POR ALBERTO GONZÁLEZ, CRONISTA OFICIAL DE BADAJOZ
Desde mediados del siglo XIX, cuando el analfabetismo en España alcanzaba cifras muy altas, se dictaron numerosos decretos para fundar escuelas. Con poco efecto, pues las quejas de adelantarse poco en su aumento y mejorar el trato a los maestros, son constantes.
Las normas regulaban las condiciones de las aulas en cuanto a salubridad, mobiliario, obligación de los ayuntamientos de crear escuelas y pagar a los maestros, ayudas para la asistencia de los niños pobres y otras muchas, que de ordinario se dispersaban en aspectos nimios de pura burocracia o idealismo teórico.
Como modelo de aula se establecía la de cuarenta metros cuadrados con bancos, atriles, tinteros, cartones con las lecciones impresas, mapas, encerados, pizarras negras, papel y plumas para los niños pobres; aunque la realidad era que, donde la había, era un gallinero o sitio parecido, con sesenta o setenta alumnos rígidamente separados por sexos.
La capacitación de los maestros, pese a la cantidad de normas era muy variopinta. En Badajoz, por ejemplo, en 1848 se permite ejercer como maestra, sin tener titulo alguno, a Joaquina Bayle, de 17 años de edad. Pero a los profesores bien preparados salidos de los conventos se les prohibía en absoluto. Latín, por el contrario podía enseñarlo cualquiera.
En ese momento para una población de diez mil habitantes Badajoz contaba con seis escuelas públicas de niños y una de párvulos: Dos en la calle López Prudencio, frente a las carmelitas; dos más arriba, esquina a Donoso Cortés; dos en el viejo colegio de los jesuitas, y la última en el Arco del Peso, donde también vivía el verdugo de la ciudad. Y de niñas dos en el hospicio, más una docena de carácter particular impartidas generalmente por mujeres sin ninguna titulación, en sus casas.
Tres cuartos de siglo después, 1925, para 40.000 habitantes contaba con las siguientes: de niños, Aneja de la calle Zurbarán, Seminario, Hospicio, la Galera, graduada de la calle Abril, y Casa de las Aguas. Y de niñas, Aneja de la calle Calatrava, Hospicio, calles Meléndez Valdés, Abril, San Pedro Alcántara, Trinidad, y Madre de Dios, con unos veinte maestros para todas, aparte una docena particulares.
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