POR RAÚL ROBERTO REYES-RAMÍREZ Y MEXICANO, CRONISTA VITALICIO DE LA ASOCIACIÓN DE CRONISTAS DE CIUDADES MEXICANAS, A.C. Y MIEMBRO DEL CONSEJO DIRECTIVO DE LA FEDERACIÓN NACIONAL DE ASOCIACIONES DE CRONISTAS DE MÉXICO, A.C.
Una historia de amor da inicio al mágico mundo de los Rosete Aranda. Corría el año de 1835 y en la apacible Huamantla los hermanos Aranda: Julián, Hermenegildo, Ventura y María de la Luz incursionan en el maravilloso universo de los títeres al representar pasajes religiosos con la ayuda de Margarito Aquino, oriundo del barrio de San Lucas. Al principio realizaban sus representaciones en su casa y después en festejos locales.
Los Aranda empezaron a ser populares y famosos, recorrieron Tlaxcala, su estado natal y emprendieron giras por los estados de Puebla, Hidalgo y la Ciudad de México, posteriormente María de la Luz conoció a Antonio Rosete e iniciaron un noviazgo que dio origen en 1850 a la familia Rosete Aranda.
Al paso del tiempo la fama de la dinastía Rosete Aranda creció y a sus espectáculos asistían personajes como Antonio López de Santa Anna y Francisco I. Madero; además el presidente Juárez invitó a los titiriteros al Palacio Nacional a representar sus cuadros costumbristas.
En 1880 se consolida la agrupación y toma el nombre de Compañía Nacional de Autómatas Hermanos Rosete Aranda.
LLEGARON A TENER MÁS DE 5 MIL 100 MARIONETAS
Los hijos de María de la Luz y Antonio, de nombres Leandro, Tomás, Felipe y Adrián, se colocaron al frente de la exitosa compañía titiritera; en ese momento tuvieron mil 300 muñecos o figuras y para el año 1900 la cantidad llegó a 5 mil 104 marionetas.
Leandro se casó en Huamantla con María de la Luz Reséndez Vélez, con quien tuvo varios hijos, uno de ellos, Francisco, continuaría más tarde la tradición de la familia Rosete Aranda.
En 1891 fueron llamados al Castillo de Chapultepec, esta vez frente a Porfirio Díaz, donde representaron el Grito de Independencia del 16 de Septiembre y pusieron en escena más de 600 marionetas.
Escritores afamados de la época, como Manuel Gutiérrez Nájera y Guillermo Prieto, hicieron referencia a la compañía en diversos textos.
Ignacio Manuel Altamirano, en el Diario de la República, escribió el 28 de noviembre de 1880: “La novedad, en nuestro concepto, la única que puede llamar la atención en estos días de noviembre y en los de diciembre, se haya-¡quien lo creyera!- en el teatrito de América, en los altos del antiguo Seminario, en el viejo y destartalado salón al que se sube por tres escalera empinadas e incómodas. ¡Los Títeres!, ¿lo oís?, los títeres!…
En 1883, la compañía realizó con éxito varias giras por el interior del país, los Estados Unidos de América y Centroamérica.
Para 1894, contaban con su propia imprenta en la ciudad de Huamantla, para hacer su propaganda y editar algunas piezas literarias que formaban parte de su actos, como el Discurso del Vale Coyote, personaje que sirvió de inspiración a Mario Moreno para crear su personaje de Cantinflas, y las Coplas de don Simón, cuya frase final se volvió de uso popular para denotar las desenfrenos de los tiempos modernos: “¡ Ay qué tiempos, señor don Simón!”, misma que hace mención Joaquín Pardavé en una afamada película.
De regreso a la Ciudad de México, en 1900, inauguran con su espectáculo el teatro Variedades de la calle de Ayuntamiento, donde después se fundaría la estación de radio XEW.
MUERTE DE LEANDRO ROSETE CONSTERNÓ A MADERO
En octubre de 1909 muere Leandro Rosete, hecho que causó consternación en todo el país y don Francisco I. Madero, Presidente de México, envió dos coronas al sepelio, como condolencias a la viuda María de la Luz, quien quedó al frente de la compañía, continuando con las funciones por todo el país.
Dos años después muere Tomás. A principios de 1912 toman un breve receso en Huamantla, a fin de reparar los títeres, las escenografías, la utilería y ensayar nuevos actos. Los Rosete Aranda tuvieron una colección de 3 mil títeres, cada uno de ellos de 40 cm de alto; sus caras eran de madera de ayacahuite virtuosamente talladas y sus cuerpos eran de madera de colorín, también llamada zompantle o patol; sus vestimentas también eran dignas de admiración.
Algunos de sus personajes llegaron a tener hasta 19 hilos, para imitar con la mayor perfección posible los movimientos humanos. Los titiriteros practicaban durante dos años para manipular una marioneta.
Crearon, en más de un siglo de existencia, más de 250 actos diferentes de gran complejidad, como “La tempestad en el mar y el naufragio de un barco”, donde el feroz viento rompía los mástiles, las velas se desgajaban, el timón salía por los aires, las olas barrían la cubierta, hasta que finalmente se hundía la embarcación y se veía cómo llegaban sus restos hasta el fondo del mar. Son incontables también sus populares personajes que hacían la delicia de chicos y grandes.
En febrero de 1941 cerró sus puertas la compañía de Títeres de los Hermanos Rosete Aranda y los títeres fueron guardados por don Francisco Rosete Aranda en su casona de Huamantla y más tarde en 1943 los títeres fueron vendidos casi en su totalidad a Carlos Espinal, radicado en la Ciudad de Puebla y otros pasaron a ser propiedad de museos y colecciones particulares.
Con Carlos Espinal vuelven a resurgir estos títeres que se presentaban en todo el país, en la radio y en los inicios de la televisión aún con el nombre de “Títeres Rosete Aranda, empresa de Carlos V. Espinal e Hijos”, en 1961 fallece Espinal y los títeres continúan un año más presentándose al público.
De esa vasta colección aún es posible admirar algunos en el Museo Rafael Coronel de Zacatecas así como el Museo Nacional de Títere en Huamantla (Munati), Tlaxcala. Algún tiempo varios muñecos estuvieron también en el museo La Casa de los Títeres de Monterrey.
BEATRIZ PAREDES RANGEL INAUGURÓ EL MUNATI
Por fortuna, un grupo de visionarios con el apoyo de gobierno estatal inician las gestiones para adquirir una casa para establecer un museo y obviamente adquirir los afamados títeres Rosete Aranda para ser exhibidos.
El 9 de agosto de 1991, se realiza la inauguración del Museo Nacional del Títere “Rosete Aranda” (Munati), en la Heroica y Monumental Ciudad Real de San Luis Huamantla de Juárez, por la entonces gobernadora Beatriz Paredes, bajo la museografía del maestro Gilberto Kapellman.
El Munati ha tenido a destacados personajes involucrados en el arte titiretil, han sido directores del espacio: Raquel Barcena –fundadora-, Juan Carlos Ramos, Alfonso Hernández, Armando Rosete, Jaime Flores y actualmente Fausto Hernández Muñoz, destacado y experimentado promotor cultural.
En su inauguración, el maestro titiritero Javier Villafañe, reconocido poeta y escritor de cuentos, incluidos los infantiles, expresó: “el más bello museo del títere que he visto en mi vida”; mientras que la maestra Concha de la Casa, directora del Centro de Información y Documentación de los Títeres en Bilbao, España, opinó: “es uno de los pocos que existen en su género, en el mundo entero”.
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