D. ANTONIO CONCHA Y CANO: EL GRAN BENEFACTOR DE NAVALMORAL DE LA MATA
Mar 24 2018

POR DOMINGO QUIJADEA GONZÁLEZ, CRONISTA OFICIAL DE NAVALMORAL DE LA MATA (CÁCERES)

Don Antonio Concha Cano y sus obras que le colocaron en la historia de Navalmoral 

Nacido en Plasencia en 1803, Antonio Concha y Cano, era hijo de Leoncio Concha (natural de Guadalupe) y de María Antonia Cano (vecina de Cañaveral), aunque su legado le inserta históricamente en Navalmoral.

De ideología liberal (primero, dentro de la corriente progresista, sobre todo tras el Trienio Liberal de 1820 al 23, fecha en que abandona el seminario de Plasencia), y republicano más tarde, en la línea de Nicolás Salmerón; tras diversos avatares políticos y sociales.

Antonio se establece en Cáceres, dedicándose a la política y diversas actividades empresariales: por ejemplo, funda la Agencia General de Negocios; y, poco después, con su socio Bernardino Gallardo explotó la famosa mina de fosforita «Esmeralda» de Cáceres (Aldea Moret), que arrendaron a Segismundo Moret.

En todos los foros sobre la Masonería Concha y Cano aparece como miembro de la Logia de Plasencia, pero yo he participado en varios de ellos y no he hallado jamás su nombre en la relación de sus afiliados. De todos modos, mantuvo buenas relaciones con los mismos.

El 4 de octubre de 1854, en pleno Bienio Progresista, se celebran elecciones generales, saliendo elegido Antonio como diputado a Cortes por el distrito de Navalmoral. Apoya en su puesto el proyecto de laicismo propuesto en la nonata Constitución de 1856.

Cuatro años después, en el proceso desamortizador del ministro Madoz, adquiere numerosas propiedades de los bienes comunales y de propios en el provincia de Cáceres, algo que no he llegado nunca a comprender (porque sus grandes benefactores fueron la nobleza y los grandes especuladores, testaferros y empresarios; a no ser que lo hiciera pensando en su preconcebida Fundación).

Compró las más conocidas dehesas para los moralos: Casasola y Torviscoso en Peraleda de la Mata (que más tarde legaría para que se pudiera financiar su obra magna, las Escuelas y Biblioteca Concha); y Casasolilla en Navalmoral, que donaría a su ahijada Consuelo Miguel.

Tras su etapa cacereña, y una vez que adquiere las fincas mencionadas, el año 1873 don Antonio Concha se establece en Navalmoral (hasta su muerte), en una mansión que edificó en la calle Talavera.

Soltero y sin hijos, dotado de grandes ideales y tal vez para redimir su  comportamiento en el mencionado asunto desamortizador, dona en su testamento los bienes ya citados (las dehesas de Casasola y Torviscoso) para erigir las Escuelas (1885) y la Biblioteca Concha (1898); de cuyo patronazgo se encargaron los hermanos González Serrano, sus descendientes, Santiago Angulo, María Florenciano y otros (cuyo testigo han recogido los actuales); bajo la dirección inicial desde 1889 de Víctor Merino Sánchez  hasta que llegó don Jenaro en enero de 1922.

El 25 de enero de 1885 y en sesión ordinaria del Ayuntamiento de Navalmoral (tras la inauguración de la Fundación), la Corporación municipal reflejó en el Acta que D. Antonio se había hecho acreedor al título de “Hijo Adoptivo de esta Villa”.

Además, decidieron los munícipes y el pueblo dedicarle la anterior calle Talavera (que aún lleva su nombre) y acordaron que “se construya una estatua de bronce del fundador”.

Aunque, en este “Navalmoral de los olvidos”, el primer acuerdo no se llevó a cabo hasta 21 años después, un  31 de mayo de1906, siendo alcalde “Amarnie”; y el segundo punto aunque el “Centro Moralo” insiste en ello el 21 de marzo de 1927, no se ejecutó hasta 1950, en plena Dictadura franquista…

El día 5 de abril de 1900 por Real Decreto del Ministerio de la Gobernación, se la declara «Fundación de Beneficencia Particular».

En ella se utilizaba el método Fröebel, el mismo que se usaba en la Institución Libre de Enseñanza; “basado en el ejercicio libre y gradual de todas las actividades, tomando como base las facultades del niño”; lo que suponía un gran avance para aquellos años de “tiniebla educativa”.

Miles de vecinos de Navalmoral se beneficiarían de aquel lujo de educación, de su altruista y educativa labor.

Falleció Antonio Concha y Cano un 21 de octubre de 1882, siendo enterrado en la capital del Arañuelo (en el cementerio “viejo”, y trasladados sus restos mortales después al actual camposanto). Se nos fue físicamente, pero tras legarnos su incalculable obra.

 

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