POR ANTONIO LUIS GALIANO, CRONISTA OFICIAL DE ORIHUELA
El ser humano es proclive a la celebración de aniversarios, sobre todo cuando corresponden al nacimiento, aunque, a veces, con el afán de no sentirse cada año más mayor, hay personas que no tienen empacho en manipular la fecha que aparece en el DNI. No es que la borren o raspen, sino diciendo y quitando cada vez que se les pregunta trescientos sesenta y cinco días menos. Allá ellas con su problema interno de sentirse más viejo. Yo por mi parte, tengo los años que tengo, y que me quiten lo bailado. Algo parecido le ocurría a Caralampio Ruiz ‘El Sabio’ por el que siempre he tenido un profundo respeto y he considerado que detrás de sus extravagancias, de las que muchos amigos suyos hacían cariñosa mofa, se escondía un buen hombre con un muy aceptable coeficiente intelectual. Recordarán algunos de mi edad sus frases escritas los domingos en el cristal de su barbería en la calle Calderón de la Barca, en los que después de su reiterativo «Digo yo», añadía profundos pensamientos, que como buen aficionado a los toros, remataba la faena con su firma, como ‘El Sabio’. Durante muchos años tenía pendientes y expectantes a los oriolanos domingueros de su frase de «mundología caralampiana». No es el caso de entrar más en detalle en su biografía, que plasmó en su libro del que ya van dos ediciones, sino que volveremos a lo que decíamos en un principio sobre los cumpleaños.
El Sabio Caralampio, se lanzaba a la calle en la mañana del 21 de noviembre de 1977, portando folios fotocopiados en los que decía: «Hoy cumplo 84 años. Nací el 21 de noviembre del año 1893». Los citados folios, dedicados de su puño y letra «Con afeto (sic)», fue entregándolos a sus amigos del Bar Zara y del Casino Orcelitano, entre ellos le dio uno a mi padre, ejemplar que conservo. En el citado folio en el que continuaba con «os voy a regalar estas frases de mundología», añadía un total de catorce pensamientos, entre los que apuntaba: «El que te saluda, algo te da»; «El que deja de pensar, se deja llevar por lo que oye»; «El que te perdona te halaga y te defiende». Terminaba, con «Yo no soy más que un pobre trajinador de mi cerebro, y no me queda más que el recuerdo de lo poco que fui», y anunciaba la publicación de su libro conteniendo «900 ó 1.000 clases de mundología caralampiana». Hablando de cumpleaños, en este 2015, ‘El Sabio Caralampio’ estaría próximo a cumplir 122 y 38 de la distribución de su folio con los catorce pensamientos.
Años después, en 1985, con lo cual se han cumplido treinta, el 18 de enero, se celebró un ‘Homenaje a Justo García Soriano en el centenario de su nacimiento’, que se había cumplido el año anterior, pues nació el 14 de abril de 1884. Este admirado y entrañable personaje, es uno de los de mayor talla intelectual que ha tenido Orihuela, ciudad en cuyo «regazo amoroso» germinaron sus juveniles ensueños de poeta, entre «sus entrañas palpitantes de madre amantísima, su bello cuerpo, que es el esplendor de su sol y de su vega, y su alma grande, que es el sentir de su tradición y de su pasado glorioso».
Después de su época formativa en el Colegio Santo Domingo y en la Facultad de Filosofía y Letras de Madrid, ingresó en el Cuerpo de Archiveros y Bibliotecarios, teniendo entre otros destinos Murcia, la Real Academia de la Historia y tras la Guerra Civil, la Facultad de Medicina de la Universidad Central. De sus publicaciones destacamos: ‘El Colegio de Predicadores y la Universidad de Orihuela’, ‘Orihuela durante la Guerra de la Independencia’, ‘La Imprenta en Orihuela’ (en colaboración con su hijo Justo García Morales), ‘La Reconquista de Orihuela. Su leyenda y su historia’, y ‘El Museo de Orihuela’. Asimismo si hemos de resaltar dos gestos importantes de Justo García Soriano, aunque uno de ellos tuvo como protagonistas a sus herederos, son la defensa y conservación del patrimonio artístico y bibliográfico oriolano, a través de su iniciativa de creación del Museo de Orihuela, primero municipal y después nacional, durante la Guerra Civil, gracias al cual se ha conservado gran parte de dicho patrimonio. El segundo, la generosidad de sus deudos de hacer donación de su archivo personal a la ciudad.
Por los años en que se le rindió el homenaje por el centenario de su nacimiento, el doctor Alberto Escudero Ortuño, me decía que «siempre Orihuela había sido injusta con don Justo». Pero eso comenzó a quedar a un lado en distintos momentos y se le ha hecho justicia en muchos aspectos. Uno de los primeros fue aquel homenaje que ya hemos citado y que tuvo buena acogida cuando se lo propusimos al alcalde Vicente Escudero, en verano de 1984, y que generosamente me pidió que lo organizáramos. Para ello se desplazaron desde Madrid algunos de sus hijos y nietos, se inauguró una placa en la calle Pintor Agrasot, en la que nació (placa, por cierto, debe estar en algún almacén municipal); impartió una conferencia con el título ‘Orihuela y García Soriano’, su hijo Justo García Morales, archivero y bibliotecario, exdirector del Centro del Patrimonio Documental y Bibliográfico. Dicho acto se celebró en el Salón Dorado del Palacio de Rubalcava presidido por el alcalde y presentado por un servidor. Así, como buen amante de celebrar cumpleaños, hemos recordado hechos acecidos allá por 1884, 1897, 1936-1939, 1977, 1984 y 1985. Lo que es menester es que podamos volver a recordarlo dentro de otros más.
Fuente: http://www.laverdad.es/