POR PEPE MONTESERÍN, CRONISTA OFICIAL DE PRAVIA (ASTURIAS)
Mi lavadora hacía un ruido exagerado al centrifugar, daba la impresión de que en cualquier momento iba a despegar con la colada, como abejas presas de patas en la miel que alzan el vuelo con tarro y todo. Me recomendaron a un experto en electrodomésticos, lo invité a casa, miró al soslayo mi LG de carga central, de diez años de edad, y me dijo que no compensaba repararla, que tirara con ella mientras durase. “¿Cuánto es?”, le pregunté, antes de aplaudir su diagnóstico. “Sesenta euros”, me dijo. Le pagué, le di las gracias y fuese con gentil compás de pies. Estos días me llaman de algunas bibliotecas, instituciones y consejerías de Oviedo y ultramontanas, con el asunto sangrante del fallecimiento de Cervantes, en la esperanza de que yo ayude a resucitarlo; voy con mis sortilegios, rescato su figura y, ¿creéis que me preguntan siquiera cuánto es?
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