POR PEPE MONTESERÍN CORRALES, CRONISTA OFICIAL DE PRAVIA (PRINCIPADO DE ASTURIAS).
El pecado original no fue la soberbia de nuestros primeros padres, tampoco la desobediencia, fue la curiosidad. La irresistible curiosidad es la inclinación humana que más pronto se manifiesta, hija del asombro ante lo inesperado. “Curiosidad” viene del término latino “curare”, que significa “interesarse por las cosas”.
Me contó mi padre que en los pueblos de Pravia, cuando dos personas se encontraban, el saludo de una era: “¿Alguna novedad?”, y si la otra contestaba: “Nada de particular”, allí terminaba la conversación y ambos manifestaban desazón y hastío.
Pero si la otra decía: “Hay novedad”, se abrazaban, deseosa la una de que le cuenten, y la otra de contar. Pues bien, hoy volví a las minas de cobre del Texeu, en el Aramo, y ahí están, desde el año 2.500 a. de Cristo, sin novedad.