POR JOSÉ RAIMUNDO NÚÑEZ-VARELA LENDOIRO, CRONISTA OFICIAL DE BETANZOS, MIÑO Y LENDOIRO (LA CORUÑA)
Con el Real Decreto del 23 de julio de 1835 se establecía el cargo de Alcalde-Corregidor que venía a sustituir al de Alcalde instituido en 1812 en lugar del Corregidor que tipificó al Antiguo Régimen. El nombramiento era efectuado por S.M. La Reina, con carácter honorífico, obligatorio, gratuito y por dos años de duración que se podían ver ampliados en casos de excepción. En la Ley de Organización y Atribuciones de los Ayuntamientos que le siguió el 8 de enero de 1845 esta transcendental figura de la vida pública municipal era reconocida como cargo administrativo y con poderes gubernativos e incluso judiciales.
Debido a las circunstancias de la época tanto políticas como económicas y de salubridad pública, finales de la guerra carlista (1846-1849), se contempló la creación de los Gobernadores de Provincia por Real Decreto del 29 de diciembre de 1849, quienes actuarían en defensa de los municipios mediante un exhaustivo control de sus respectivos mandatarios, decisiones y acuerdos.
El 28 de junio de 1851 presidía la Corporación Municipal de la Muy Noble y Muy Leal, Real y Antigua Ciudad de Betanzos de los Caballeros don Antonio María Varela Varela y Sarmiento, hijo único de don Antonio María Varela Bermúdez de Castro y Somoza y de su primera mujer doña Mariana Varela Sarmiento y Freire de Andrade, casado con doña María Josefa Posse de Castro Romero y Castiñeyra, quien en escritura de garantía y seguridad por el llamamiento a filas de su hijo don Andrés Varela Posse de Castro, otorgada en Betanzos el 20 de junio de 1853, figura como dueño y señor “…de las Casas Solares de Golán, Bañobre, La Regueira, San Fix, Tallo y otras…” (Archivo Notarial de La Coruña. Protocolo 3.748, folio 20, del escribano Francisco Antonio Salgado, del número de Betanzos), buena parte todavía en manos de sus herederos como lo es el que esto escribe de la mitad de las Torres de Tallo y bienes raíces a ellas pertenecientes, entre otros, como descendiente suyo en cuarto grado por linea paterna y heredados por su padre, y que tenía su domicilio en la Plaza del Campo de la Feria antiguo nº 29 aunque también ocupaba el número uno de la Calle de San Francisco, asimismo de su propiedad entre otros inmuebles de la población.
Fue llamado a gobernar la ciudad en un período sumamente difícil en todos los sentidos en razón a las vicisitudes políticas reinantes, escasez de recursos, penuria social agravada por la irrupción de la epidemia del cólera morbo y un municipio en absoluta decadencia que comenzó a gobernar como Alcalde Corregidor interino mientras no recibía su posesión de la Corte. A pesar de esta lastimosa situación mantuvo este último Alcalde Corregidor de la ciudad una actuación encomiable en todos los aspectos, como producto de una extraordinaria gestión llevaba a cabo con su equipo de gobierno integrado asimismo por personas de suma relevancia en la colectividad según veremos.
En la sesión municipal del 22 de febrero de 1851, presidida por el susodicho don Antonio María Varela Varela y Sarmiento, Alcalde Corregidor, con asistencia de los capitulares señores el hacendado e industrial don Andrés Dans Varela, don Manuel Benito de Castro escribano, don José María Quiroga Pardo y Lemos, don José María Patiño abogado del Tribunal Superior de este Reino, don Francisco Espiñeira, don José Arias Uría (sería nombrado Ministro de Gracia y Justicia el 15 de enero de 1856), don Ramón María García abogado, el licenciado don Celestino Martínez del Río (Rector de la Universidad de Santiago 1855-1856) y Secretario don Antonio José Rodríguez, toda una pléyade de ilustrados vecinos que garantizaban la legitimidad del gobierno y la representatividad del pueblo soberano, acuerdan en razón a la escasez de los fondos públicos que cada vez disminuyen más, según manifiestan, que:
“…teniendo presente la Rl. Orden en virtud dela cual se encarga a los Señores Gobernadores de Provª que por economizar los fondos Municipales propongan la supresión de los Alcaldes Corregidores en aquellos puntos en donde no sean Combentes. (convenientes) ni necesarios, combenida la Corporación de qe. ni la necesidad ni la combeniencia aconsejan el que Subsista en el de este Pueblo, en alibio delas cargas que pesan sobre el acuerda se elebe una esposicion a S.S. el Sr. Gobernador de Provincia que pondrá en su mano una Comisión del Ayuntamiento Suplicandole se sirba proponer a S.M. la Supresión del Alcalde Corregidor de este Pueblo y se encarga la redaccion de dha instancia a los Sres Arias Uría, García Rodríguez y Martínez…” (Archivo Municipal de Betanzos. Actas Capitulares, sin catalogar).
