POR APULEYO SOTO PAJARES, CRONISTA OFICIAL DE BRAOJOS DE LA SIERRA Y LA ACEBEDA (MADRID)
Un centenar de Cronistas Oficiales, y entre ellos los pioneros segovianos, se reúnen en Cáceres este fin de semana para celebrar su XXXIX Congreso nacional. Tema: “La recuperación del patrimonio histórico-artístico de los pueblos y ciudades de España”. Y en el hotel Oquendo no caben más, ya está lleno hasta los topes.
Allí llevo mi ponencia sobre “Sancho Saldaña o el castellano de Cuéllar”, novela que escribiera el almendralejense poeta José de Espronceda durante su destierro en la Villa, allá por el verano de 1833, tan convulso bajo el ignominioso reinado de Fernando VII.
Contra la general creencia de que estuvo encerrado en el castillo de los Alburquerque no fue así, sino que estuvo recogido “en una de las mejores casas del pueblo”, propiedad de su amigo, el Corregidor Miguel Ortiz y Amor, compañero de estudios en su juventud de Madrid.
De esa manera, el fogoso patriota, el sublime vate y bohemio, anarcoide, sentimental y rebelde escritor y político pudo recorrer libremente la tierra de Pinares que va del Íscar vallisoletano a las Lastras y Dehesas segovianas, en las que ambienta su romanza histórica del siglo XIII, atestada de bandoleros y condes, duques y marqueses de tres al cuarto por sus desafueros contra la sociedad rural de entonces.
¿Y por qué sabemos todo esto y lo aprendió él, el “segundo Tenorio” por su amor a Teresa? Por los legajos y cronicones de los amanuenses, almacenados en los archivos. Lo que viene a resaltar la labor de los Cronistas o periodistas de la época, antecesores de las hemerotecas y bibliotecas actuales.
¿Qué conocerán las nuevas generaciones y las que les continúen si no dejamos testimonio del “aquí y ahora”? Esa es la pregunta. La respuesta la tienen las corporaciones locales, muchas de las cuales no se han concienciado aún de su importancia y trascendencia en este aspecto. ¿Serán algún día responsables del olvido de tan transformadores cambios como estamos sufriendo y gozando, según y cómo en este siglo XXI? Vaya mi aguijón salutífero por ellas, para que se espabilen.
El cargo de Cronista es simplemente honorario, no conlleva emolumento alguno de las arcas municipales. ¿Lo acabarán de entender de una vez por todas? Alcaldes, a por ellos, a por los Cronistas, que perpetuarán vuestra memoria y la de los pueblos a los que debéis conservar y mejorar. Es lo menos, mantener y dilatar la herencia recibida.
Fuente: GLORIOSA GACETA DEL MESTER. Época II, número 40. Enero de 2014