POR JOSÉ ANTONIO FIDALGO SÁNCHEZ, CRONISTA OFICIAL DE COLUNGA (ASTURIAS)
Si días atrás comentábamos la historia de la Invención y Fiesta de la Santa Cruz en los primeros días de mayo (3 de mayo), hoy centraré mis «Histories» en dos tradiciones, una extremeña de Monterrubio de la Serena, y otra gallega de «ámbito universal».
¿Saben ustedes? En Monterrubio de la Serena (¡qué aceites, qué jamones, qué quesos!) no limitan la veneración y culto a la Santa Cruz a los actos de ámbito eclesial y parroquial comunitario, sino que en CADA CASA, y en la mejor estancia que posea, levantan pequeños altares con la Santa Cruz adornada con flores, telas, candelabros encendidos… y allí, reunida la familia y amistades invitadas, rezan y cantan coplas devotas.
Por ejemplo:
«Te adoramos Santa Cruz
puesta en el Monte Calvario.
En ella murió Jesús
para dar eterna luz
y librarnos del contrario»
O esta otra que ensambla peticiones, rezo y belleza de paisaje:
«Mayo, mayo, mayo; / bienvenido seas
para trigos y cebadas, / caminitos y vereas.
¿Qué es aquello que reluce / en aquel monte florido?
Es Jesús el Nazareno / que con la Cruz se ha caído.
Mayo, mayo, mayo…
El día de la Ascensión / cuando Cristo subió al cielo
estaba la manzanilla / florida como el romero.
Mayo, mayo, mayo….
¿Y después de rezar?
Pues… exactamente eso que ustedes están pensando: merienda-cena y deseos de felicidad mutua.
Y ahora una escapadina a Galicia. Allí donde en mayo enraman con retamas y carqueixas, y recolectan flores de toxo (tojo, que en Asturias decimos árgoma y cotoya) para hacer un licor que anima la vida.
Lo de la carquexa tiene también su vertiente erótica como «arbusto celestina» tolerante de amores y amoríos.
Esta es la copla que se cantaba en A Ría d´Arousa como testimonio de lo que cuento:
«Eu pedúnchello a unha nena
debaxo dunha carqueixa.
Eu pedúnchello , ela dóuchemo,
e dela non teño queixa»
Pero vayamos al «copetús».
Las flores de toxo (de cotoya) poseen múltiples cualidades medicinales (además de su amarilla belleza). Su infusión alivia los males de hígado y los dolores de cabeza, mitiga la tos y el asma, favorece las digestiones y «aligera los empachos». Lo dice el refranero gallego: «Hay que dale o flor do toxo, pra que le pase o anoxo».
A un servidor, enamorado de lo gallego, más que la infusión de flor de cotoya, le «priva» el que allí llaman LICOR DA FLOR DO TOXO, siendo mayo el mes más propicio para la recolección de flores. Hagan esto:
Recolecten, en día soleado de mayo, una buena cantidad de flores de tojo y déjenlas secar durante un mes en lugar cálido, aireado y sin luz de sol.
En un litro de aguardiente (augardente) echen unos 450 g de azúcar, una rama seca de hierba Luisa, un palo de canela y un buen puñado (o dos) de flores secas de tojo. Dejen que macere durante nueve lunas (agitando el tarro de vez en cuando) y pasado ese tiempo, filtren y embotellen.
Una advertencia: Estas flores contienen citisina, un alcaloide tóxico si se ingiere en grandes cantidades.
Aunque, por otra parte, también tiene su vertiente buena: la citisina es antagonista de la nicotina del tabaco y, por tanto, recomendable para «ayudar a no fumar».
Ya lo saben. ¡A recolectar flores de cotoya (toxo) y a elaborar un buen «licoreta»!
Su salud y su bolsillo se lo agradecerán.