A partir del acuerdo municipal antecedente el primer mandatario local pasaría a titularse simplemente Alcalde tal y como desde entonces se mantiene, una decisión que demuestra el generoso talante de este noble caballero que no duda minorar su categoría oficial en favor del pueblo, y cargo que había estrenado anteriormente y bajo el mismo título nuestro también pariente don Jacobo Couceiro de Andrade y Verea, abogado de la Real Audiencia del Reino de Galicia, hijo de don Pedro Antonio Couceiro y Andrade y de doña María Nicolasa Sánchez de Verea, en el año 1812.
Entre otros acuerdos y realizaciones de su sobresaliente mandato (12 de noviembre de 1850 a 25 de junio de 1853) y respectivas sesiones municipales que figuran entre paréntesis, se encuentran las siguientes:
• Contrato con el artista don Francisco Atienza para pintar varias salas y la rectificación del Teatro de la Ciudad en el edificio Archivo, y las obras de cantería en su frontis al maestro Manuel Barrós (22 de enero de 1851).
• Se acometen las obras de la carretera provincial de Betanzos a Ferrol (3 de marzo de 1851).
• Adquisición al Estado de los terrenos donde se había establecido la Alhóndiga en el ex-convento de Santo Domingo (27 de marzo de 1851).
• Instalación de doce faroles o puntos de luz a mayores de los existentes (10 de abril de 1851).
• Creación y establecimiento de cinco serenos y uno de ellos capataz o Cabo con envío de presupuesto al Sr. Gobernador. Nuevo cuerpo de la Guardia Municipal, además de la puesta en servicio al público de la fuente de los Ángeles (20 de mayo de 1851).
• Gestión de compra del Campón de las Cascas donde se celebraba el San Roque el pequeño y de la Capilla de San Bernardo, pertenecientes al extinguido monasterio de Donas, adquirido a la Hacienda Pública por 800.000.- reales por don Pedro de Llano de La Coruña y a nombre de su hermana doña Jacinta Teodora de Llano que ofrece su aforo al ayuntamiento y que es aprobado (28 de junio de 1851).
• Primer seguro contra incendios del Palacio Consistorial con la Sociedad de Seguros Mutuos La Gallega (23 de agosto de 1851).
• Ensanche de la Feria de Ganados para liberar la carretera general a La Coruña (25 de octubre de 1851).
• Fijación de modelos de fachada para los nuevos edificios de la población visto el desorden existente, se encargan al arquitecto don Pascual Rosende (31 de octubre de 1851).
• Equipamiento y uniformidad para la Guardia Municipal y su Reglamento (5 de noviembre de 1851).
• Acuerdo sobre la construcción de una fuente en la Plaza del Campo surtida desde los manantiales de San Xiao y plantación de álamos por la calle del Rollo hasta el Puente de las Cascas (12 de noviembre de 1851).
• Acondicionamiento de la Alameda del edificio Archivo del Reino de Galicia y ejecución del plano de tres órdenes de fachada realizados por el maestro Cruz Vázquez (17 de diciembre de 1851).
• Expropiación y derribo de las casas donde habita el ex-concejal y Capitán don Francisco Seijas en el Puente Nuevo para dar apertura a la carretera provincial a Ferrol a su paso por la calle de la Ribera (12 de mayo de 1852).
• Situación de un punto de luz por vez primera en la Puerta de la Villa (13 de agosto de 1852).
• Derribo de los soportales y voladizos de la calle de la Ribera para facilitar la construcción y ampliación de la carretera provincial de Betanzos a Ferrol (20 de agosto de 1852).
