CUANDO EL DÍA DE LA REGIÓN ERA EL DE LA FUENSANTA • LAS CASAS REGIONALES FUERON LAS PRIMERAS EN ORGANIZAR UNA JORNADA DEDICADA A MURCIA, SIEMPRE DURANTE EL MES DE SEPTIEMBRE
Jun 09 2019

POR ANTONIO BOTÍAS SAUS, CRONISTA OFICIAL DE MURCIA

El 9 de junio siempre fue en Murcia el día de San Efrén. Pero eso ni siquiera lo sabían los católicos, pues nunca tuvo este santo predicamento en la Región. Para los parroquianos, el auténtico Día de la Región, aunque nadie así lo llamara, coincidió siempre con la romería de la Patrona, la Virgen de la Fuensanta. La razón es obvia: era la única jornada del año donde se reunían gentes de todos los pueblos de la provincia.

La fecha del 9 de junio fue, como lo sigue siendo, una mera cita administrativa. Para conmemorar que ese día de 1982 el Rey don Juan Carlos I firmó en La Zarzuela nuestro Estatuto de Autonomía. Sin embargo, a través de la historia podemos rastrear otros muchos días de Murcia, algunos casi insólitos, como aquellos que se celebraban en la desaparecida Feria Porcina.

Los auténticos precursores de festejar la patria chica fueron, precisamente, aquellos que más lejos residían de ella: las casas regionales. Ya en 1930 se convocaba un ‘Día de Murcia’ en Madrid. Y no menos destacado era el que organizaba en Barcelona la Casa Regional de Murcia y Albacete, por entonces una única provincia como quizá debió mantenerse.

La elección de una reina y su corte y la programación de dos zarzuelas centraron los actos en 1932. En Madrid se eligió en 1933 el Teatro Español para una velada que incluía la elección de ‘Miss Murcia’. A la fiesta de 1953 asistiría el ex rey Pedro de Yugoslavia, vaya usted a saber por qué. Tanto en una ciudad como en otra, los actos se organizaban el 8 de septiembre, festividad de la Virgen de la Fuensanta.

Sería erróneo concluir que el día elegido respondía solo a motivaciones religiosas. De hecho, en 1935 ni siquiera se programó una misa entre los actos previstos por la Casa Regional Murciana de Barcelona. Sus integrantes remitieron una carta al diario ‘Levante Agrario’ donde explicaban que «el ocho de septiembre es una fecha memorable para el buen murciano».

En su opinión, era la «fiesta tradicional, que de un modo o de otro la celebran todos sin que influyan otros factores, y sin que se impulsen otras ideas que las de seguir la tradición». Aquel año arrancaron los festejos el día 7 con una comida para los pobres.

Al día siguiente se representó ‘La Alegría de la Huerta’. Al menos, hasta que se presentaron por sorpresa el gobernador civil de Murcia, Carlos Rodríguez Soriano, el presidente de la Diputación y otros políticos regionales. La función fue suspendida unos minutos para acomodar a tan ilustres visitantes.

El de la Liberación

Acababa la Guerra Civil, la Dictadura intentó en vano convertir el 29 de marzo en «el gran día de Murcia», pues coincidía con el «aniversario de la Liberación» de la ciudad por las tropas franquistas.

No han faltado otras fechas susceptibles de acoger la festividad. Sin contar que no había feria que se preciara que no incluyera un día regional. Eso sucedió en todas las ediciones de la Feria Internacional del Campo o de la Exposición Nacional de Recursos Turísticos, luego Fitur.

Incluso el diario ‘Línea’ intentó crear un ‘Día de la Región’ que coincidiera con la entrega de su ‘Premio Línea de Regionalismo’. «De ocurrir tal y como lo tenemos planteado, el día 25 de febrero pudiera ser muy bien el ‘Día de la Región’», anunciaba el rotativo en 1978.

Dos años antes, cuando algunos propusieron que el Viernes Santo fuera laborable, estalló una inevitable escandalera. Como no podía ser de otra forma en la tierra de Salzillo. Desde ‘Línea’ se advertía de que la pérdida de esa festividad «traería consigo una consecuencia tristísima: se desvanecería para siempre la esencia de un día que, por sí solo, nos honra y nos proclama al mundo entero. Con razón se ha llamado algunas veces el gran día de Murcia».

Ya en plena vorágine autonómica, fue el Festival del Cante de las Minas el primero que celebró un ‘Día de la Región Murciana’ en su programa. El primero fue en 1980. Y durante el segundo, el entonces presidente del Consejo Regional, Andrés Hernández Ros, izó la bandera regional. Y el mismo año, en la pedanía de Los Dolores y en el marco de la I Semana Cultural, el Ayuntamiento también organizó un día con esa denominación.

La decisión de establecer el 9 de junio fue adoptada en la reunión del Consejo de Gobierno de la Comunidad Autónoma del día 4 de noviembre de 1982. En aquella sesión también se acordó sustituir dos fiestas del calendario laboral para el siguiente año. Así, en lugar del Lunes de Pascua se recuperó el Jueves Santo. Y en vez de ser festivo el día de San Pedro se decidió que fuera el 9 de junio.

Hace mucho calor

Apenas hubo contestación popular, al menos en la prensa. Algún autor sí destacó, casi a modo de profecía, que la fecha no era la más idónea. Primero, porque la calorina animaría a muchos a destinar su libranza, más que al día regional, al día regional en las playas. Y segundo, pues «esa fecha no le dice nada al pueblo llano», como escribió Esteban Valcárcel en ‘Línea’. Por ello proponía, de nuevo, que se trasladara a septiembre y en torno a la Fuensanta.

En el mismo sentido protestó la Federación de Banca y Ahorro, que propuso el 8 de septiembre, «una fecha en que ya, por otras razones, se congregue toda la Región en algún punto». Pero poco más.

El Día de la Región cayó aquel 1983 en un jueves. El grueso de los actos se desarrolló en la capital y coincidieron con la celebración de las primeras jornadas de artesanía. Una maratón popular, pasacalles con cuadrillas, rondallas y auroros y una verbena al caer la tarde fueron algunas de las propuestas.

La Comunidad Autónoma ofreció una recepción a las fuerzas políticas, sindicales, profesionales, económicas y culturales en los jardines del hotel Siete Coronas. La fiesta comenzó a las ocho y media, aunque la mayoría de los asistentes se desplazaron después a otra cita: la entrega de los Premios Laurel que otorgaba la misma noche la Asociación de la Prensa. En este caso, la cena se sirvió en el Rincón de Pepe.

Al año siguiente, acaso por aquello de la tendencia de los murcianos a disfrutar su libranza laboral en las playas, se celebraría en Águilas y al otro en Mazarrón. Tres décadas más tarde resulta harto probable que muchos también lo celebren hoy, caña y marinera en mano, contemplando la ancha mar.

Fuente: https://www.laverdad.es/

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