POR JUAN ANTONIO ALONSO RESALT,CRONISTA OFICIAL DE LA VILLADE LEGANES (MADRID)
Nunca oí hablar de la Casa del Sordo. En los años sesenta, recién llegado con mi familia desde Almería como otra familia mas de emigrantes hasta Madrid, nos tocó vivir en un piso de familias realquiladas situado en la calle Antillón cercana a la Puerta del Ángel ,las tapias de la Casa de Campo, de la carretera de Extremadura y a una casa casi destruida que le llamaban los terrenos de la antigua casa del sordo. Allí, pase unos años de mi infancia, de callejear por el barrio y de visitas a la casa de mi tía Cesárea Ballesta que vivía en una amplia y bonita casa de la calle del Rollo.
En los restos de esa casa que estaba cerca de la estación de Delicia, pegada al rio Manzanares y el antiguo y estrecho puente de Segovia había unos terraplenes que los chiquillos utilizábamos como rampa para nuestros juegos peligrosos de niños con cartones, mientras nos comíamos la merienda consistente en un turolete e íbamos a los recaos del pan de mi madre Doña Pura.
Aquella casa del Madrid antiguo, ha pasado a la historia de la ciudad por haber estado habitada por un insigne pintor y, en ciertos aspectos, misterioso personaje, el pintor Don Francisco de Goya y Lucientes.
La casa fue conocida en la zona como La Quinta del Sordo y estaba situada cerca del puente Segovia de Madrid
Según parece el nombre ya lo tenía cuando Don Francisco de Goya y Lucientes la compró, por padecer su propietario una aguda sordera, del mismo mal que ya aquejaba al inmortal artista desde hacía varios años.
La finca, cercana a la ribera del río Manzanares, la adquirió Goya en el año 1819, contando con 72 años, y allí pintó las atormentadas pinturas negras que, en realidad, eran frescos realizados en las paredes de la casa. En la Quinta vivió hasta su traslado a Burdeos en 1824, donde murió.
La casa, una vez el pintor marchó para Francia, quedó en manos de un nieto de éste, el cual la vendió. Finalmente se hizo con ella el Barón francés de L’Erlanger que, con la pretensión de hacer negocio con las pinturas, las retiró de los muros entre 1874 y 1876 y mandó pasarlas a lienzo para vendérselas al Museo del Louvre, que las rechazó.
En esos años se derribó el ala donde se encontraban las pinturas. En 1884, se construyó en parte de los terrenos de la finca, la Estación de Goya, que a su vez fue derribada en 1970.
El progresivo deterioro de lo que quedaba de la antigua casona hizo que fuese enajenada por el Ayuntamiento y demolida en su totalidad en 1959.
Nunca supe que mis correrías infantiles, se centraban entre los restos de aquella casa que fue tan importante , no solo para la misma vida del barrio de la Puerta del Ángel, y la calle Antillón, sino para el resto de la historia de la pintura española e internacional.
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