D. FRANCISCO DE CARVAJAL Y SANDE, MECENAS CACEREÑO-
Mar 29 2017

POR SANTOS BENÍTEZ FLORIANO, CRONISTA OFICIAL DE LA CIUDAD DE CÁCERES

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D. Francisco de Carvajal y Sande era hijo de D. Juan de Sande y Carvajal, que sirvió en la Corte de los Reyes Católicos y de Doña Leonor de Saavedra, que a finales del siglo XV se asentaron en la villa de Cáceres. Los Carvajales fueron uno de los linajes cacereños más importantes en riqueza y esplendor, y toda la Ciudad Monumental está repleta de edificios construidos por ellos.

Don Francisco estudió teología en la Universidad de Salamanca y fue Colegial del Colegio Mayor ‘San Bartolomé’. Fue nombrado Canónigo y Arcediano de Plasencia, y además de su gran labor pastoral, fue un gran mecenas artístico tanto en Plasencia como en Cáceres.

Vamos a reseñar en este artículo las principales obras que le debemos a su mecenazgo. Sin duda la más importante es la iglesia parroquial de Santiago de los Caballeros, situada extramuros de la Ciudad Monumental, cerca de la desaparecida Puerta de Coria o del Socorro y de la conocida calle gremial de Caleros.

La actual iglesia fue reformada entre los años 1554 y 1556 de un templo del siglo XIII del que quedan algunos restos, costeada totalmente por D. Francisco. Toda la construcción tanto el exterior como el interior está jalonada de escudos de la familia Carvajal, protectora de la Iglesia.

En dicha obra trabajaron importantes artistas del Renacimiento Español de la talla de Rodrigo Gil de Hontañón, constructor de la Catedral de Salamanca, Alonso de Berruguete, que realizó el magnífico retablo lleno de incidencias y juicios, Manuel de Lara Churriguera, Sancho Cabrera, Pedro Marquina, Pedro Gómez y Francisco Núñez de Peñaranda, que realizó la espectacular verja. La actual torre es del siglo XVIII.

Dicha iglesia fue la casa primigenia de la Congregación de los Fratres de Cáceres o Fratres de la Espada, origen de los Caballeros de la Orden Militar de Santiago, que tanta gloria dieron a España.

Otra de las obras fruto de su mecenazgo es el Palacio de los Duques de Abrantes, obra gótico-renacentista de los siglos XV y XVI. Destaca su sencilla fachada con una portada con un arco de medio punto de sencillas dovelas y en todo el edificio existen multitud de escudos de las familias que habitaron esta casa: Carvajal, Sande, Saavedra, Trejo, Álvarez, etc. En su interior se conserva un relicario auténtico con una pequeña astilla del “Lignum Crucis” (trozo del madero donde los romanos crucificaron a Cristo), reliquia traída desde Roma por D. Bernardino López de Carvajal, entre otros honores Cardenal del Título de la Santa Cruz de Jerusalén, encontrada al reformar la basílica de la Santa Cruz de Jerusalén en Roma y regalada a su sobrino D. Francisco; habiendo permanecido en la capilla de este Palacio, que construyó D. Bernardino, a pesar de los muchos avatares por los que pasó.

La ermita de los santos mártires San Fabián y San Sebastián, en la zona del Paseo Alto de Cáceres fue otra de las construcciones mandadas hacer por D. Francisco, que se la encargó al cantero Diego de Roa y a Juan Mateos, que realizó el portal, de gran belleza.

Asímismo realizó la ermita de San Antón, una de las numerosas ermitas cacereñas hoy desaparecida.

Fuera de la Villa, en el término de Cáceres, costeó la Quinta de la Enjarada, una de las casas solariegas más bellas. Fue realizada por los canteros Diego de Roa y Luis Moreno. Es una casa de dos alturas, de estilo italianizante, con una doble logia porticada. En la planta baja lleva arcos escarzanos y en la alta de medio punto sostenidos por columnas toscanas. Destaca la capilla cuadrangular y la zona de las caballerizas.

Por último, destacaremos los puentes llamados de D. Francisco, que dada la sequía que sufrimos son visibles; éstos aparecen y desaparecen en función del nivel de las aguas del Almonte, del Tamuja y del embalse de Alcántara.

El Arcediano costeó la obra, autorizada por Real Provisión de los Reyes Católicos aunque por falta de dinero se construyeron en época de Carlos I, encargándosela al vecino de Garrovillas, el cantero Juan Catalán a mediados del siglo XVI. Ambos puentes presentan un único ojo con arco de medio punto, teniendo dos desagües y no tienen petriles. Entre los puentes existe una hornacina que albergaba una imagen de S. Francisco, de estilo renacentista, realizada por el cantero portugués Pedro Gómez.

Cáceres tiene una deuda pendiente con D. Francisco, ahora que se van a revisar los nombres de las calles y plazas, no estaría de más asignar una de ellas a este gran Humanista que tanto hizo para gloria y belleza de nuestra querida ciudad de Cáceres, ya que en Plasencia sí tiene una con su nombre dedicada a su obra y memoria.

Blog del Cronista del Periódico ‘Extremadura’.

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