me descubrió, a temprana edad, mi tierra natal.
-C: ¿Cuando crees que el hombre perdió por primera vez su dignidad?
-R: En los albores de la civilización. Cuando una persona se creyó superior a otra y se aprovechó de su trabajo, de sus conocimientos. Todos nacemos libres e iguales en dignidad y derechos, según la Declaración Universal de los Derechos Humanos.
-C: Con la que está cayendo (robos, falsedad, deslealtades, y ahora Trump)… ¿crees que los políticos son una estirpe a extinguir?
-R: La política, para mí, es un mal necesario. Necesitamos la política y sus servidores, pero que sean honrados y que busquen el bien común, no el propio. Estoy en contra de la extinción de cualquier especie. Regular si, extinguir no.
-C: ¿Por qué se rompió la Mancomunidad de los Valles del Trubia?
-R: La idea de mancomunar servicios es buena en un principio. La crisis económica, la duplicidad de servicios y los excesivos gastos fueron factores determinantes junto con las querencias de cada municipio.
-C: ¿Cómo podemos evitar la diáspora rural, fijar gente y traer jóvenes al campo?
-R: Es muy complicado dar con el remedio. Hacer más atractivo el campo y que no gobiernen las cosas del campo ecologistas de oficina. Menos burocracia y más comprensión. Mejores servicios y ayudas a nuevos emprendedores.
-C: Mirando el discurrir del rio Ricao desde su nacimiento ¿qué te sugiere?
-R: El río sabe dónde nace y dónde muere uniéndose a otro caudal. Nosotros no tenemos esa certidumbre y así debemos luchar y esforzarnos para tener recompensas.
-C: Ante nosotros, los Güertos del Diablo en todo su esplendor. ¿Estará allí Luzbel?
-R: Allí están los rebecos y las calizas. No creo que Luzbel o el Diablo tengan ninguna morada. El mal no conoce razas, ni religión, ni estatus social; está en todos lados.
-C: ¿Y el Gran Hacedor?
-R: A veces quiero pensar que alguien superior vela por nosotros, pero las grandes injusticias de este mundo me llevan a la duda. Todos debemos contribuir a hacer este mundo mejor, a nuestros semejantes. Debemos dejar un buen legado a nuestros hijos y nietos.
-C: ¿Qué consejo de tu abuela Solina (96 años) guardarías como oro en paño?
-R: Un consejo solo no podría encerrar toda su sabiduría. El trabajo bien hecho y la familia son dos pilares básicos en su vida. El poder trabajar es salud, en todos los sentidos, en el económico, anímico, saludable. Ella luchó por lo que quiso y lo consiguió casi todo, la totalidad es casi imposible.
Las últimas hebras del sol se van recogiendo para un canasto y una niebla algodonada va subiendo ladera arriba. Comenzamos el descenso camino de otra vida.
Fuente: http://www.lne.es/