POR PEPE MONTESERIN. CRONISTA OFICIAL DE PRAVIA (ASTURIAS)
Son los beduinos de Jordania buenos anfitriones, gente habituada al comercio, y tanto en sus caravasares, semejantes a castillos, en el desierto del Este, en ruta a Bagdad, como en sus bazares y jaimas, reciben a sus huéspedes con aromas de mirra, qahwa (café con cardamomo), karkade (té de hibisco), ma’amoul (galletas de pistacho con sirope de rosas) y dátiles.
Un nómada, Mohamad, me contó que las raíces de la palmera datilera pueden alcanzar agua en lugares profundos del desierto, y que de la mejor variedad, la medjou, que empieza a producir a los veinte años, se cosechan sus dátiles de uno en uno.
Veinte años no es un plazo tan largo; un hijo tarda más en dar fruto, yo tardé cuarenta en tener descendencia y escribir mi primer libro.
Antes que en los falaces proyectos del Ayuntamiento para el furaco del viejo hospital, apostaría por un oasis para Buenavista-El Cristo y plantar datileras demjou.
Fuente: http://www.lne.es/blogs/la-mar-de-oviedo/datiles.html