• Creación de la Banda Municipal de Música, nombramiento de director a don Juan Gatot, Músico Mayor que fue del suprimido Batallón Provincial de Guadalajara, compra de instrumentos, formación de una Escuela de Música etc. (8 de noviembre de 1852).
• Aprobación del Reglamento de la Academia de Música (12 de diciembre de 1852).
• Adquisición de uniformidad para los componentes de la Guardia Municipal y construcción de una rampa o escalera en la Puerta del Cristo de la Ribera que se encuentra intransitable a causa de las obras de la carretera provincial de Betanzos a Ferrol (3 de junio de 1853).
• Proyecto de construcción de una nueva Cárcel del Partido Judicial (8 de junio de 1853).
• Nuevos Reyes de Armas o Maceros del Ayuntamiento (25 de junio de 1853).
A la vista de lo visto se presenta un nuevo orden en la administración municipal cuya repercusión ha llegado a nuestros días y de cuyo testimonio son fiel reflejo las Actas Capitulares de su mandato. Un gobierno municipal que merece ser recordado por su trascendencia histórica.
También formaron parte de la Corporación Municipal durante este mandato el médico don Manuel Martínez Vega, primer Teniente de Alcalde; el Capitán don Fernando Vázquez Carril, Procurador Síndico, promotor y defensor de los intereses municipales y estrecho colaborar del Alcalde en este periodo; los comerciantes don Juan Alfonso y don Jacobo Pedreira, don Juan Carlos Viqueira y el farmacéutico don Vicente Villar y Vázquez. En la preceptiva renovación efectuada el 31 de octubre de 1851 también lo fueron el escribano don Ramón María González, el hacendado don Agustín Núñez Pardo Darriba y Varela asimismo cuarto abuelo del autor y alcalde de la ciudad que había sido en 1823, don José Sánchez Vaamonde, don Diego Mori administrador del Marqués de Bendaña, don Manuel Bavío, don Simón Francisco Ramos, don Manuel Vales, don José Pandelo y el comerciante don Salvador Ángel Cordero da Roca, concejales, y como Secretario don José Matías Amenedo.
Igualmente es preciso dejar constancia sobre la disposición documental que a los investigadores y en concreto al cronista oficial que subscribe se le ha ofrecido al respecto en el archivo municipal de Betanzos. Hace varios años y según tiene que constar en el registro de peticiones de consulta efectuados, solicité para su investigación entre otras muchas cajas la número ocho, correspondiente a las actas municipales del año 1809, con la sorpresa de que el interior de la cubierta encabezada con “Mesía” se encontraba vacía. Consultada esta carencia documental, el archivero que nos atendió don José María Veiga Ferreira contestó que “¡Ojalá la tuviéramos!”. Ahora figura en el material escaneado (que no digitalizado) de dicho año, menos mal que acudimos entonces al archivo municipal de Santiago donde encontramos la documentación que nos interesaba, catalogada por su archivero y cronista oficial, don Pablo Pérez Costanti, a finales del siglo XIX, y que nos permitió publicar lo ocurrido en dicha parroquia en nuestra obra La Ocupación de Betanzos y su Tierra por los franceses en 1809, editada en 2013 por el ayuntamiento de Betanzos y Gadis (véase nuestro trabajo La destrucción de los Archivos de Betanzos por los franceses en 1809, comunicación presentada en el XXXV Congreso Nacional de Cronistas Oficiales de España, Jaén-Cazorla 16 al 18 de octubre de 2009). Otro tanto aconteció con la caja número veinticinco: en realidad, las revisé casi en su totalidad y registré el contenido de cada una, en la que debiera de custodiarse la documentación antecedente y en la que únicamente se encontraban las Actas correspondientes al año 1846, y en la siguiente las actas del año 1858. Ahora figuran asimismo escaneadas en la web de dicho archivo las restantes, que por entonces estarían en otras manos o retiradas de la investigación por razones que desconocemos, lo que pone en evidencia la ética profesional de los archiveros responsables, don Alfredo Erias Martínez y su colega el sobredicho don Jose María Veiga (véase la entrada Betanzos: el Archivo Municipal). Irregularidades sobre las que hemos informado en su momento al responsable de cultura del Ayuntamiento sin merecimiento de respuesta. Si bien es verdad que nunca es tarde cuando la dicha es buena, sobre todo si se vive para contarlo y para dejarlo debidamente registrado, en honor a la verdad.