POR ANTONIO BOTÍAS SAUS, CRONISTA OFICIAL DE MURCIA
Hace ahora un siglo que el conde de Romanones, quien fuera diecisiete veces ministro, que eso es saber conservar el sillón, profirió aquella célebre exclamación: “Hagan ustedes la ley, que yo haré el reglamento”. Afortunada frase de gran aplicación, con alguna variante, en las cuestiones patrimoniales murcianas: “Hagan ustedes la ley, que ya haremos el estudio oportuno”. Esto es: Hagan ustedes la ley de proteger lo poco que no nos hemos cargado, para poder cargárnoslo mientras redactamos catálogos para protegerlo. Y así todo, oiga. Por eso sorprende que desde la recién creada Oficina de la Huerta descubran, a buenas horas, que muchos de los 304 inmuebles municipales catalogados y protegidos por su interés histórico “han desaparecido, se han modificado o se han descubierto”. Y se quedan tan frescos. Y que por ello es necesario licitar por 87.000 euros un nuevo catálogo que incluirá, además de edificios y yacimientos arqueológicos, unidades de paisaje de interés. Pues muy bien que lo veo. Todo lo que sea sumar, en una ciudad acostumbraba a restar en estas lides, es loable. Aunque también podrían explicar, por aquello de no vender solo humo, porque hemos perdido esa parte del patrimonio que los poderes públicos estaban obligados a proteger.
De entrada, animo a las autoridades a que incluyan en ese catálogo como edificio histórico la recién construida caseta del perro de mi vecino. Porque, ante los innumerables trámites burocráticos que tendrá que superar el texto, se pueden pasar dos o tres siglos antes de que sea aprobado. Y entonces serán de gran interés los cagarros fosilizados del animalico. Pues, como advirtió el Quijote: “¡Cuán largo me lo fiáis, Sancho!” ¿No era más fácil, como coinciden esta mañana todos los expertos, actualizar la información de la que ya disponemos? ¿O queremos, almas de cántaro, hacer un nuevo documento que ‘obvie’ los desmanes producidos hasta ahora?
Y mucho ojo, señores, que eso de que “no será preciso revisar el PGOU no se lo cree ni el que asó la manteca. Como dicen en la (esquilmada) huerta, ‘en cuanti que’ protejan cualquier espacio natural, de las decenas que ya deberían estarlo, habrá que cambiar el tipo de suelo, de entrada. En lenguaje urbanístico-amenazante: Recalificar o reclasificar.
No quiero ni imaginar, porque esta mañana ya me lo han dicho, qué pensarán en la Dirección General de Bienes Culturales, ya que la Comunidad también tendrá que decir algo y, en muchos casos, ese ‘algo’ hace retemblar los ayuntamientos. Pongo por caso un caso olvidado: Teatro Bernal de El Palmar. Mientras que Urbanismo autorizó la demolición del coliseo, porque consideraba que estaba en ruinas, Cultura redactó otros informes en los que defendía que el inmueble podía rehabilitarse y que costaría menos que levantar un teatro idéntico. Al final, teatro al suelo y a otra cosa. Más o menos, vaya, como se hizo con Joven Futura y el espléndido yacimiento del que nada (o muy poco) más se supo.
Para no criticar sin aportar nada (y por si a la empresa que se alce con el concurso le sirve) apunto gratis total qué información pueden cortar y pegar para componer el futuro catálogo.
1. El Plan Especial del Conjunto Histórico (PECHA) ya recoge dos catálogos detallados (uno de ellos complementario del anterior) que incluyen precisas anotaciones sobre el estado de estos bienes históricos. Pero el texto, porque fue aprobado en 1986, esta anticuado hasta el extremo de que algunos edificios incluso han desaparecido (justificando su derribo con expedientes de ruina) o incluso el Consistorio los descatalogó, vaya usted a saber por qué.
Es el caso, por ejemplo, de 4 inmuebles en la calle Trapería -entre ellos el anexo al Casino, que hoy luce un escudo sobre su fachada roja-, dos en la plaza de Santa Eulalia y el resto en Alejandro Séiquer (Gobierno Militar), Gaspar de la Peña, Alfaro, Andrés Baquero, Pilar, Avenida Canalejas, Sagasta, Plaza Sardoy, Arquitecto Cerdán y Verónicas. A estas desapariciones hay que sumar otras en pedanías, como el Molino de Oliver, semiderruido; el Corralejo de Guadalupe, y más recientemente la Casa Grande. Sume y siga.
2. En la misma página es posible encontrar documentos sobre yacimientos arqueológicos, incluidos planos de zonas protegidas, aunque también piden a gritos una actualización.
3. La Carta Arqueológica del Término Municipal de Murcia: Es un documento antiguo, aprobado allá por el año 1986, que también incluyó descripciones detalladas de cada bien, su “estado actual” y fotografías. Se hizo bajo la dirección del entonces arqueólogo municipal Julio Navarro Palazón. En su prólogo expresaba su deseo de que el documento “fuera el primer paso” para “el mantenimiento y respeto del legado histórico-arqueológico”. Visto lo visto, después de aquel paso no se dieron demasiados.
4. La Carta Arqueológica de la Región de Murcia: Este documento, impulsado desde la Consejería de Educación, Cultura y Universidades, reviste especial trascendencia porque tras la promulgación de la Ley de Patrimonio Cultural de la Comunidad Autónoma de la Región de Murcia, Ley 4/2007, la Carta se vio inmersa en un proceso complejo de actualización del sistema y de revisión de cada uno de los yacimientos murcianos, incluidos, por supuesto, los que existen en el Municipio de Murcia. La Carta incluye yacimientos no recogidos en los planes de ordenación urbana, e incluso aquellos que han sido modificados por excavaciones arqueológicas y hasta causas naturales. Luego, de facto, la Carta actualiza nuestro ‘derruido’ PECHA.
5. El auge de movimientos sociales en defensa del patrimonio ha permitido reunir datos muy interesantes. Tanto, que en muchos casos suplen incluso el trabajo que se les supone a los ayuntamientos. Sin ir más lejos, hoy mismo ha presentado Huermur el llamado Plan PatrimurSOS, formado por un conjunto de iniciativas para la conservación y protección del patrimonio. PatrimurSOS comprende varias líneas de actuación, como son las denuncias, las solicitudes de protección y las solicitudes de reconocimiento de entornos. Y a ellas se suman las que ya han hecho, que se cuentan por decenas, y deberían tenerse en cuenta antes de que lleguen a los juzgados, al ser la única salida que le queda a esta institución en muchos casos.
Conocido todo lo anterior, ¿no sería conveniente tenerlo en cuenta y ponerlo en valor? Porque, como decía el patriarca Abraham, quien es de la época más o menos en que empezamos a discutir cómo proteger el patrimonio histórico: “Si no escuchan a los profetas, no harán caso ni aunque resucite un muerto”. Los profetas son todas las fuentes que he citado. Y el muerto, como a estas alturas resulta obvio, pronto será el patrimonio murciano.
Fuente: http://blogs.laverdad.es/