POR MANUEL GARCÍA CIENFUEGOS, CRONISTA OFICIAL DE MONTIJO Y LOBÓN (BADAJOZ)
El 27 de enero de 1945 el ejército soviético liberaba el campo de concentración de Auschwithz-Birkenau, en Polonia. La II Guerra Mundial vivía sus últimos coletazos, cerca ya en el inicio de este 1945 de su final y del triunfo de los Aliados sobre la Alemania nazi y las potencias del Eje. El campo de concentración de Auschwithz-Birkenau fue tristemente abierto en mayo de 1940 por la Alemania nazi y en él no solamente estuvieron internados judíos, sino también prisioneros de guerra obligados todos a trabajar para el régimen del horror de Adolf Hitler. Situado a 40 kilómetros de Cracovia, en él que los nazis asesinaron entre 1,5 millones y 2’5 millones de personas desde que fue abierto hasta que fue liberado ese 27 de enero de 1945.
En 1979 el campo de concentración fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en un paso para que Auschwithz-Birkenau no quedara relegado al olvido. No obstante, la acción más importante se tomó en el 1 de noviembre de 2005, cuando la Asamblea General de las Naciones Unidas decidió, en la Resolución 60/7, fijar el 27 de enero como el DÍA INTERNACIONAL DE LA MEMORIA DE LAS VÍCTIMAS DEL HOLOCAUSTO.
Kofi Annan, entonces secretario general de la ONU, declaró que al nombrar el Día Internacional, este hecho se iba a convertir, como así ha sido, en “un importante recordatorio de las enseñanzas universales del Holocausto, atrocidad sin igual que no podemos simplemente relegar al pasado y olvidar”.