Pero hoy quiero acentuar el interés en una de las más notables cuevas del norte provincial, absolutamente desconocida para el gran público. Entre otras razones, por lo difícil de su acceso. Se trata de la gran cueva eremítica del Arroyo Pajares, en término de Hijes. Y ya de paso, comento y conecto con las otras cuevas que en aquel recóndito paraje del arroyo Pajares se pueden ver.
En el término de Hijes
A Hijes, que se acurruca bajo la gran mole de la Muela de Ujados, antiquísimo castro celtibérico, se llega fácilmente por la carretera CM-110 que parte de Atienza hacia Ayllón, y luego tomando a la derecha la lateral GU-145. Es un pueblo atractivo, aunque ya muy modificado en sus construcciones populares, si bien destaca su iglesia románica con profusa decoración y clásicas formas. Desde la villa puede bajarse por el arroyo Pajares que junto a ella pasa, lamiendo casi los muros del ábside parroquial. Y llegar a esta cueva que considero fundamental y paradigmática en el conjunto de la edilicia rupestre serrana.
La Cueva del Arroyo Pajares de Hijes
Se abre (aunque ahora en verano tapada por las masas arbóreas que escoltan al arroyo) en la margen izquierda del Pajares, tallada sobre la roca arenisca tan común en el entorno. La cueva tiene un fácil acceso desde el suelo de la margen izquierda del arroyo, y en su frente se observan, a más del gran orificio de entrada, numerosas marcas talladas que, a modo de mechinales, debieron servir para instalar el techo y paredes –de madera y ramas– que servirían como vivienda habitual del eremita/s ocupantes. El interior, de cómodo acceso, amplio, aunque bajo de techo (1,60 m. solamente) ofrece una tumba excavada en la roca de su pared oriental, así como un par de nichos en alacena, y un pequeño altar. Añade en sus muros una serie de excavaciones, pequeñas hornacinas, o columbarios, que serían alojamiento de reliquias. Tras su análisis, Daza Pardo (2007) interpreta que esta cueva debió servir de laura de algún eremita, que sería enterrado a su muerte en esta cueva funeraria. Se constituye así, esta del arroyo Pajares, en un modelo muy evidente del uso vital y ritual de estas cavidades.
Destaco, porque lo vi en esta andanza, que a escasos metros a poniente de la cueva y en la orilla derecha del valle, hay un espacio muy antropomorfizado, con una superficie de roca arenisca en la que se ven tallados regueros, líneas anchas, rodales diversos, a cuyo entorno se le conoce como “el Villarejo”. No cabe duda de que ahí hubo población, más o menos amplia, seguramente un grupo escaso de habitáculos, en época altomedieval.
Cuevas de los Arroyos
Estas en la orilla izquierda del arroyo de La Huelga, que baja desde Ujados, y un poco a occidente de la anterior, se ven talladas dos amplias aberturas, a metro y medio del suelo, con muy difícil acceso, sin que haya podido visitar su interior, aunque con los medios técnicos suficientes he podido fotografiar ese espacio interno, que es apenas de 4 metros cuadrados, con muros finamente tallados uniformemente. Va una foto de este espacio junto a estas líneas.
Estas cuevas de los Arroyos estarían, en su origen, a nivel de suelo, pero con el paso de los siglos han quedado elevadas ese metro y medio sobre la actual pradera. Lo que ha ocurrido, según me hacía ver con su sabiduría campestre tan arraigada, mi amigo José María Alonso Noguerales, que fue quien me guió hasta ellas, es que el pavimento del valle ha ido descendiendo. Según ocurre habitualmente en estas zonas (él lo ha podido comprobar a lo largo de su vida) el terreno pierde aproximadamente un milímetro cada año, por la erosión de las aguas. Lo que supone que en quince siglos, ha perdido esos 1,5 metros a los que ahora vemos elevadas sus bocas.
En el término de Ujados
Hace unas semanas referí lo visto y hallado en Ujados, a propósito de sus cuevas, que son varias, superinteresantes, y todas ellas en el costado norte (por tanto, con las bocas abiertas al luminoso sur) del arroyo de La Huelga. Se complementan en origen y funciones con las de Hijes, de que antes he hablado, y las de Miedes, que ahora expongo.
