POR JUAN FRANCISCO RIVERO DOMÍNGUEZ, CRONISTA OFICIAL DE HINOJAL (CÁCERES).
Y dice el diccionario de la Real Academia Española referente a la palabra “curato”: “Del latín medieval curatus, derivado del latín curare, que significa cuidar. Y ofrece dos acepciones. La primera es una palabra masculina y se refiere a “cargo espiritual del cura de almas” y la segunda, también es una palabra del género masculino y es referente a la parroquia, que es el territorio bajo la jurisdicción espiritual del cura, y pone como ejemplo esta frase: “Este curato tiene mucha extensión”.
Y todo ello viene a cuento porque he leído en el periódico “La Correspondencia” número 18.983, página 6, del 1 de febrero de 1910, una amplia información en la sección de “En los Ministerios”, concretamente del Ministerio de Gracia y Justicia, que ocupaba el riojano Ventura González Romero, amigo el primer ministro Bravo Murillo. Aunque uno no es ducho en la materia, leo que hay curatos de término (parroquia en pueblo grande), de segundo ascenso, de primer ascenso, de entrada…, pues según el Concordato del 16 de marzo de 1851, entre el Reino de España y la Santa Sede, que regentaba el Papa Pio IX, firmado en tiempos del extremeño Juan Bravo Murillo, como presidente del Gobierno, y en el que se acordó que el ascenso de los curas necesitaba la aprobación del Ministerio de Justicia. En un Real Decreto se argumentaba que pasaron al Ministerio de Gracia y Justicia negociados que antes dependían de otros Ministerios. Así: “El Vicariato General Castrense en sus altas relaciones eclesiásticas…y la designación de eclesiásticos que hayan de ejercer su ministerio en los establecimientos públicos de beneficencia, u otros siempre que sean costeados por el Estado, así como la intervención que al Gobierno competa en todo lo referente a funciones eclesiásticas en establecimientos costeados por las provincias, los pueblos o los particulares”.
En esta nota de daba información de lo siguiente: “Se han provisto los curatos siguientes de la diócesis de Coria: De término: El de Santiago de Cáceres, en D. Feliciano Rocha Pizarro; el de San Vicente de Alcántara, en D. Ciriaco Iglesias Garrido; el de Nuestra Señora del Buen Varón, de Hoyos, en D. Eusebio Garrido Mesa, y l de Nuestra Señora de Rocamador, de Valencia de Alcántara, en D. Félix Sandoval Gaude
Este periódico de “La Correspondencia” recoge, además, información del nombramiento de cuatro curas de segundo ascenso en los pueblos de Salorino, del Campo, Valverde de Fresno y Santibáñez el Bajo, así como dos más de primer ascenso en Aldea del Cano y Guijo de Granadilla. Y de los curatos de entrada eran los nombrados en Pino de Valencia, Cadalso, Palomero, Villasbuenas y Villa del Rey.
“La Correspondencia” era un periódico vespertino, de ideología conservadora, que se comenzó a publicar en Madrid en el año 1859, tirando solo 70 ejemplares y dejó de hacerlo el 27 de junio de 1925, llegando a publicar 16.000 ejemplares. Era tan popular que se vendía a voces por las calles gritando los repartidores “La Corres, La Corres…”
Según datos del obispado de Coria – Cáceres, el templo de Santiago se construyó entre 1546 y 1570. Entonces se derribó, en parte, un templo anterior, bajo la dirección de Rodrigo Gil de Hotañón. Alonso de Berrugete realizó el retablo mayor que quedó definitivamente instalado en 1570. Otras obras artísticas conservadas en el templo son las imágenes de Nuestra Señora de la Esclarecida (siglo XIV), Jesús Nazareno (1609), Cristo de las Indulgencias (siglo XIV), Cristo de los Milagros (siglo XVIII) y San Blas (siglo XV).