POR MIGUEL ROMERO SAIZ, CRONISTA OFICIAL DE CUENCA
Cuenca, ciudad que de por sí no sabe -por tradición- reconocer a quienes lo merecen, por su esfuerzo, por su implicación, por su altruismo o por su generosidad -según dicen sus gentes-, y que si cabe, suele ser coherente con ese refrán de «que nadie es profeta en su tierra», sin duda, ha roto esa constante y ayer día 20, cuando en condiciones normales se escucharía el Pregón de la Feria de San Julián en el parque de su nombre, y se entregarían los prestigiosos Premios Ciudad de Cuenca, ha roto una lanza a favor de la solidaridad.
El Consistorio Municipal, en un acto bien organizado por sus gabinetes de protocolo y alcaldía, llevó a cabo -siguiendo las ajustadas medidas sanitarias impuestas- en el atrio exterior del Teatro Auditorio de la ciudad, un bonito, emotivo y elegante Acto de Homenaje y de Reconocimiento, a todos cuántos han participado, colaborado, servido, dando incluso su vida a los demás y ofreciendo todo su tiempo y esfuerzo, recibiendo ese reconocimiento en aplausos, palabras institucionales y premio artístico -bronce del escultor Javier Barrios- para con ello, hacer una mínima recompensa de lo mucho que merecen y que se han ganado a lo largo de todo este tiempo de pandemia.
Dieciocho premios, representando a entidades, asociaciones, colectivos, instituciones y grupos, han sido los entregados, recibiendo la presencia de instituciones públicas, políticas, religiosas, económicas, culturales y universitarias, encargados de entregarlos, con las emotivas palabras de tres de sus representantes.
Ha sido, sin duda, un especial momento en todo su contenido. Escuchar las emotivas y justas palabras de la Directora Médico del Hospital y Área Integrada de Cuenca, Adoración Romero Saiz, haciendo una clara alusión al esfuerzo de todos y cada uno de los sanitarios, entregando su «alma», no solo su esfuerzo y trabajo, ofreciendo su «sentimiento» a quienes por desgracia no pudieran sentir el acompañamiento de sus familiares en esos trances de muerte; exigiendo «responsabilidad» a la ciudadanía como única medida de paliar lo que estamos pasando y pasaremos, compartiendo angustia, incertidumbre y exigencia. Palabras, llenas de emoción, de respeto y de responsabilidad, creadoras de ese espíritu que la sociedad necesita en momentos trascendentes, frente a quienes han ofrecido generosidad a raudales, a las instituciones y a todos cuántos pudieran ser testigos de ese mensaje lleno de ternura y decisión.
El marco incomparable de una Cuenca única, en esa Hoz del Huécar, donde tanta historia se ha vivido, entre el rumor del agua, la cadencia de su sinfonía pétrea y la singularidad de un ambiente único ha hecho que estos premios y las palabras allí emitidas se llenaran de contenido esperanzador como medida de unión y de trabajo conjunto.
El acalde, además de la voluntaria de Protección Civil y del presidente del Banco de Alimentos, pronunció y cerró en solemne acto, haciendo con sus acertadas y emotivas palabras, revivir la sensación de que debemos estar más unidos que nunca y que este premio, merecido por tantos y tantos, no solo quedará en estos dieciocho presentes, sino en otra nueva muestra más adelante, para compensar a otros tantos colectivos y personas que siguen siendo el pilar y baluarte de la solidaridad como emblema.
La música de violín y violonchelo, las frases de Mario Benedettí, de Daniel Coleman, y sobre todo, las de Russ Harris: “Respirar lentamente es como un ancla en medio de una tormenta emocional; el ancla no hará que la tormenta se vaya, pero te mantendrá firme hasta que pase”, puestas en mi boca como presentador del acto, hicieron que todos soñáramos con llevar a cabo esa frase que sintetiza todo nuestro deseo: Juntos lo paramos.
Fuente: https://eldiadigital.es/