POR JOSÉ ANTONIO FIDALGO SÁNCHEZ, CRONISTA OFICIAL DE COLUNGA (ASTURIAS)

Solía decir alguna vez en mis clases para justificar algún chiste «pardoverdusco», contado para relajar el ambiente, que los de mi generación, salvo excepciones, éramos unos «obsesos sexuales consecuencia de la dictadura franquista».

¡Pues nada, no me creían y decían que el chiste era muy malo!

No obstante se cumplía el objetivo deseado: la clase quedaba más tranquila y hasta atendían (que «no entendían») a lo que se explicaba.

Pues, verán. Hoy al poner mi mujer el postre en la mesa y yo ver lo que había, dí un salto atrás con una «exagerada exclamación de horror «:

.- ¡Vade retro ! , grité

.- ¡»Arreníégote, demo!

¡Jesús, María y José!

Pero, ¿qué dices, hombre?, explicó mi señora (¡qué fino soy!). Estas ciruelas son riquísimos; incluso son mejores que los COJONES DE FRAILE que te gustan tanto.

.- ¿Ciruelas?

No discuto que algunas lo sean , pero esta , mírala-mírala, no «ye una ciruela; ye una CURUXA disfrada de fruta» . ¡Mal augurio, mal augurio!

¡Cómo no iba a «respingame tou» y a casi templar!

En Colunga llamamos CORUXA o CURUXA (por favor, no digan curusa, corusha o curucha) a la lechuza comú o lechuza de campanario, y a la que kos científicos denominan Tyto alba; moradora frecuente de campanarios de iglesia, casas en abandono, tenadas.

Las coruxa es ave nocturna y su canto -si canto se puede llamar- es, según la tradición, AVISO DE MUERTE PRÓXIMA.

No lo digo yo, lo dice el refranero:

.- ¿Canta la curuxa? ¡Señal de muerte!

.- Bien sabe pescanciar la bruxa ´l cantar de la curuxa.

Ahora se explicarán el porqué de que en algunas comarcas, como en Siero, a la lechuza la llamen Güestia y Guaxa (por favor, no digan guasa, guasha o guacha).-

En cuanto a los COJONES DE FRAILE (o de Obispo), que en Galicia llaman COLLON DE FRADE, no son lo que puedan pensar algunos, sino unas ciruelas riquísimas, moradas, de forma elipsoidal, con las que se puede elaborar un dulce sabrosísimo.

Aquí les doy la receta:

Adquieran una buena cantidad de cojones de fraile (entre 1,5 y 2 kg), lávenlas bien y dividídanlas en dos mitades eliminando la «pepita».

Llévenlas a un cuenco grande y báñenlas con azúcar y zumo de un limón. Reposan así durante unas 6 horas.

Llévenlas después (todo ello) a una cazuela con agua hasta cubrir y cuezan hasta que estén tiernas pero enteras.

Escurran y pásenlas por un pasapurés.- Mezclen el puré con igual cantidad de azúcar (taza de puré por taza de azúcar) y hiervan, revolviendo con cuchara de madera, hasta conseguir una pasta espesa y que cuaje fácilmente sobre el mármol de la cocina.

En ese momento añadan, revolviendo bien, un poco de gelatina disuelta en agua muy caliente.

Dispongan el dulce en moldes o tarros; déjenlo enfriar y… ¡a disfrutar de él y con él!