En el término de Miedes
Si seguimos bajando por el arroyo Pajares, en su costado norte, y con las bocas abiertas al sur, aparecen algunas otras pequeñas cuevas. No obstante, hay dos espectaculares que deben ser aquí mencionadas. Una es la Cueva y Santuario de Santa María de la Puente (Coordenadas: N 41º 13´49” / O 2º 57´39”), y otra la Cueva del Espinarejo (Coordenadas: N 41º 13´56” / O 2º 57´26”) esta ya sobre el arroyo de la Respenda.
Cueva y Santuario de Santa María de la Puente
Junto a la ermita (perfectamente conservada, edificio del siglo XVIII) de Santa María de la Puente, en el extremo meridional del término municipal, con vistas sobre el arroyo Pajares, se ven los restos de un antiguo poblado, que surgió, posiblemente, en época neolítica, y que ha ido teniendo uso en épocas sucesivas, primero como breve castro, luego como centro religioso, y al fin como poblado medieval, siempre utilizado por su carácter estratégico y próximo al agua y los caminos.
En el costado de levante de la ermita, en la falda que escurre desde su altura, aparece un gran macizo de roca arenisca que ha sido tratado por el hombre de múltiples maneras. Por ejemplo, en su superficie, irregular, se aprecian tallas de la roca como para dar límites a espacios que estarían construidos. Y de la roca que sobresale, tallada de diversos modos, se vislumbran mechinales en lo alto, como si de ella hubieran dependido en su día construcciones de madera adheridas.
La cueva en sí tiene un gran acceso tallado por el costado sur, que da paso a un espacio que podríamos decir “redondo”, y en cuyo término se talla una especie de altar o escalón que permite ascender a una especie de patio que es a su vez atrio de otra roca tallada con bancos en la base, hornacinas a media altura, y, en todos los lugares, cruces talladas, como “de calvario” con bases triangulares sustentándolas.
El espacio es claramente ritual. Si hubo en su torno, en aquel cerro de la ermita, como todos los indicios hacen creer, un poblado medieval, con seguridad que se hizo sobre un asentamiento previo celtibérico, y también romano porque se han encontrado restos arqueológicos en el valle.
Bajo el acceso a la ermita, existe otra cueva de boca muy estrecha, aunque se debe a su colmatación, y según dicen en el pueblo cruza toda la roca y comunica con una cripta de la ermita…
Es muy difícil datar con exactitud el lugar, puesto que solo quedan peñascos tallados, pero no cuesta trabajo creer que tuvieran su auge poblacional entre los siglos VI al IX de nuestra Era, pues en esos siglos de dominio visigodo, fueron muy abundantes los espacios poblados, con cuevas rituales y eremíticas en su entorno, por los altos valles de la Serranía de Atienza. El lugar es merecedor de atención, de señalización y de cuidados para que no se vandalice.
Cueva del Espinarejo
Se encuentra en un altozano, que vigila la confluencia de los arroyos Pajares (que viene desde Hijes) y Cañamares, que procede desde Miedes. Se accede desde la Casa Rural “El Molino del Serio”, que pertenece al municipio de Cañamares. Es un espacio grande, de 4 x 6 metros, con boca practicable de un metro de ancho, orientada al Sur. La puerta se cerraba con maderas, y en su interior puede verse a la izquierda de la entrada una tumba excavada, de aspecto antropomorfo, rematada en un arco semicircular. El tallado de la cueva intentó emular cubiertas abovedadas, y destaca el retallado muy fino de sus paredes, al objeto de ser encalado el interior, aunque de esa cal ya no queda nada. Se trata, sin duda, de un típico habitáculo de eremita de época visigoda.De esta forma queda referida y descrita la gran Cueva del Arroyo Pajares de Hijes, y animo a mis lectores a visitarla. Sus coordenadas exactas serían N 40º 26’ 46” / O 3º 42’ 36”. Aquí dejo el dato, por si alguien se anima a visitarla.